miércoles, 12 de agosto de 2015

CARTA ABIERTA AL DIPUTADO JULIO BORGES




Estimado Sr. Borges, mucho me han hablado del poder que tienen las redes sociales para poder acercar a quienes sentimos distantes desde el arte, la fama o el poder. No obstante mi experiencia en estos intentos dice que son pocos, muy pocos, quienes se abren con interés a responder opiniones como las que aquí expresaré. Quede de Dios que el origen, sentido y logros de este intento sean según su santa voluntad.

Ser ucabista, como usted, me dice que hay en torno a sus egresados una empatía común, no general ,pero sí implícita, y es el amor a Cristo y a la Iglesia que le representa, Iglesia que con valores universales se apellida católica.

Le escribo porque además, por diferentes fuentes, he recibido sobre el partido que usted representa una constante afirmación que me llena de esperanza ante un asedio que siento a mis valores cristianos, cual ciudad de Troya que desea ser destruida con un caballo hermoso, en este caso llamado Unidad o MUD. No es mi intención contaminar quizás uno de los logros más difíciles que costó años de discusión y debates para el sector del país que se opone francamente a este sistema de gobierno actual, pero sí es mi deber opinar, como votante, venezolano y amante de mi país, que aunque la política sea un constante análisis de oportunidades de forma aditiva, a veces es bueno restar cuando, considero, se ponen en juegos los valores fundamentales sobre la familia y la vida.

Me llamó poderosamente la atención que Voluntad Popular postulara, por decisión del partido y no por primarias (si no me equivoco) al ciudadano Tomás Adrián, cuya historia es pública y que, tras decidir años atrás cambiar de género, se hace llamar Tamara Adrián. No es mi intención juzgarle por su inclinación o preferencia sexual y tampoco desestimo la extraordinaria preparación académica que posee este ser humano, abogado(a), docente académico y su mayor bandera pública su lucha por lo que llama “derechos a la comunidad LGBT”, derechos que desea introducir a la legislación venezolana que permita a las personas que asumen esta condición la posibilidad legal de cambiar de género, contraer unión civil legal, adopción y otros derivados que habría que leer con letras pequeñas de ese contrato, como la inserción en nuestro sistema educativo de este llamado tercer género, la explicación de sus relaciones sexuales y otros que serían tema de un debate más agudo y serio. La esperanza que me motiva a escribirle es porque, al parecer, el partido que usted representa como Secretario Nacional, no está en la línea de este proyecto de ley y eso me lleva a ser, de aquí en adelante, un poco más agudo.

La MUD obliga, como opción alternativa al partido único de gobierno, votar por el candidato que postule por circuito. Paradójicamente la opción de Tomás Adrian, por lo que he investigado, va por Distrito Capital pero aún no se decidía por cual circunscripción.  Una posibilidad es que  forme parte de mi circuito. Si me consigo, como única alternativa frente a la opción oficial (que muchos queremos cambiar) a Tomás Adrian que con su propuesta transgrede abiertamente mis valores cristianos, humanos y mis conceptos de matrimonio, ¿qué me sugiere hacer? Para muchas personas la respuesta sería votar nulo o perder ese circuito, de hecho la opción de voto nulo sería la mía, pero ahora repregunto: ¿Es que mi voto y el de miles de católicos en Venezuela no importa?, sumado al hecho de que este malestar estoy seguro no solo parte de un tema religioso, porque muchas personas ateas, protestantes, judías, podrían estar sintiendo lo mismo.

Desde hace días, sin el alcance que tienen figuras de medios como usted, vengo haciendo una muy modesta campaña exhortando surjan con fuerza políticos que representen estos valores que aunque tengan su fundamento en la fe, no por ello dejan de ser compartidos por diferentes credos, culturas y razas. No es un tema de discriminación o igualdad, porque como ya he dicho en otras oportunidades todos discriminamos por el discernimiento humano y no somos iguales por razones obvias biológicas, de género y de capacidad.

Estimado Borges, recuerde el refrán que dicta: “dime con quién andas…” la unidad no puede ser una suerte de alfombra donde la mugre se coloca de bajo para que la visita no la vea. En esto es fundamental tomar posturas claras, valientes, en defensa de los valores que como estadista y político, pero también como padre de familia, sabe afectará la educación de sus hijos, desdibujará la tradicional y correcta fe de este pueblo que de costa a costa venera a María y que, aunque tenga muchas heridas de sincretismo religioso, jamás ha dejado de hacer colas ante el Nazareno de San Pablo, por ejemplo, para reconocer en Jesús un milagro o pedir un auxilio.

Si Primero Justicia toma una posición clara al respeto, marcando distancia en este particular y postulando, por lo menos en el circuito donde la opción gobierno y Tomás Adrian estén, y si lo hacen como respuesta coherente a sus valores de Justicia y sano derecho, contarán con mi voto, ya que también, debo confesar, hice esta pregunta al lado oficial y hasta el momento no he recibido respuesta. Digamos que a pocos meses de un voto importante para mi país, desde el punto de vista legislativo, sigue mi interrogante sobre quién defenderá mis valores, quién defenderá el matrimonio como Dios lo creó, hombre y mujer y quién evitará que las leyes que hoy manchan al mundo “desarrollado” de sangre, como la legalización del aborto y la eutanasia, entren a mi país.

Dios los ayude a ser, como partido, bendecidos si su proyecto de país lo incluye, es decir, permite que Dios sea el Dios que es y no la caricatura que quieren hacer de él para que pocos adapten a toda una sociedad a sus realidades. Porque esa máxima que reza: “tus derechos terminan donde empiezan los míos” es cierta y a eso hay que agregar: “los derechos cobran sentido en el hombre cuando en ellos se permite a su Creador ser parte de ellos” Dios lo bendiga y nos vemos en la oración.

Lic. Luis Tarrazzi



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