La tentación por esencia tiene
como objetivo primario sacar a una persona del estado de la gracia, hacerle
pecar. Es por ello que los dos grandes fracasos del demonio en la historia de
la raza humana fueron Jesús y María, porque los demás todos hemos sido tentados
y caído en la tentación o, por defecto, nacimos con la culpa del pecado
original.
Un no bautizado vive en una peligrosa condición espiritual.
El bautismo es un sacramento vital que limpia el pecado original y nos hace
hijos conscientes de Dios. Esta carencia de la gracia sin el bautismo impide un
acercamiento puro hacia Dios. Por eso, si bien todos somos tentados, la
tentación en un no bautizado, ya adulto, sería más una suerte de reforzadores
que le hagan sentir cómodo en su condición. ¡Y vaya que el mundo tiene muchos
reforzadores para casos así!
Un no bautizado a medida que
pasen los años encontrará “en el mundo” más razones para no acceder a este
sacramento. Lo verá como un rito más, una acción cultural propia de religiones
obsoletas y cerradas. Inclusive muchos quizás digan que creen en Dios pero no
necesitan el matrimonio con ninguna denominación religiosa; una suerte de
superioridad intelectual muy afín con la que llevó a Lucifer a sentirse
superior a Dios.
A los no bautizados el demonio
los supervisa pero no les molesta mucho. Van guiados solos por los caminos del
mundo, se sienten cómodos caminando en círculo porque no olvidemos que siendo
el planeta casi redondo o de forma ovalada, partiendo hacia la derecha o la
izquierda, hacia arriba o hacia abajo, llegaremos a pasar por el mismo sitio. Dios
ofrece transcendencia y no se puede llegar a ella sin el sacramento del
bautismo.
Jesús aún en estado de gracia y
siendo Dios mismo pasó por el bautismo y con ello nos dejó un ejemplo a seguir.
Jesús siendo único camino de salvación nos invita a seguir sus pasos y previo a
tomar la cruz debemos tomar también sus decisiones como parte de nuestro camino
al cielo.
La pregunta no es: ¿para qué
bautizarme?, porque para ella la Iglesia ya te ha dado la respuesta. La
pregunta es ¿por qué conociendo las razones del bautismo aún no lo has hecho,
sabiendo que tu alma corre gran peligro de, llegada la muerte, estar
imposibilitada de estar con Dios?
Mientras el bautismo no sea parte
de tu vida la principal guerra a vencer no serán las tentaciones del demonio,
sino que deberás vencer tus propias tentaciones intelectuales que te convencen
de no acceder a él. Dios te bendiga, nos vemos en la oración.
Lic. Luis Tarrazzi
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