En una reciente clase de religión
conversaba con mis estudiantes sobre la tentación, y luego de explorar sus
consecuencias en nuestras vidas llegamos al momento, narrado en el evangelio de
San Mateo 4, 1 – 11, en el que Jesús, luego de ser bautizado, va al desierto y
es tentado por el demonio.
Cuando llegamos a la tercera
tentación, que es narrada así por el evangelista: “…le llevó el diablo a un monte muy alto, y le mostró todos los reinos del
mundo y la gloria de ellos, y le dijo: Todo esto te daré, si postrado me
adorares”, pensé que trayendo eso a nuestra realidad Satanás lo que le
ofrecía atemporalmente a Jesús era ser un narcotraficante.
En torno al mundo de la droga,
cuando se llega a los niveles altos de mando, lo que más se ve y se palpa es el
poder derivado de un dinero mal habido, sucio y hasta manchado de sangre. Pero,
dinero al fin, igual sirve para comprar lujosos bienes, obtener toda clase de
placeres y lo más delicado, tiene alcance en los extractos del poder público de
cualquier país con políticos de debilitada conciencia moral. Por esto es que
por más que se hagan campañas contra la droga muchos jóvenes se ven atraídos
por este mundo bizarro porque es una atractiva forma de enfrentar la dura vida,
esa vida que a los honestos les cuesta tanto alcanzar o sencillamente nunca
alcanzan.
Pero el demonio es pura mentira.
En él no hay sinceridad y las cosas que ofrece inclusive no le pertenecen. Eso
que él le ofrece a Jesús en torno al poder es falso por una sencilla razón que
el mismo Cristo, años después, le expresara al procurador romano Poncio
Pilatos: “Tú no tendrías poder sobre mí si no te hubiese sido dado de lo alto”
y así inclusive añade con relación al sanedrín y su cabeza de entonces que era
Caifás lo siguiente: “por eso quién me ha
entregado ante ti tiene un pecado mucho mayor”. Es decir, Satanás presume el
dominio del poder que no tiene, promete algo que escapa de sus manos con el
único fin de hacer pecar a Jesús.
¿Y no es así el mundo de la
droga? Una farsa de poder y lujos que casi siempre termina con la muerte (Pablo
Escobar) o con Prisión (el Chapo Guzmán) y que tumba cual fichas de dominó todo
un imperio personal aunque el mal subsista.
La droga, si fuese un ser con
voluntad e inteligencia, lo que hace es usar a sus capos y poderosos, hombres
títeres que garanticen su permanencia en las calles y en los vicios de la
sociedad, que se traducen en violencia, sexo y muerte. Pero esa droga es solo
el instrumento de un mal que sí es racional, el demonio. Jesús rechazó todo eso,
primero, porque es Dios, segundo porque nada de eso necesitaba nuestro salvador
debido a que su gloria y poder ya precedían a la propuesta y tercero porque esa
tentación era necesaria para dar ejemplo de superación al mal y a los vicios
del mundo. Así Satanás también fue un protagonista de nuestra historia de
salvación aún en contra de sus deseos de serlo.
Hoy muchos gobiernos buscan
legalizar su consumo con el fin de lograr, utópicamente, superar este flagelo
social, pero lo cierto es que en Jesús siempre ha estado la respuesta educativa
a esta plaga: “Apártate de mí Satanás,
porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás” Dios
los bendiga, nos vemos en la oración.
Lic. Luis Tarrazzi
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