jueves, 6 de agosto de 2015

LOS PELIGROS PARA LA IGLESIA DE UN PAPA COMO FRANCISCO




Pareciera que el que ha llamado hacer lío en la Iglesia es el que, de manera sistemática, lo está generando. Tan cierto es esto que no son pocas las audiencias, discursos o prédicas del papa que terminan siendo comentadas por sus escuchas o lectores con expresiones como estas: “¿Oíste lo que dijo el papa sobre los homosexuales, los divorciados en nueva unión, la castidad, los obispos, etc?” y esa pregunta lleva en su contenido el deseo de que el que la escucha presuma, sin investigar mucho,: “Algo cambió el papa”.

Particularmente pienso la Iglesia necesitaba a un papa como Francisco, no es falsa esa máxima que reza: “Dios le da a cada tiempo el papa que necesita”, porque con ello ha quedado en honda evidencia los niveles de formación y conocimiento de la fe que muchos católicos (laicos y consagrados) carecemos, no que tenemos. Así, de manera apresurada, intuyo por una pereza intelectual, nos podemos llegar hacer eco de noticias que son marcadamente absurdas, ya que lo primero que debemos entender es que la Iglesia no responde a clamores del mundo sino a designios de Dios.

Lo más reciente fue la fusión semántica que muchas personas hicieron, al pretender vincular, como un sinónimo, la excomunión con la imposibilidad de comulgar, algo que es de lejos muy diferente. Esto por lo que el papa Francisco dijo de que los divorciados vueltos a casar no están excomulgados. La excomunión es, como su nombre lo sugiere, la expulsión que se le hace a un bautizado de la fe, que puede venir solo del Papa o de un concilio general para toda la Iglesia, y que imposibilita acceder a cualquier sacramento, asistir a misa, catequesis, derivado de pecados graves como herejías, blasfemias, apostasías, el aborto, entre otros detalles. La imposibilidad de comulgar la vive parcialmente todo cristiano cuando lleva en su vida pecados mortales que pueden ser solucionados solo con el sacramento de la confesión ó que se hacen sistemáticos como en el caso particular de los divorciados vueltos a casar, quienes, como señaló el papa NO ESTÁN EXCOMULGADOS pero su condición irregular, producto de la práctica del acto sexual en su nueva relación no sacramental, los inhabilita de comulgar, no por un capricho dogmático sino porque de hecho NADIE EN PECADO MORTAL DEBE COMULGAR.

¿Cuál es el planteamiento serio y frontal que hay que hacerse sobre estos temas de reflexiones papales?:

Primero: ¿Conocemos las bases de las doctrinas de nuestra fe?, lo cual se resume en un solo libro: ¿Hemos leído el catecismo de la Iglesia Católica?
Segundo: ¿Cuál es el nivel de preparación de los formadores parroquiales, catequistas y grupos de comunidad?, lo cual se resume en una sola frase que leí recientemente en un artículo y que yo haré en son de pregunta: “¿llevamos el evangelio al mundo o queremos llevar el mundo a la Iglesia?"
Tercero: Le exigimos a la Iglesia cambios, comprensión de realidades y omisión de pecados, pero ¿y nosotros qué le ofrecemos a la Iglesia?, ¿Dónde está nuestra sacrificio, nuestras oraciones serias, nuestro propósito de conversión?
Cuarto: ¿Es esto culpa de la feligresía?, la respuesta parcial es no. La culpa recae sobre quienes ejercemos labores catequéticas, sacerdotales, pastorales que año tras año recibimos por preparación para sacramentos o nos siguen por redes sociales, pudiendo llegar a ser cientos, miles o millones de familias en todo el mundo y donde estos vacíos no se abordan por temor a que abandonen la Iglesia. ¿Qué es preferible, que con consciencia de las cosas se vayan o que se queden transgrediendo sacramentos como en lo particular ocurre con el sacramento eucarístico? Lo último que necesita nuestra fe es demagogia y mediocridad, de eso ya tenemos bastante en el mundo político y social.
Quinto: La fe, al contrario de la noción cristiana no católica (protestante), no es un centro motivacional donde buscamos que las personas estén alegres y acomodadas a la sociedad tal como son (salvo los casos promocionados por estos centros protestantes de conversos por alcoholismo y drogadicción), nuestra fe RECIBE, EDUCA, CORRIGE, ACOMPAÑA Y PROCURA LA SALVACIÓN DE LAS ALMAS. Alejados de ser jueces morales lo que no podemos seguir, LOS CATÓLICOS, es viviendo en la comunidad evangelizándonos solo a través de una imagen que tiene la foto del papa y dar por hecho que las palabras que acompañan esa imagen son “palabra de Dios”. La evangelización requiere seriedad, amor y CONOCIMIENTO de lo más básico, que luego el Espíritu Santo irá alimentando y llenando con sus dones a quien le sirven con fidelidad y AMANDO A LA IGLESIA.

Finalmente, porque quizás estas líneas se han extendido más de lo esperado, el llamado no es a quedarnos en la crítica, sino a vivir la riqueza de la fe cristiana católica desde la verdad, que es Cristo, que la dejó depositada como tesoro incuantificable en el magisterio de la Iglesia y que solo pide de sus fieles amar el mensaje TAL CUAL ES, anunciarlo con alegría y defender lo que a muchos hombres y mujeres de nuestra era post cristiana les costó cárcel, sangre y muerte. 

¿Por qué en mi título aludo a la palabra peligro para la Iglesia?, porque usted y yo, bautizados y que ondeamos la bandera del catolicismo, somos Iglesia, y si nos dedicamos a tergiversar el mensaje revelado terminamos siendo una toxicidad para quienes tienen el derecho a conocer la ÚNICA VERDAD que les permitirá salvarse. Dios los bendiga, nos vemos en la oración.

Lic. Luis Tarrazzi

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