miércoles, 27 de enero de 2016

PADRES SEPARADOS, HIJOS CONSENTIDOS




El divorcio es un proceso emocionalmente difícil pero sigue siendo, lamentablemente, la batuta para solucionar muchas diferencias de parejas casadas. Esta realidad se agudiza en los procesos de formación de hijos pequeños, sobre todo cuando el tema de la custodia y rellenos de vacíos de ausencia son compensados con aspectos materiales y con la eliminación de la palabra NO para evitar complejos mayores.

Explicaba una señora mayor que el éxito de sus años de matrimonio había sido el hecho de que ella se educó en los tiempos que cuando las cosas se dañaban no se botaban sino que se arreglaban (lo escuché en una predicación de Fray Nelson Medina en youtube); y la educación de un hijo fundamentada en la evasión al dolor y el sufrimiento suele ser un vacío de realidad que chocará duramente con su vida adulta.

Partiendo del hecho de que los hijos son un tesoro invaluable considero ese tesoro merece toda la atención de los padres por formarlos, no confundiendo amor con consentimiento, amor con aprobación a todo, amor con evasión de lágrimas. Una vez escribí, y lo comparto con ustedes amigos lectores, esto: Nadie que te haga sufrir merece tu amor pero si no sufres por nadie no sabes lo que es amar. Esto separa el amor cruel del amor vinculante, el que nos preocupa, el que nos desvela. 

Los hijos necesitan conocer más el NO que el SI en su etapa formativa, porque el NO es el que esculpe, moldea, da forma. Un dibujante sabe por dónde pasará sus trazos pero a la vez tiene cuidado de NO pasar los límites que su creatividad tiene bien definida. Eso hace que su labor sea quizás lenta, de horas pero gracias a ello su obra de arte queda hermosa.

Niños que mandan a los padres, que no tienen capacidad de empatía, que no entienden un NO porque no pueden ir mentalmente más allá del objeto deseado, es decir, no son capaces de entender que las cosas cuestan y el dinero cada vez es más difícil obtenerlo. Niños autómatas con tanta tecnología, con deficiencias de lectura, con conductas en espacios públicos molestas, con mínima capacidad de atención y que en fases de silencio se sienten como locos ante el vacío del no oír, niños que no saben separar el trato hacia los adultos que hacia sus contemporáneos, niños que mienten, que gritan, que vulgarizan su lenguaje, erotizados por medios de comunicación y redes sociales, niños de Dios secuestrados por el pecado.

Los hijos de padres separados deben vivir su realidad, una realidad que no los hace menos merecedores del amor de Dios pero tampoco acreedores de su lástima. Niños que deben conocer los errores de sus progenitores, respetarlos como sus figuras de autoridad y tratan de no repetir esos errores en sus aspiraciones familiares, sacramentales y de vida. No teman, estimados padres, que sus hijos los reconozcan como personas que se equivocan, no luchen parejas divorciados por sus hijos en una suerte de ganarse más el cariño de sus hijos a punta de regalos, consentimientos y complacencias, porque aunque ustedes hayan decidido tomar la decisión de separar sus vidas (decisión que se respeta pero que se debe saber no representa la voluntad de Dios) sus hijos tienen el derecho a aspirar una vida matrimonial y familiar bendecida por Dios. Dios los bendiga, nos vemos en la oración.

Lic. Luis Tarrazzi

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