miércoles, 29 de junio de 2016

¿PERDONAR POR QUÉ FRANCISCO?



Sigue Francisco haciendo lío en el mundo, en el pensar propio (católicos) y ajeno (no católicos). Cada frase que pronuncia Francisco pareciera una amenaza para la doctrina, las leyes, los mandamientos. Pareciera que Francisco debilita la Iglesia con esa constante invitación relativizada de no llamar al pan, pan y al vino, vino. ¿Es así?

Imagino, esa misma percepción la tuvo el pueblo sacerdotal judío. Saduceos y Fariseos se sentían amenazados con ese Jesús que comía con publicanos y prostitutas, que parecía no condenar a nadie salvo a ellos y sus leyes de piedras que les enfriaban los corazones y que <no estimulaban la conversión de los pecadores>. ¿Cuál fue la reciente “torta” de Francisco?, ratificar una pregunta periodística que sugería que la Iglesia debía pedir perdón a los homosexuales. Francisco responde añadiendo y como dando la razón: “no solo a ellos sino a cualquiera que pueda haberse sentido de esa forma”. ¿Esto significa que Francisco eliminó el pecado de los actos homosexuales? Veamos

Una de las cosas que más criticó duramente Jesús a los religiosos de su tiempo era esa dureza de corazón para juzgar a las personas y evitarles tener una cercanía con el amor de Dios. Recordemos frases duras como estas:

Atan cargas pesadas y las ponen sobre la espalda de los demás, pero ellos mismos no están dispuestos a mover ni un dedo para levantarlas.” (Mateo 23,4)

“¡Ay de ustedes, maestros de la ley y fariseos, hipócritas! Les cierran a los demás el reino de los cielos, y ni entran ustedes ni dejan entrar a los que intentan hacerlo” (Mateo 23,13)

Jesucristo no se estancaba en el pecado, no era el pecado el que condicionaba los milagros de Jesús ni sus gestos de amor, porque si ese hubiese sido el requisito para acceder a él NADIE hubiese podido hacerlo salvo su santa madre María.

¿Qué busca Francisco con estos diálogos de acercamiento?, ¿confundir?, ¿hacer un terremoto doctrinal en el Iglesia?, pues creo que lo que busca principalmente es brindarle a pecadores la oportunidad de acercarse a Jesús y con él ver sus propias conciencias y motivaciones. Los mejores practicantes de la fe católica que yo he conocido son los que provienen de una conversión profunda, ese antes y después que les llevó a renunciar a cosas que a simple vista parecían irrenunciables. Solo Cristo tiene ese poder, ni tú ni yo lo tenemos.

Francisco llama al pecador, no lo aleja. Por eso pide perdón, lo hace por ti y por mí, y en lo particular me honra su mediación que me incluye como Iglesia. Porque un homosexual, un(a) divorciado(a), un abortista, un asesino, un corrupto, una prostituta, etc, esos también necesitan de Dios, como tú y como yo.

¿Ser homosexual es pecado?, no. Como ya se ha explicado y lo aclara el olvidado e ignorado catecismo de la Iglesia Católica, la homosexualidad es una tendencia que requiere acompañamiento, tolerancia, respeto. ¿Dónde está el pecado en la homosexualidad?, en los actos homosexuales, en las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo. Siendo así, no podemos negar que ha existido y existe intolerancia en algunas parroquias y grupos; personas que por solo sabérseles la tendencia ya son excluidas o marginadas, sin profundizar en sus vidas.

¿Por qué pedir perdón?, porque el pedir perdón es un gesto de necesaria negación al ego, del reconocernos pecadores. Pero este mensaje no se cierra con el gesto de pedir perdón, ¿nos perdonan los excluidos, entre ellos algunas personas con tendencias homosexuales?

Si a ti, hermano(a) homosexual, Jesús te dijera que debes perdonar a la Iglesia y acercarte a ella ¿lo harías? Ese es el verdadero cierre de ciclo que le da sentido a ese “pedir perdón”. ¿Cuántas veces debo perdonar a la Iglesia?, podrías preguntarte. Y Jesús te diría: “Setenta veces siete” (Mateo 18,22), o sea, siempre. Si no perdonamos ¿de qué sirve que exijamos perdón?, ¿es acaso un perdón que busca humillar, doblegar o dar aires de superioridad?

Conocer solo el lado oscuro de la luna no te da un concepto global de ella; así mismo ocurre con la Iglesia, con el amor o con la vida. La Iglesia es un camino para llegar a Jesús, particularmente diría el más seguro. Pero pasa, tristemente, por el filtro de nuestra humanidad y nuestras propias miserias. Pero tu meta es llegar a Jesús, aunque ese andar saque ampollas en los pies o rasguñe nuestra piel de heridas espinosas de discriminación e insultos.

La pregunta, en grados invertidos (180º), cabría también para los radicales del movimiento LGBT, ¿Debe el movimiento LGBT pedir perdón a la Iglesia por tantas ofensas, sacrilegios, profanaciones y heridas?, si la respuesta es sí, tendrán la certeza de que obtendrán el perdón; ¿por qué?, porque de nuestro lado hay un sacramento, un signo sensible de la gracia de Dios, que nos obliga a perdonar, porque cristiano que no perdona y juzga no es cristiano, es un tirano que busca administrar el amor de Dios. Dios los bendiga, nos vemos en la oración.

Luis Tarrazzi

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