viernes, 31 de julio de 2015

CARTA PARA ANNA VACARELLA









 "VENGAN A MI LOS QUE ESTÁN CARGADOS Y AGOBIADOS Y YO LOS ALIVIARÉ" (MATEO 11,28)


Estimada Anna Vacarella, no pude evitar hacer honda empatía contigo por que hizo público, de manera oficial,  tu esposo y conductor del programa que escucho de lunes a viernes, Román Lozinski, sobre tu diagnóstico positivo de cáncer. Y esto te confieso impacta porque yo, al igual que Román, también soy esposo co-portador de la enfermedad cuando el 26 de junio del presente año 2015 a mi esposa, también llamada Ana pero de apellido De Sousa, le diagnostica CA de mamá, caso que se hizo preocupantemente más agudo cuando tomografía posterior reveló presencia del mismo en el hígado.

Uno, honestamente hablando, poco le importa, de entrada, el apellido que le den a la palabra cáncer, sea ductal, lobulillar o no hodking, para muchos, como a uno, el solo hecho de escuchar la palabra cáncer nos espanta.

Agradezco tu comunicado como consumidor del trabajo periodístico de personas serias y de admirar que son Román y tú, pero a su vez lo agradezco porque como cristiano católico te permitiste unas líneas para mencionar a Dios y a uno de sus más bellos servidores desde el papado como lo fue San Juan XXIII. ¿Sabes?, yo de inicio no tuve ese mismo valor. En la familia de mi esposa, su mamá, su hermana (ya fallecida), sus tías, etc, todas han tenido diagnóstico positivo de cáncer de mamá y yo oraba mucho para que en mi esposa eso no ocurriera. Lo oré por años porque me gusta orar, porque me eduqué en una familia de oración, misa y fe sólida. Pero cuando recibí, junto a ella, ese diagnóstico tuve una sensación de rabia, más miedo, más decepción. Le reclamé a Dios el por qué si esto se lo había pedido mucho no me lo había cumplido.

El diagnóstico de mi esposa está recién, apenas está terminando su primer ciclo de quimio y quiero compartirte la evolución de nuestras percepciones. Antes solo rezaba las laudes en las mañanas, hoy hago laudes y vísperas, antes tenía decepción y rabia hoy siento que lo errado era mi percepción de Dios, que no es el genio de la lámpara sino un Padre, y como Padre nos sostiene, nos cuida, nos ama, aún en la peor de las adversidades.

El cáncer, como le escuché una vez a Daniela Bascopé, al que le va a dar le da. No se trata de un castigo, es una respuesta genética, orgánica que se activa por diversas causas (cigarro, estrés, depresiones agudas, entre otras). En el cáncer no hay que buscar culpables, hay que asumirlo, enfrentarlo y superarlo. Le escuché a una señora en la clínica donde se trata mi esposa decir: “Una persona que hoy se muere de cáncer es porque no se lo trata porque ahorita hay muchas alternativas”. No sé si esto sea tan literalmente así, pero lo que sí rescato de esa afirmación es que, en efecto, la ciencia de hoy da muchísimas posibilidades a los que  padecen esta enfermedad.

Román será un bastón para ti. Es el general que debes aceptar para guiar esta lucha. Será tu compañero, amigo, enfermero, payaso (para hacerte reír) y bastón cuando tú sientas no poder más. Lo segundo es rodearte de personas que ya han pasado o están pasando por este duro trance. No lleves esto sola, emocionalmente es dañino. En el caso de mi esposa me viene a la mente dos extraordinarias luchadores contra el cáncer que han estado súper pendiente de ella, una es Grania, una amiga de años y que le ha tocado muy duro, luchando contra cáncer de seno y ahora en los huesos, y que nos ha dado una cátedra de fe y esperanza, siempre positiva, siempre aguerrida y la otra Luana, sobreviviente de cáncer de seno en ambas mamas fase 6 (avanzadísimo) y que igualmente es una "loca" en sus expresiones, alegre, súper positiva.

Finalmente hermana, me permito cerrar con esto. Llegarán a tu vida curanderos, expertos en  "curar" con la mente, sanadores, yerberos que te sugerirán beber brebajes "milagrosos". Si me permites este consejo solo dale espacio a tu vida a Jesús. Tu empatía con la fe me hace presumir que esto no te será difícil. Aférrate a la fe con fidelidad. En María hallarás fuerzas como madre, como mujer, con su ejemplo de constancia. En los sacramentos, en especial la Reconciliación y la Eucaristía, hallarás todo lo que tu mente y espíritu necesitan. Y dejarnos llevar por Dios. Yo lloré mucho hermana. Recuerdo lo traté de aguantar pero un día, junto a mi esposa exploté. Y con ello drené mucho y me hizo más fuerte para ahora ser yo quien le de ánimo constante. De todo esto, una vez superado con paciencia y mucha disciplina, saldrás fortalecida. Aférrate a lo bueno, tus morochas, tu esposo, tu familia, tu fe, confía en tus médicos y ora por ellos para que el Espíritu Santo les de Sabiduría en el proceder. Dios los bendiga como familia y nos vemos en la oración.

Lic. Luis Tarrazzi 

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