El reciente triunfo del candidato
republicano Ted Cruz en el estado de Iowa sobre el magnate Donald Trump, por
cierto contra todo pronóstico, revela entre otras cosas, que “Dios no está muerto”.
La omisión del mensaje de Jesús
en campañas electorales o su uso demagógico para alterar conceptos de verdad
salvíficos ha hecho de la política una suerte de farsa demagógica donde lo que
está de moda es lo que se debe aprobar para llegar al poder. Si hoy la moda es
la legalización del aborto y la eutanasia y la legalización de uniones
homosexuales prácticamente ningún político se levanta ante esto, con argumentos
de fe, para decir honestamente en una campaña presidencial: “Yo no estoy de acuerdo con esto porque creo
en las enseñanzas de Cristo”
La política no siempre se trata
de sumar votos sino de ser transparentes y claros en nuestros valores aunque
choquen contra corriente. No es superfluo analizar para entender el por qué dos
candidatos antagónicos pero abiertamente sinceros en sus conceptos y valores
encabezan la línea republicana: Ted Cruz con sus valores cristianos y Donald
Trump con su chocante pero franca postura anti inmigrantes y anti musulmana. Es
decir, los electores están valorando transparencia y luego queda el
discernimiento basado con cuáles valores me identificaré para elegir mi
candidato presidencial.
Latinoamérica tiene que aprender,
y rápido, de este fenómeno Cruz – Trump, porque los tiempos de la demagogia
deben terminar de salir de los ideales políticos. El siempre usar a los pobres
para llegar al poder y mantenerlos pobres para siempre tener ese banco de votos
y el aprobar de todo para tener a la mayor cantidad de sectores sociales
felices, sobre todo cuando la resistencia en principios morales pareciera no
hacer mucho ruido.
Leía recientemente que en Polonia
un grupo de parlamentarios se había unido para hacerle frente a la ideología de
género. Los pro vida en Perú han frenado en varias ocasiones las intenciones de
legalizar el aborto en esta nación productora de santos importantes. Es el
poder entender que los políticos honestos, aunque sean de valores muy
antagónicos, tendrán mayor éxito que aquellos que hablan de todo y no aclaran
nada.
Del lado demócrata la situación
no pareciera muy dada para la pro aborto y profundamente ante religiosa Hillary
Clinton ya que si bien ganó en el mismo estado, un candidato independiente que
se lanzó del lado demócrata (Sanders) le
llegó sumamente cerca.
La conclusión para mí es que
tener a Jesús de aliado en la política, con franca honestidad suma, no resta.
Porque los espacios perdidos en la fe cristiana en el mundo de la política,
desde el punto de vista laico, no fueron ganados por los adversarios, fueron
cedidos desde el silencio, desde la omisión. No tengamos miedo de hablar de
Jesús porque las soluciones del mundo están y siempre estarán en los
evangelios. Dios los bendiga, nos vemos en la oración.
Lic. Luis Tarrazzi
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