Más allá de las fuerzas naturales
que rigen el mundo los seres humanos, a lo largo de los siglos, han
desarrollado nuevas formas de poder que buscan regir a los que se les dio las
llaves para gobernar lo creado, el hombre (Salmo 8). Estas formas de dominación
tuvieron y tienen como principal característica el poder y las riquezas, que se
expresaron en reinados, dictaduras y ahora han mutado en la democracia, como ya
lo he señalado en otras oportunidades.
La democracia le ha dado la
oportunidad a virtuosos y corruptos, buenos y malos, constructores y
destructores, para luchar por estas formas de dominación, para lo cual hace falta
establecer vínculos poderosos, con recursos, que generen campañas publicitarias
efectivas que hagan que nosotros, los consumidores de mentiras, sintamos
empatía, afecto y hasta necesidad pero esos candidatos al poder.
Así se ha desarrollado en el
cuerpo democrático una célula mortal para la moral del hombre, una nueva forma
de poder adictivo por los efectos
biológicos que produce en quienes la consumen y social por los beneficios
económicos que conlleva, los cuales a su vez, traen enormes placeres vinculados
al sexo, lujos e influencias. Me refiero clara y expresamente al mundo de la droga
y el narcotráfico.
Muchas naciones hoy son
gobernadas por la droga. Colombia fue (no sé si aún lo sea) un ejemplo muy
claro de ello cuya evidencia lo refleja el libro del cronista y periodista Germán
Caycedo titulado La Bruja, en donde “Amanda”
recrea su experiencia social girando en torno a la brujería, el narcotráfico y
el poder de demócratas colombianos en
sus niveles más altos.
Razón siempre ha tenido Jesús de
Nazareth cuando advertía que “ancha es la
puerta que lleva a la condenación” (Mateo 7,13) porque el mundo democrático,
con sus banderas de libertad, igualdad y respeto a los derechos de todos, ha
servido de tierra fértil para que todos los antivalores cristianos se unan en
un solo propósito, sacar el mensaje de la salvación y sustituirlo por la
esclavitud del libertinaje, la adicción y la muerte.
El mundo pesa en gramos porque
las extraordinarias redes de distribución de drogas referenciadas en el mundo,
sus lazos con políticos, su capacidad de operar en las sombras y su enorme
poder de influencia están haciendo que el piso que pisamos cada vez sea más
blanco y rojo cuando la violencia derivada de estos “negocios” se
complica. El “chapo” Guzmán, uno de los
más grandes narcotraficantes del planeta con una poderosa red de distribución
de drogas, refleja solo una parte importante del Goliat que representa este
flagelo, que muchos enfrentan y condenan desde el consumo pero que a la hora de
enfrentar la producción parecería haber cierta timidez conveniente.
En un mundo como el de hoy que
pareciera todo estar vigilado, controlado y supervisado, que sabemos
satelitalmente los movimientos de personas, animales y superficies terrestres, ¿cuánto
más no se sabrá sobre plantaciones de drogas, ubicación los castillos y palacios en la que viven
los narcotraficantes y sus lavados de dinero en activos y bienes?
Detrás de cada candidato
aspirante, cada político gobernante y cada partido patrocinante, la droga, con
sus “diplomáticos y representantes”,
buscará un acercamiento, una atractiva colocación de fondos, un favor
retribuido al largo plazo, una
concesión a nivel fronterizo, etc. Sí, la droga gobierna el mundo y si no lo
hace de forma absoluta ya forma parte de la mesa de los que lo hacen, pero
siempre con un instinto monárquico, absolutista y voraz.
Los enemigos de la droga no están
fuera de la droga, están dentro de ella; entre quienes quieren ser líderes de
carteles o por luchas de territorios. La admiración que muchos sentían por un
Pablo Escobar en Colombia, porque ayudaba a personas, tenía el dinero para
pagar la deuda externa de países e impartía su propia justicia, habla
claramente de la crisis moral y espiritual ante la que el mundo se enfrenta. La
droga no es en sí un dios pero sí un poderoso instrumento de influencia de este
dios, diabólico, que lleva rostro de poder y riqueza.
El mundo pesa en gramos porque la
cruz cada vez significa menos, porque es más fácil aceptar el polvo blanco que
pesa menos que la cruz pesada, cargada de dolor y clavos de Jesús, que por cierto
él nos invita a tomarla y seguirle (Lucas 9,23)
La droga puede dar generosas
limosnas, puede financiar candidatos con opciones, puede construir hospitales,
regalar casas, pagar carreras universitarias, pagar implantes de seno, obtener
servicios sexuales a la carta, manejar vehículos de ensueño, construir
escuelas, pero siempre será…la droga.
Es complejo luchar contra un enemigo tan poderoso sin la conciencia del sentido
de la cruz, sin la comprensión de la eternidad y sin saber que todos los
derivados de la droga son malditos (con el perdón de usar esta palabra que
detesto) tanto para los que la producen y distribuyen como para quienes la
consumen y sostienen el mercado.
El mundo pesa en gramos pero Dios
soplará, algún día lo hará, y todo ese polvo blanco saldrá de la tierra
llevándose consigo a los que cubrieron sus vidas con sus delicias, y el
infierno quemará lo blanco y todo quedará oscuro y ahí verán con claridad el
verdadero rostro que siempre estuvo detrás de estos gramos de poder y riqueza.
Dios los bendiga, nos vemos en la oración.
Lic. Luis Tarrazzi
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