Razón tenían
los santos antiguos cuando al mejor estilo de Juan el Bautista se aislaban del
mundo para fortalecerse ante las debilidades de la carne. En la soledad quien
no se encuentra con Dios perece en su propia humanidad. Hace 3 años recuerdo le
hice, en mi anterior canal de youtube, un video tras una entrevista que tuvo en
CNN con Cala, y se la hice porque se notaban debilidades en la apologética de
muchos conceptos de la fe (https://www.youtube.com/watch?v=_mhzUQvLfPg). Hoy el
tiempo me da la razón, porque es el mismo camino que transitó el famoso padre
Alberto Cutié.
Cuando hablo
de daños colaterales a la Iglesia tras su decisión lo digo por las
oportunidades que los atacadores de oficio de la Iglesia hacen; comentarios como
estos: “A raíz de la decisión del padre
@PLinero de dejar el sacerdocio usted piensa que la iglesia debería acabar con
el celibato?” (@jorgecura1070).
Temas como
el celibato, la obediencia o los votos de pobreza no son causas creíbles para
abandonar el sacerdocio, porque estas tres condiciones son claras desde el
seminario y tienen una antigüedad casi similar a la antigüedad de la Iglesia.
El celibato solo es comprendido desde el testimonio de quienes lo han vivido
con profundo heroísmo y amor, guardando sus “noches oscuras” para Dios y nos
para micrófonos o medios.
La Iglesia
no pierde nada con su renuncia del sacerdocio, la Iglesia lo tiene todo en
Cristo. Somos nosotros los que perdemos cuando cambiamos radicalmente
nuestro sentido misionero, cuando vivimos doble vida o cuando no recordamos el
consejo de Jesús a sus apóstoles en el huerto de Getsemaní: “Recen porque el espíritu es presto pero la
carne es débil”.
Para finalizar quisiera reconocerle
algo. Tuve una valiosa amiga que hace tres años, tras luchar casi cinco con un
agresivo cáncer, falleció. Grania Blanco, devota de la coronilla de la misericordia, dentro de los grandes recuerdos sacerdotales que se llevó de este mundo fue el
suyo. Hablaba mucho de usted. De hecho, yo supe más de usted por ella. Ella
hoy, ofreciendo sus dolores y enfermedad, sus quejas y dolores, estoy seguro
goza de la eternidad con Dios. Nunca “se mamó” de su realidad, solo la
transformó en instrumento de santificación. Ese testimonio a mí me sirvió muchísimo
y me sirve para crecer en mi fe, imperfecta como la suya, pero trato de hacer
silencio de mis quejas para fortalecerme de Dios y no del mundo. Hoy lo sigo
creyendo: ¡Cuánto daño le hacen los medios a la vida consagrada!, sobre todo si
esta fama los acerca más al mundo y no son ustedes los que acercan el mundo a
Dios. Nos vemos en la oración.
Luis Tarrazzi
@luistarrazzi
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