miércoles, 1 de junio de 2016

¿UN GORILA EN EL CIELO SR. PINILLA?






En democracia y libertad de expresión todos tenemos derecho a decir nuestras ideas, pero así como existe el derecho a expresarlas también debe existir el derecho a refutarlas.

Es alarmante como con el pasar de los años, en tiempos de modernidad y tecnología, la clara línea que nos separaba de los animales a nosotros, los seres humanos, se ha hecho cada vez más estrecha. Recientemente el Papa Francisco aludía a los peligros de preocuparnos más por los derechos de los perros que de los niños o los seres humanos.

Su caricatura, Sr. Pinilla, que por cierto utiliza elementos del cristianismo como la aureola de santidad colocada encima de la cabeza de un gorila con la leyenda: “Falla la seguridad del zoológico de Cincinnati, los padres descuidan a su hijo y yo fui la amenaza a la que había que acribillar”, al verla y leerla pensé: “¿y si hubiese sido mi hijo, qué hubiese hecho? O quizás: “¿si hubiese sido el suyo Sr. Pinilla?” ¿No debería alegrarnos que se logró salvar la vida de un niño de tres años arrastrado salvajemente por un animal de 180 kg de músculo puro?, pues no, al parecer la noticia es que acribillaron a un pobre gorila por la incompetencia de un zoológico y el descuido de sus padres.

Pero sí Sr. Pinilla, los accidentes ocurren. No sé si sean muchos los padres que sus hijos no se le hayan perdido por minutos u horas o se les hayan caído, golpeado, pero los accidentes ocurren. Ocurren porque de hecho toda la vida es un constante lidiar con percances, con decisiones que a veces involucra tomar prioridades y sacrificar otras. Así como el reciente caso de la periodista chilena, Javiera Suárez, que esperando su primer hijo le acaban de detectar cáncer de mama algo que como usted podría suponer Sr. Pinilla implica decidir entre la vida de la madre o la del bebé, ya que un tratamiento de quimio en mujeres embarazadas es prácticamente una muerte segura para el bebé en gestación.


¿Qué hizo el Gorila para merecer la muerte?, reaccionar como un animal, a sus instintos. ¿Es culpable?, no, es un animal.

¿Debe el niño sentirse culpable por la muerte del Gorila?, no, es un niño, un niño que a sus tres años no logra tener un discernimiento claro entre lo peligroso y lo seguro. ¿Responsabilidad de sus padres? Sí, pero un descuido que afortunadamente no tuvo un desenlace fatal y que es parte de la vida, parte del ser humanos.

Podríamos discutir si es correcto o no, provechoso o no, que estos animales no estén en sus hábitats naturales, podríamos discutir si los niveles de seguridad del zoológico son evidentemente perfectibles, pero no podemos perder el enfoque de que se logró salvar una vida humana.  ¿Por qué no durmieron al Gorila con dardos?, porque como explica la fuente CNN en español: “descartando la opción de inyectar tranquilizantes al gorila ya que por su peso, el sedante tardaría en hacer efecto y la penetración del dardo podría alterar aún más al animal, reaccionando en contra del pequeño”.

Colocar una aureola a un gorila y colocarlo en el cielo lo ubica en un hábitat tan ajeno para él como lo sería el mismo zoológico, quizás porque si de verdad los animales tuvieran conciencia de ir al cielo y llegaran ahí no emitirían una absurda queja por su muerte, porque la característica de la santidad, representada en la aureola colocada por usted en su dibujo, es la dicha de estar con Dios. Como diría Santa Teresa de Jesús: “Tan alta vida espero que muero porque no muero”.

Yo me quedo con la vida salvada, lamento la muerte de este animal, pero agradezco a Dios que se logró salvar una vida humana. No perdamos el norte del ser humanos.

Dios lo bendiga, nos vemos en la oración.

Lic. Luis Tarrazzi

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