martes, 16 de febrero de 2016

¿LA CULPA FUE DE RAFAEL CALDERA?







Muy característico de las personas cíclicamente fracasadas es el buscar el por qué de sus fracasos en factores externos, lo más alejado posible de aquello que los incrimine en el delito de sus fracasos.

Ese fenómeno es más frecuente escucharlo en la sociedad y los políticos lo refuerzan día a día. Siempre es culpa del pasado, de los de ayer. Pero lo cierto es que lo único que tenemos los seres vivos es presente, porque el pasado ya pasó y el futuro aún no se hace presente.

Rafael Caldera, el eminente político venezolano, de pensamiento cristiano, cuenta la historia fue un pacificador. Cuando Venezuela tenía guerrillas (aunque jamás al nivel criminal de las FARC) fue el gobierno de Rafael Caldera el que logró pacificar aquellos  actos al margen de la ley y pienso que el país entero  se lo agradeció. Un cristiano convencido de las verdades reveladas en los evangelios jamás ve en la violencia una respuesta para superar la violencia.

Por ello era de esperarse, aunque hoy nos moleste el saber que ese hecho le abriera el campo político a este golpista, que una de sus medidas (en su segundo período presidencial) haya sido liberar a los protagonistas del golpe de Estado de 1992 que buscaba sacar del poder al presidente constitucional y por cierto adversario político del partido de Rafael Caldera, Carlos Andrés Pérez. La visión, a mi entender, de este político copeyano estaba fundamentada en la reconciliación y la unidad del país.

Pero lo cierto es que esta decisión le permitió al Teniente Coronel Hugo Chávez Frías, bajo la constitución de 1961 y con el sistema político que atacó, hacer una vida política que le permitió llegar al poder electoralmente. Aquí es donde marco la distinción de la culpa de que Chávez llegara al poder. No fue Rafael Caldera el que puso a Chávez a gobernar, fue el voto de millones de venezolanos que aún sabiendo el prontuario militar de este subversivo y conociendo en su campaña electoral esas promesas cargadas de odio de “freír cabezas de adecos y copeyanos”, le dieron su respaldo que lo llevó al poder.

Así el resto vino a nivel institucional. Una Asamblea Constituyente, “también aprobado por millones de venezolanos” ratificó la carta blanca para que los poderes del país quedaran a merced del nuevo sistema político que llegaba a nuestro país. No olvidemos el gran apoyo de medios de comunicación que tuvo este militar que daba rating y era un gancho televisivo.

No olvidemos que fuimos nosotros los venezolanos que no vimos venir (o no quisimos ver) este tsunami que luego develó su rostro socialista y que nos llevó a la realidad actual que vivimos.

No fue culpa de Dios por haberlo creado, ni culpa de Caldera por haberlo liberado, la culpa es de quienes se identificaron con este lenguaje violento, comunista, cargado de rencor y resentimiento social. Fueron los hijos de Venezuela, fuimos los propios venezolanos. Fuimos educadores que formamos esa generación electoral, fueron comunicadores que vieron una oportunidad de raiting, fueron los militares que formaron en sus cuarteles a hombres en armas con visiones destructivas y conspirativas, fue la pobre evangelización que sostiene una fe popular por encima de los verdaderos valores cristianos, que dentro de otras cosas, siempre ha enseñado los daños sociales y económicos que provoca la demagogia socialista.

La realidad es que Venezuela hoy es más pobre, socialmente más anárquica, criminalmente más violenta y espiritualmente más desorientada. Si no logramos entender eso, esta dura experiencia no habrá dejado ninguna enseñanza y mañana repetiremos o empeoraremos nuestras decisiones políticas. No, la culpa no fue de Caldera por buscar la paz, fue del pueblo por buscar la violencia disfrazada de democracia. Dios los bendiga, nos vemos en la oración.

Lic. Luis Tarrazzi

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