Estimado Sr. Borges, mucho me han
hablado del poder que tienen las redes sociales para poder acercar a quienes
sentimos distantes desde el arte, la fama o el poder. No obstante mi
experiencia en estos intentos dice que son pocos, muy pocos, quienes se abren
con interés a responder opiniones como las que aquí expresaré. Quede de Dios que
el origen, sentido y logros de este intento sean según su santa voluntad.
Ser ucabista, como usted, me dice
que hay en torno a sus egresados una empatía común, no general ,pero sí
implícita, y es el amor a Cristo y a la Iglesia que le representa, Iglesia que
con valores universales se apellida católica.
Le escribo porque además, por
diferentes fuentes, he recibido sobre el partido que usted representa una
constante afirmación que me llena de esperanza ante un asedio que siento a mis
valores cristianos, cual ciudad de Troya que desea ser destruida con un caballo
hermoso, en este caso llamado Unidad o
MUD. No es mi intención contaminar quizás uno de los logros más difíciles
que costó años de discusión y debates para el sector del país que se opone
francamente a este sistema de gobierno actual, pero sí es mi deber opinar, como
votante, venezolano y amante de mi país, que aunque la política sea un
constante análisis de oportunidades de forma aditiva, a veces es bueno restar
cuando, considero, se ponen en juegos los valores fundamentales sobre la
familia y la vida.
Me llamó poderosamente la
atención que Voluntad Popular postulara, por decisión del partido y no por
primarias (si no me equivoco) al ciudadano Tomás Adrián, cuya historia es
pública y que, tras decidir años atrás cambiar de género, se hace llamar Tamara
Adrián. No es mi intención juzgarle por su inclinación o preferencia sexual y
tampoco desestimo la extraordinaria preparación académica que posee este ser
humano, abogado(a), docente académico y su mayor bandera pública su lucha por
lo que llama “derechos a la comunidad LGBT”, derechos que desea introducir a la
legislación venezolana que permita a las personas que asumen esta condición la
posibilidad legal de cambiar de género, contraer unión civil legal, adopción y
otros derivados que habría que leer con letras pequeñas de ese contrato, como
la inserción en nuestro sistema educativo de este llamado tercer género, la
explicación de sus relaciones sexuales y otros que serían tema de un debate más
agudo y serio. La esperanza que me motiva a escribirle es porque, al parecer,
el partido que usted representa como Secretario Nacional, no está en la línea
de este proyecto de ley y eso me lleva a ser, de aquí en adelante, un poco más
agudo.
La MUD obliga, como opción
alternativa al partido único de gobierno, votar por el candidato que postule
por circuito. Paradójicamente la opción de Tomás Adrian, por lo que he
investigado, va por Distrito Capital pero aún
no se decidía por cual circunscripción. Una posibilidad es que forme parte de mi circuito. Si me consigo, como
única alternativa frente a la opción oficial (que muchos queremos cambiar) a
Tomás Adrian que con su propuesta transgrede abiertamente mis valores
cristianos, humanos y mis conceptos de matrimonio, ¿qué me sugiere hacer? Para
muchas personas la respuesta sería votar nulo o perder ese circuito, de hecho
la opción de voto nulo sería la mía, pero ahora repregunto: ¿Es que mi voto y
el de miles de católicos en Venezuela no importa?, sumado al hecho de que este
malestar estoy seguro no solo parte de un tema religioso, porque muchas personas
ateas, protestantes, judías, podrían estar sintiendo lo mismo.
Desde hace días, sin el alcance
que tienen figuras de medios como usted, vengo haciendo una muy modesta campaña
exhortando surjan con fuerza políticos que representen estos valores que aunque
tengan su fundamento en la fe, no por ello dejan de ser compartidos por
diferentes credos, culturas y razas. No es un tema de discriminación o
igualdad, porque como ya he dicho en otras oportunidades todos discriminamos por el discernimiento humano y no somos iguales por razones obvias
biológicas, de género y de capacidad.
Estimado Borges, recuerde el
refrán que dicta: “dime con quién andas…” la unidad no puede ser una suerte de
alfombra donde la mugre se coloca de bajo para que la visita no la vea. En esto
es fundamental tomar posturas claras, valientes, en defensa de los valores que
como estadista y político, pero también como padre de familia, sabe afectará la
educación de sus hijos, desdibujará la tradicional y correcta fe de este pueblo
que de costa a costa venera a María y que, aunque tenga muchas heridas de
sincretismo religioso, jamás ha dejado de hacer colas ante el Nazareno de San
Pablo, por ejemplo, para reconocer en Jesús un milagro o pedir un auxilio.
Si Primero Justicia toma una
posición clara al respeto, marcando distancia en este particular y postulando,
por lo menos en el circuito donde la opción gobierno y Tomás Adrian estén, y si
lo hacen como respuesta coherente a sus valores de Justicia y sano derecho,
contarán con mi voto, ya que también, debo confesar, hice esta pregunta al lado
oficial y hasta el momento no he recibido respuesta. Digamos que a pocos meses
de un voto importante para mi país, desde el punto de vista legislativo, sigue
mi interrogante sobre quién defenderá mis valores, quién defenderá el
matrimonio como Dios lo creó, hombre y mujer y quién evitará que las leyes que
hoy manchan al mundo “desarrollado” de sangre, como la legalización del aborto
y la eutanasia, entren a mi país.
Dios los ayude a ser, como
partido, bendecidos si su proyecto de país lo incluye, es decir, permite que Dios
sea el Dios que es y no la caricatura que quieren hacer de él para que pocos
adapten a toda una sociedad a sus realidades. Porque esa máxima que reza: “tus
derechos terminan donde empiezan los míos” es cierta y a eso hay que agregar: “los
derechos cobran sentido en el hombre cuando en ellos se permite a su Creador ser
parte de ellos” Dios lo bendiga y nos vemos en la oración.
Lic. Luis Tarrazzi
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