Cuando en mi país, Venezuela,
advierten con cierta insistencia algunos analistas que la sociedad se ha
convertido en una suerte de olla de presión, la interpretación más directa, a mí
entender, es que el pueblo saldrá a las calles a destruir comercios y robar sus
inventarios, algo que se podría resumir en una sola palabra: saqueos.
Con el mismo sofisma que se
emplea para justificar el robo cuando hay pobreza, los saqueos tienen una
suerte de “justificación” delictiva cuando el hambre empieza a sentirse en los
hogares y cuando se agudiza la mala calidad de vida en servicios fundamentales
como el agua y la luz (solo por citar dos); siendo el saqueo una suerte de catarsis
social terapéutica.
Sin embargo, a los demonios
retenidos que están esperando el disparo para salir a saquear, pido me permitan
darles estos consejos:
1) Los
saqueos no sacan gobiernos como el de Venezuela: Si Venezuela fuese
gobernada hoy por políticos con un mínimo de ética y moral ya habrían
renunciado todos. Si en Venezuela ocurriera un penoso caso de estallido social
el gobierno se atrincherará y pasada la masacre y la destrucción culparán a la
derecha, al imperio o a la guerra económica.
2) Los
comercios no tienen la culpa: Aunque nos queramos convencer de lo
contrario y tengamos la visión de que todo el que tiene un negocio es
millonario, la realidad es que cuando robas algo de un abasto, supermercado o
negocio en general le estás haciendo daño a una familia, a unos empleados. Y lo
curioso que ocurre en saqueos es que aunque todavía los avances no han logrado
hacer que los seres humanos comamos televisores, ni computadoras, ni lavadoras,
ni neveras, estos bienes son muy apetecibles en estos actos. Ante esto cabe
repreguntar: ¿saqueo por hambre?
3)
Los saqueos no deberían ser a comercios sino
a palacios: Un saqueo siempre será un acto violento no apoyado por Dios,
porque Dios nunca está en la violencia.
Pero si un saqueo tuviera justificación lo que se debería buscar quitar con él
es el poder de quienes gobiernan mal. Debería ser un acto no dirigido a agredir
los bienes del prójimo sino rescatar un ejercicio del poder corrompido y dañino.
Sería una suerte de rebeldía como la expresó el libertador Simón Bolívar: “Cuando la Tiranía se hace Ley, la Rebelión
es un Derecho”. Pero expliquemos rebelión. En Gandhi y en Martin Luther
King Jr. hubo rebelión pero sin violencia, recibían violencia pero no la
respondían. Y esta labor de martirio les ganó sus derechos civiles. Una suerte
de lo que vivió Cristo, que sin él ser violento pero recibiendo dura violencia,
logró derrotar al enemigo por excelencia de la humanidad: el pecado.
4)
Saquear es robar: El 7mo mandamiento
de la ley de Dios señala: “no robarás”,
y tristemente para los que siguen el pensamiento “justo” de Robin Hood (robar a
los que más tienen para darle a los que menos tienen) esa visión no tiene
excepciones en la visión salvífica de Cristo. Robar es robar porque al final
termina siendo un gesto de desconfianza a la providencia dándole la mano al
pecado.
Con estas cuatro premisas la exhortación
es para alejarnos de la tentación de violentar los bienes privados o públicos.
De no buscar justificativos sociales para apoderarnos de bienes ajenos. De
entender que nuestros esfuerzos tienen que dirigirse en la escogencia de
políticos temerosos de Dios y con trayectoria de vida limpia, con pensamiento
honesto y con ideales claros. Porque la bandera de la violencia solo trae más
violencia.
"La oscuridad no
puede expulsar a la oscuridad, sólo la luz puede hacer eso.
El odio no puede expulsar el odio, sólo el
amor puede hacer eso".
Martin Luther King
Dios los bendiga, nos vemos en la
oración.
Lic. Luis Tarrazzi
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