jueves, 20 de agosto de 2020

CUANDO MUERA HABLEN CON MIS ENEMIGOS

 

Una vez me pregunté si sería posible que al momento de nuestra muerte, cuando vayamos al encuentro con Dios, algún ser humano muera sin que nadie de los que queden con vida hayan sentido o sientan rencor, odio, pesadez, decepción, ira hacia él. Es que hasta el mismo Jesús, el santo de los santos, desde la Cruz tuvo adversarios.

 

Al profundizar en este análisis cada cierto tiempo hago un monitoreo de las personas que yo percibo no sienten mucho cariño hacia mí, personas a las que les haya decepcionado o lastimado con conciencia o de manera inconsciente, y nunca ha quedado la lista en blanco. Siempre aparece alguien. Quizás, por los años, algunos(as) ya ni piensen en mí y sea una suerte de perdón por olvido y otros, más recientes, se sumen a la lista por decisiones laborales, diferencias políticas, conflictos familiares, etc; es decir, también se sientan afectivamente distantes a mí.

 

Estas personas son el cable tierra de nuestra salvación. Son la parte oscura que por lo general tenemos disfrazada por formas inteligentes de vendernos, relacionarnos, proyectarnos. Estas personas son las que en lo particular pido que contacten cuando Dios decida llamarme. ¿Por qué?, lo explicaré con esta historia:

 

En el libro Una Maravillosa Historia de Fe: Beata Ana Catalina Emmeri cuya autoría es del Padre Ángel Peña, O. A. R. aparece la vida de esta Beata con grandísimos dones sobrenaturales. Ella en una de sus historias y visiones narra lo siguiente:

 

El “27 de octubre de 1821, fui conducida junto a una mujer que estaba a punto de perderse. Luché con Satanás delante del lecho de la enferma, pero el demonio me echó de allí. Era demasiado tarde… Esta mujer estaba casada y tenía hijos. Era tenida por muy buena y vivía según el mundo y la moda. Tenía trato ilícito con un sacerdote y había callado en la confesión este pecado. Había recibido los santos sacramentos y todos se hacían lenguas de su buena preparación y disposición para bien morir… Todos mis esfuerzos resultaron vanos. Era demasiado tarde, no fue posible acercarse a ella y murió. Era espantoso ver a Satanás llevarse aquella alma. Yo lloré y grité. Una indiscreta anciana entró y consoló a los parientes de la difunta, hablándoles de su hermosa muerte. Al pasar por un puente para ir a la ciudad me encontré con muchas personas que querían ir a la casa de la difunta, y yo me decía a mí misma: “Si hubieran visto lo que yo he visto, ciertamente huirían de su presencia””

 

Esta historia, cuando la leí, me hizo pensar en lo siguiente. ¿Cuántas personas nos tienen por buenos, íntegros, correctos y quizás algunos que nos tienen más amor hasta por santos? Pero en la verdad de Dios que es perfecta aparecen tantas faltas, pecados de pensamientos, palabras, obras y omisión que viven a la sombra del mundo pero a la luz de la verdad.

 

Algo que me genera temor, como en la historia que les compartí en este artículo, es que al morir nadie rece por mí por no creerlo necesario. Quizás esa mujer se pudo salvar si se le hubiese  tenido como una pecadora y no como alguien bueno, porque eso habría permitido la valiosa oración de intercesión, las misas de reparación y así la misericordia de Dios aparecía y no solo su juicio. Como nos dirá el apóstol Santiago en su epístola: “tendrá un juicio sin misericordia el que no tuvo misericordia; pero la misericordia se siente superior al juicio." (Santiago 2,13)

 

Es siempre fundamental orar por quienes se nos van, así el lado que nosotros hayamos conocido sea solo el lado bueno, de luminosidad. Porque todos tenemos sombras y deudas que pagar y este relato de la beata deja claro que lo que nos salvará no será nuestra popularidad, las impresiones positivas en mayoría, sino la verdad, la verdad y solo la verdad. Dios los bendiga, nos vemos en la oración

 

Luis Tarrazzi

Correo: abrazandonuestrafe@hotmail.com

miércoles, 20 de mayo de 2020

SANCIÓN: EL SOL NO SALDRÁ MAÑANA EN VENEZUELA




Tantos intentos fallidos por sacar del poder al gobierno revolucionario chavista, nos han hecho sufrir, a los habitantes de este país todas las consecuencias de estos experimentos. A un país que solo le faltaba el perro para morir de sarna (porque ya están colapsados los servicios públicos en su totalidad) se le sumó recientemente una sanción que si buscaba afectar al gobierno apuntaron mal, porque me afectó a mí también. Se fue el Directv.

Pues bien, por favor, no nos ayuden más. Dios que respeta nuestra libertad solo apuntó su intervención cuando se llevó de forma natural, por enfermedad, a la cabeza de este desastre, y con esto, sin querer hacer leña del árbol caído, pensé pronto vendría el final. Pero no, esto fue como que peor. Luego mi país se hizo una caricatura, una suerte de humor negro. EL PAÍS CON LAS MAYORES RESERVAS DE AGUA DEL MUNDO…y no tenemos suministro de agua. EL PAÍS CON EL SISTEMA ELÉCTRICO PIONERO DE LA REGIÓN…y no tenemos suministro constante de luz…EL PAÍS CON LAS MAYORES RESERVAS DE PETRÓLEO DEL MUNDO…y no hay gasolina, ni gas y los niveles de exportación del crudo dan risa. EL PAÍS CON TIERRA DE GRAN FERTILIDAD… y casi toda la comida es importada. Así, incomunicados del mundo, hediondos o de aseo escaso, y con una pandemia que azota a la humanidad, quizás ya es hora de parafrasear las palabras que Faraón dijera a Moisés: “levántense y salgan  de este pueblo, ustedes y los hijos de [Chávez]. Vayan para servir a [¿?] como ustedes dicen” (Éxodo 12, 31).

Parábola: Un defensor de los sancionadores habló en oración a Dios y le dijo: “Solo faltas tú. Si te sumas a las sanciones a Venezuela y les quitas la luz del sol lograremos sacar a este gobierno”. Algunos en el cielo esperaban la respuesta de Dios con algo de ansiedad e incertidumbre. “¿Qué les dirá? se preguntaban. Dios, en reunión trina, pidió tiempo para responder. Al día siguiente esperaban la respuesta así que, al mejor estilo de Sócrates en su apología, los invitó a sentar y les dijo: “Mi pueblo sufre, y sufre por sus propias decisiones. Sufren porque no han sabido madurar en la política y en la exigencia a sus políticos. Tanto los que favorecieron con su voto como los que omitieron votar dejan una gran enseñanza que esperamos la sepan procesar. Pero ¿qué gano con quitarle el Sol a un país que ya vive eclipsado? Mi hijo (Jesús), quien hoy nos acompaña, dijo una vez “…porque él (o sea yo, su Padre) hace brillar el sol sobre malos y buenos y envía la lluvia sobre justos y pecadores”. Por esta razón no voy a castigar a todo un país que ya vive las consecuencias (o castigos)  de sus propios caminos” Decepcionados los sancionadores se fueron cabizbajos y los meritorios de sanciones se creían triunfadores, gritaban: “Dios es revolucionario, Dios está con nosotros”. Nada nuevo de esperar porque quienes gobiernan solo saben hablar en lenguaje político y el lenguaje político de hoy es la gramática del infierno.

No conozco todavía un gobierno en el mundo que en mis años de vida haya gritado: “Renuncio, ya no me sancionen más”; y si existió, en Venezuela la receta no funciona, al mejor ejemplo de Cuba. En realidad mi país es un bello laboratorio del dolor, un medidor de sufrimientos y penas. Puedo hoy cerrar los ojos e imaginar a tantos niños, jóvenes y ancianos en confinamiento que a la par ahora no pueden ni ver televisión de cable. Que paradójico que el único que tiene el poder y la moral de sancionarnos no suprime el aire, la luz natural, el agua de lluvia, las siembras y los árboles, pero hoy tenemos unos viñadores asesinos que se apoderaron de mi país y por otro lado a unos vengadores que cada vez que nos tratan de ayudar terminamos como Sokovia en Avengers 2. Por favor ya no nos ayuden más.

Se me olvidó una anécdota final de la parábola: Ningún político que muera en ejercicio conocerá el cielo. Ojalá pueden vivir minutos de no poder antes de morir porque solo cuando vuelvan a ser  ciudadanos de a pie, conocerán las consecuencias de su infernal gestión. Luego de escuchar esto, los aludidos gritaron: “¿Qué moral tiene Dios para decidir quién entra o no en el cielo?” Como diría Antonio Machado en Campos de Castilla: la cordura del idiota. Dios los bendiga, nos vemos en la oración.

(un intento de literatura picaresca)

 

Luis Tarrazzi

@luistarrazzi

 

 

 


sábado, 9 de mayo de 2020

WILLIAM ANSEUME, EL ANTICRISTO TE RECIBE CON AMOR




En estos días Sr. Anseume, estuve escuchando una valiosa instrucción sobre el pensamiento lógico. Un enfoque filosófico Aristotélico que para él no tenía otro fin que enseñarle al hombre (interesado) a identificar la verdad de la mentira, centrado en las estructuras que nos ayudan a comprender los argumentos que alimentan conclusiones.

Leyendo su no original artículo, y no lo desmerito por contenido (eso lo haré más adelante) sino por el tema popular que aborda, surgen muchos elementos en él que son evidencia de la falacia y del cómo para continuar campañas de descréditos podemos tergiversar las palabras. Benedicto XVI, quien seguramente  será el menos valorado por el pensamiento común de su tiempo (de los Papas del Siglo XX),  ha sido un hombre que predicó con la coherencia de la Palabra de Dios, porque yo creo que su crítica, Sr. Ansueme, se quedó en un peón del tablero de ajedrez. Un valiente en la pluma tiene que tener los testículos comunicacionales para decir que el tirano en esta historia es Dios y su representante más popular en todo este asunto: Jesús.

Es fácil hacer artículos populares de agradable aceptación cuando conocemos lo que es popular y lo que no. En su artículo se mantiene limpia la imagen de Jesús, se mantiene en actitud de caridad y amor al homosexual y se denigra a la Iglesia Católica y a Benedicto XVI. Un artículo redondo donde solo unos cuántos "fanáticos" le saldrán al paso entre ellos, seguramente, entraré yo.

Con esta introducción comencemos con su agrio artículo. Usted inicia con una pregunta puntual: ¿dónde está el anticristo?, y surge de la afirmación que hiciera el emérito Papa cuando señalo que: “«Hace cien años se habría considerado absurdo hablar de matrimonio homosexual, hoy nos excomulgan cuando nos oponemos a él» El anticristo, Sr. Anseume, tiene teológicamente dos visiones, una que define toda corriente que va en contra de las enseñanzas de Jesús, completas no seleccionadas, y la otra visión es una persona que nacerá de gran influencia mundial y que de hecho, aunque esto le asombre, una de las características esperadas es que sea célibe porque tendrá un gran poder de control sobre sus instintos.

Pero además, si bien es cierto las sociedades cambian y evolucionan, no toda evolución es sinónimo de bien y eso creo lo dejó claro esta pandemia que nos hizo repensarnos qué frágiles somos como sociedad y mundo con las nuevas estructuras políticas, sociales y económicas que nos hemos construidos.

Usted habla de una hipocresía religiosa ante lo cual mete en esa saco a todas las formas de expresión de fe en el mundo, no solo el cristianismo. Esto es una falacia llamada Generalización apresurada: donde se intenta concluir una proposición general a partir de un número relativamente pequeño de casos particulares. La hipocresía “religiosa” no es diferente, ni mejor ni peor, que la suya y la mía. Porque así como la religión es llevada por hombres débiles e imperfectos, también hay otros quehaceres de la vida que tienen esta expresión y no por ello lo afirmado por Benedicto XVI es falso.

A su vez nos menciona con audacia que “va en aumento global el matrimonio gay o el reconocimiento legal/social/sexual/político, de quienes alientan la igualación de las consideraciones en materia sexual” y esto es cierto. Pero aquí también usa otra falacia para dar soporte a algo que aunque sea cierto no da argumento válido al hecho en sí mismo. El nombre de esta falacia es argumentum ad populum, también llamado sofisma populista. Consiste en atribuir la opinión propia a la opinión de la mayoría y deducir de ahí que si la mayoría piensa eso es que debe ser cierto. Supongamos que usted tenga una hija o nieta menor de edad y “es sabido” que la legalización de la pedofilia tiene sus defensores, como de hecho ocurre en Canadá, en la universidad de Queen´s University, donde existen educadores como el profesor emérito de psicología Vernon Quinsey que sostiene que la pedofilia es “apenas una orientación sexual más” comparable a la heterosexualidad y homosexualidad. Y supongamos Sr. Anseume que esta corriente del pensamiento “evolucionado” alcanza la misma cantidad de apoyo del que hoy goza la legalización de la homosexualidad. ¿Habría que aceptar que alguien tenga sexo libre con su hija o nieta porque es legal y aceptado? Si aplico su razonamiento “En América el avance es notable: Canadá, EEUU, México, en algunos estados y especialmente ciudad de México, reconocen uniones homosexuales” la respuesta creo es evidente.

El siguiente argumento que usa para darle solidez a su artículo es el llamado falacia ad verecundiam donde se apela a la autoridad o al prestigio de alguien o de algo a fin de defender una conclusión, pero sin aportar razones que la justifiquen. Usted nombra al gran escritor Vargas Llosa y sobre él usted señala: “De ese tenor lo entiende Mario Vargas Llosa, quién celebró la orientación legal en España hacia el matrimonio igualitario: «acto de justicia que reconoce el derecho de los ciudadanos a elegir su opción sexual en ejercicio de su soberanía, sin ser discriminados ni disminuidos por ello, y que reconoce a las parejas homosexuales el mismo derecho de unirse y formar una familia y tener descendencia que las leyes reconocen a las parejas heterosexuales». La sola cita que usted expone trae una incongruencia de fondo cuando promete una descendencia que por naturaleza es imposible e inclusive por vía artificial. El compuesto integral cromosómico que aporta la madre y el padre en un hijo que permite afirmar que el 50% es de la madre y el 50% del padre no existe en la unión homosexual, la cual por esencia es estéril. Pero además, si tomamos por cierto de bueno lo que apoya Vargas Llosa, en el año 2018 este señaló, sobre la matanza de periodistas en México que: “El que haya más de 100 periodistas asesinados en México es en gran parte por culpa de la libertad de prensa, que hoy permite decir a los periodistas decir cosas que antes no se podían permitir”. Entonces ¿Vargas Llosa se opone a la prensa libre y por ende es malo que la prensa sea libre?

Por último acusemos al que hay que acusar, al tirano Dios. Esto no le traería simpatía a sus lectores que en países latinos respetan en demasía la imagen de Jesús pero sí haría más honesto su desprecio a Benedicto XVI y a la Iglesia. Usted respeta la imagen de Jesús cuando señala: “El propio Jesús, el de Nazareth, por cierto, no lucía tan severo: sin hembra conocida; debido al ascetismo, con un tierno beso sellando la traición de Judas; acompañado recurrentemente por varios apóstoles, lavador de pies de al menos una prostituta extraordinaria”. Permítame oponerme a la imagen de  Dios que usted vende de forma incompleta y del que es evidente no tiene ningún aprecio. Jesús no era tan severo, era muy severo, porque las personas con principios claros de hecho lo son. Esto no niega su gran amor y misericordia que también la expresaba al extremo. Es el personaje de la Biblia que más habla del infierno y la condenación. Es un defensor de la Ley judía, la cual, señaló, no vino a derogar sino a darle plenitud: “No penséis que he venido para abrogar la ley ó los profetas: no he venido para abrogar, sino a cumplir” (Mateo 5, 17-37) y esa ley es clara no solo sobre temas religiosos sino sobre temas morales. Benedicto XVI tiene por culpa defender una tradición doctrinal que se alimenta de la Palabra de Dios. ¿Qué hacemos con frases como estas?: “No te acostarás con un hombre como se hace con una mujer, esto es una cosa abominable” (Levítico 18,22). Jesús conocía esta Ley, y muy bien. Porque fuera de su divinidad que no es tema dogmático a discutir en este artículo, el judío promedio conocía bien la ley de Israel. Y siendo así, ¿por qué Jesús se arriesgaría a decir que no vino a cambiar la ley sino a cumplirla? “Porque de cierto os digo, que hasta que perezca el cielo y la tierra, ni una jota ni un tilde perecerá de la ley, hasta que todas las cosas sean hechas”. (Mateo 5,18). Hay que ser bien ignorante o bien preparado para afirmar algo así.

Concluyo con una respuesta que los anarquistas contra la fe jamás quieren entender. San Agustín decía: “Dios aborrece el pecado pero ama al pecador”. De cierto el único pecado en el mundo no es la sexualidad ni dónde decidimos ejercitar nuestros placeres corporales. Pero en el pastoreo de la fe, la misión es mostrar el camino de Cristo para la salvación. Si no lo queremos tomar somos libres, al final ¿hoy quién escucha a la Iglesia?, ¿en qué influye la Iglesia en el mundo moderno? A veces sabemos de ella por sus enemigos. Quizás Dios mantiene la expresión viva para su iglesia del gran Salvador Dalí: “Que hablen bien o mal, lo importante es que hablen de mí”

Dios le bendiga, nos vemos en la oración

 Luis Tarrazzi

@luistarrazzi

P/D: En defensa del Sr. Anseume este es el artículo que motivó esta respuesta http://www.ventevenezuela.org/2020/05/07/donde-esta-el-anticristo-ratzinger-por-william-anseume/



domingo, 19 de abril de 2020

Jesús no suprimió la Ley del Talión




La historia del talión inicia en los tiempos de Moisés, específicamente la propone el libro del Levítico en el Capítulo 24, versículo 17 – 23. El resumen de esta ley supone esto: “fractura por fractura, ojo por ojo, diente por diente; se hará la misma lesión que él ha causado al otro” (versículo 20).

La tradición judía, en términos de justicia y todavía en nuestros tiempos se entiende así. Es como decir que todo el mal causado amerita una venganza, devolver el daño recibido no en menor proporción. De hecho la misma ley exhortaba a las tribus de Israel, ya distribuidas por Josué en el territorio de Canaán, a tener ciudades refugio (Josué 20,1-9), y el sentido de estas ciudades era “darle asilo a todo el que mate a un hombre involuntariamente; ahí podrían refugiarse para escapar a la venganza del pariente del difunto” (versículo 3).

Ya en los tiempos de Jesús la comprensión de esta ley cambia en uno de los dos sentidos posibles. El primer sentido es que toda acción tiene sus consecuencias y esas consecuencias son cónsonas a la ley del talión, es decir, ningún crimen, ningún mal quedará impune ante la mirada de Dios. Todo mal clama justicia. Pero lo que cambia Jesús es el quién ejecuta esa justicia. Jesús le retira al hombre el derecho de ejecutar esta justicia y solo da el derecho de ejecutarla a al tribunal divino, dirigido por el único Dios verdadero.

Es así como en Lucas 6, 27-38 aparece la ley del amor que supera a la del talión y es una ley que el hombre debe ejercitar para alcanzar la vida eterna. Recogiendo algunos fragmentos del texto nos encontramos con frases como estas: “Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian…al que te golpea en una mejilla, preséntale también la otra…traten a los demás como quieren ellos les traten a ustedes” Esto para los que ejercitan una lectura rápida es una derogación directa de la Ley del Talión, pero en mi pobre entender es un retiro de su ejecución desde la mano del hombre, no su eliminación.

En Marcos 9,42-50 Jesús nos da un duro consejo: “Si tu ojo es ocasión de pecado, sácatelo, pues es mejor entrar con un solo ojo en el Reino de Dios que ser arrojado con los dos al infierno” (versículos 46 y 47). Por eso vemos que en sentido figurativo, el costo de pecar con la mirada puede condicionar nuestra salvación y si pequé con el ojo es el ojo el que debe ser sacrificado (talión).

Cuando Jesús es arrestado Mateo recoge un incidente peculiar, llegado los soldados del templo y consumada la traición de Judas, uno de sus discípulos (Juan luego explicará fue Pedro) en un acto de defensa y amor a su maestro tomó una espada, la desenvainó y le cortó la oreja a Malco, uno de los soldados presentes. Aquí Jesús, que no se le escapaba ningún detalle, exclamó: “Vuelve la espada a su sitio, pues quien usa la espada perecerá por la espada. ¿No sabes que podría invocar a mi Padre y él, al momento, me mandaría más de doce ejércitos de ángeles? (Mateo 26,52-53) (Otra expresión del talión)

Basta finalmente considerar los acontecimientos posteriores a la muerte de Jesús. El rasgado del manto del templo, el temblor, y años después la destrucción definitiva del templo de Jerusalén, profetizada por Jesús cuando afirmó: “no quedará piedra sobre piedra” (Marcos 13,2).

Así en el sermón de la montaña Jesús nos recuerda de quién es la justicia y el derecho de aplicarla con rectitud: “Felices los que tienen hambre y sed de justicia porque serán saciados” (Mateo 5,6). ¿Quién saciará esa hambre y sed de justicia?, el Dios en quien recae todo poder y autoridad por los siglos de los siglos. Así entenderemos por qué Jesús dijo que no había venido a abolir la ley sino a darle plenitud, y dentro de la ley no abolida está la ley del talión. Los anawin o pobres de Yavhé, hoy en el cristianismo, no invocamos el mal para quienes nos hacen mal, no nos alegramos con el sufrimiento de quienes nos hacen sufrir, solo confiamos de forma absoluta en las promesas de nuestro único salvador. Dios los bendiga, nos vemos en la oración.

Luis Tarrazzi
@luistarrazzi

sábado, 11 de abril de 2020

ALÉGRENSE JUDÍOS Y MUSULMANES, CRISTO HA RESUCITADO




Esta Semana Santa, atípica, que quedará en la historia de la humanidad como aquella que los cristianos católicos tuvimos que vivir desde nuestras casas (año 2020) por la cuarentena mundial ante la pandemia del Coronavirus o Covid19, ha sido bien particular para mí. En familia, cada día hemos hecho reflexiones de la palabra, con las lecturas sugeridas por nuestra conferencia episcopal. Nos hemos estrenado de una forma más formal en eso que tenía tiempo escuchando pero que por ocupación y tiempo (excusas) no había desarrollado en mi hogar: ser iglesia doméstica.

Dios nos hizo volver a los orígenes, a la sencillez, al detalle. Parafraseando una de sus frases que dice no quiero sacrificios sino conversión, yo diría que este año Dios no quiso multitudes sino concentración, que entrásemos en nosotros mismos. Imagino que por años desde el cielo chocaba esa imagen de “cristianos” en playa, de rumba, bebiendo y disfrutando mientras vivíamos el recuerdo de la pasión, muerte y resurrección de nuestro salvador. Yo mismo, no pocas veces, vacacioné en tiempos así (otra de las vergüenzas que arrastraré en el libro de mi vida).

Pero tampoco es menos cierto que otros de los aburrimientos del cielo sería ver a los cristianos de semana santa autómatas, esos que siempre aparecían en la semana mayor para actuar, cantar, dirigir, protocolizar; al final nuestros templos pasaban a ser mercados por fuera y teatros por dentro. ¿Exagero?, para mí siempre el termómetro fue la hora santa del jueves santo, ¿cuántos adoradores tenía el Señor ante su presencia REAL, ¿EUCARÍSTICA, vs las multitudes que acompañaban procesiones, palmas y bendición del agua? Si la respuesta es pocos, entonces no exagero. Pero, además, Semana Santa es el tiempo ideal para promover conversiones, vocaciones y traer a los distantes al Señor. Sobre esto cada parroquia tendrá sus números, yo, no obstante, quiero expandir la alegría del resucitado a los más distantes de Cristo, a los que por doctrina y fe no pueden admitir que Cristo es Dios, es decir, mis hermanos judíos y musulmanes.

Uno de los mandatos de Cristo antes de ascender a los cielos fue: “Vayan por todo el mundo y anuncien la Buena Nueva toda la creación” (Mateo 16,15). Ustedes, hermanos judíos y musulmanes son parte del mundo, son creación de Dios, por lo tanto, les anuncio la Buena Nueva, el Evangelio de Cristo: EL SEÑOR HA RESUCITADO.

¿Cuánto tiempo seguiremos compartiendo el sofisma de que creemos en el mismo Dios cuando al no creer en la divinidad de Cristo niegan la divinidad en la que los cristianos creemos?, ¿cuánto tiempo más tomará los judíos, el pueblo elegido por el Padre, entender que el Mesías anunciado por los profetas, por sus profetas, es Jesús. Sí, mis queridos hermanos, hasta Moisés en la transfiguración del Señor Jesús se apareció en uno de los lados, con el profeta Elías para conversar con Dios. El Coronavirus nos colocó a todos en una misma realidad, por temor y salud. Pues ya es hora de que nos pongamos en una misma realidad espiritual. Es necesario que entren en esta verdad que no negará la suya, al contrario, hará la fusión perfecta. Cuando el pueblo elegido por Dios diga: Bendito el que viene en el nombre del Señor, Israel retomará su Gloria y majestad, porque por fin habrán colocado en el trono de David al verdadero sucesor.
                                                
Mis hermanos musulmanes, los temidos por la opinión pública porque no se les puede hablar de Mahoma, siempre he pensado ¿qué sentido tendría esta fe que aparece siete siglos después de Cristo? Mahoma en una gruta, solo, se le aparece el ángel (“Gabriel”) y le dice: Corán (recita) y esto, años después, daría vida a la Ley del Corán. Ante esto Pablo, el apóstol converso, el fariseo que, como muchos de sus predecesores, perseguía a cristianos, ya había hecho una advertencia en su epístola a los Gálatas: “Me sorprende que ustedes abandones tan pronto Aquel que según la gracia de Cristo los llamó y se pasen a otro evangelio. Pues no hay otro; solamente hay personas que tratan de dar vuelta al Evangelio de Cristo y siembran confusión entre Ustedes. Pero, aunque nosotros mismos o un ángel del cielo viniese a evangelizarlos en forma diversa a como lo hemos hecho nosotros, yo les digo: Fuera con él…Anatema” (Gálatas 1,6-9).

Si lo que buscamos es poder y dominio, ni hablar, seguiremos en esta lucha tonta y sin fin hasta el fin de los tiempos. Pero, si queremos vivir la dicha de ser naciones fecundas, seguras y prósperas creo que debemos deponer nuestra arrogancia, intereses particulares y empezar a seguir la línea lógica de la verdad, esa que mientras lees estas líneas te hablan en tu conciencia.

Los cristianos no somos en su gran mayoría el fiel testimonio de lo que predicamos. Muchos otros ni predican, por eso hoy Dios nos llama al encuentro, al origen de nuestros valores, desde el hogar y la familia para reencontrarnos con él. Debemos dar el paso al frente, debemos decir juntos: CRISTO HA RESUCITADO, ALELUYA.

Dios los bendiga, nos vemos en la oración

Luis Tarrazzi
@luistarrazzi

viernes, 27 de marzo de 2020

¿QUIÉN VENGARÁ LA TIERRA SI VENCE EL CORONAVIRUS?


THE REAL AVENGERS

Para los seguidores de las películas Marvel, en especial “Los Vengadores”, el concepto central era crear un grupo de resistencia que ante males superiores a nuestras fuerzas ellos pudieran dar las batallas que nosotros no podíamos dar. Así, Marvel vendía casi siempre dos etapas, el mal que al principio vencía, pero luego los Avengers o Vengadores restituían el orden. A eso se le atribuía el nombre de vengadores.

Ahora bien, fuera de la ficción y adentrándonos en la realidad (que no pocas veces es más dura que la ficción) hoy quisiera darle mi agradecimiento sincero a los que veo son los verdaderos vengadores del mundo, o por lo menos parte del equipo de héroes que no podemos dejar de agradecer: “los trabajadores de la salud”

Científicos, médicos y enfermeros, de ambos sexos, de distintas creencias, culturas y valores, están unidos bajo un mismo fin, salvar vidas. Hoy vemos como la salud nos muestra enemigos que no son de carne y hueso (citando a San Pablo) pero que tampoco son de naturaleza espiritual. Son virus, bacterias, agentes contaminadores de la salud. Y por eso en mis últimas reflexiones no vi gran utilidad en los armados ni en las enormes inversiones que países hicieron para obtener recursos de defensa militar, decían, para protegernos(se) de guerras e invasiones. Ya vemos qué poco sirve esto cuando nuestros pueblos están a merced de enfermarse física o espiritualmente.

Me costaría creer que todavía existan doctores pro aborto y pro eutanasia. Si el sueño de estos pensamientos criminales era controlar la densidad poblacional ya vemos como la naturaleza, SÍ, LO NATURAL, tiene sus propios métodos, permitidos por Dios. Hay equilibrio en lo natural y los seres humanos, con esta pandemia, creamos en lo que creamos, tengamos la fuerza económica que tengamos, debemos terminar de entender que somos huéspedes del mundo y no anfitriones ni dominadores. Creamos fronteras para mitigar los estragos del enemigo político, cultural e ideológico, pero se nos coló uno que con simplemente hospedar a un ciudadano del mundo se convirtió en un arma de destrucción.

El gran Iroman en diálogo que Capitán América, en vengadores 2, le pregunta: ¿Cómo los vamos a derrotar?, y el utópico Capitán responde: “juntos”. Replica Iroman, “¿Y si nos vencen”?, respondiendo Cap: “Nos vencerán juntos”.

Gracias, amigos de la salud, por dar la batalla que nosotros no podemos dar. Dios los bendiga, nos vemos en la oración

Luis Tarrazzi
@luistarrazzi

miércoles, 25 de marzo de 2020

CORONAVIRUS: UN ENEMIGO INMUNE A LAS BALAS




¡Qué lamentable y qué cifras tan preocupantes las que día a día nos arrojan los noticieros! Imágenes de féretros apilados en Italia, casas de cuidado de personas de la tercera edad fulminadas en España, hospitales improvisados en carpa en la Argentina, esto solo por citar tres ejemplos de cientos, porque cada vez son menos los países ajenos a esta amenaza.

Pero, como he venido reflexionando en estos días, todo tiene que dejar una enseñanza, por encima de una crítica, es direccionar nuestras vidas al término muy cristiano de la conversión. Mirar ¿qué nos llevó a esto? y, sobre todo, lo más importante, ¿ver nuestra pobre capacidad de respuesta?

Gobiernos, muchos gobiernos como el que guía los destinos de mi nación desde el año 1999, apostaron a lo bélico por encima de la salud. Esta suerte de video juego real de muchos políticos de montarse en tanques y tener muchas balas en su almacén lo veo como una patología de la inmadurez. Mientras un militar cuenta con enormes beneficios e impunidad para delinquir (en no pocos casos), nuestros médicos cobran salarios de miseria y trabajaban en entes hospitales públicos destruidos, de mal aspecto y sin recursos. Ahora, con el coronavirus o covid19 nace la pregunta desde el cielo: ¿para qué les sirven sus balas y sus misiles?, ¿cómo defenderán a sus pueblos, a las personas que los llevaron al poder porque creyeron en ustedes?

Como administrador que soy cuando me toca analizar escenarios económicos o de la planificación parto de lo más duro, es decir, del peor de los escenarios posibles, como hoy responsablemente especialistas de la salud lo sugieren. ¿Por qué?, porque partiendo de una base real dura podemos tener respuestas oportunas. Sin perder la esperanza se trabaja con la realidad de las cifras. Y en este caso un escenario que no busca atentar contra las medidas de aislamiento, pero sí buscarle un sentido a largo plazo es, como sociedad, ¿cuánto tiempo podremos aguantar así? Nótese lo que significa cerrar la producción de un país, de los comercios, los recursos económicos no percibidos; eso implicará que necesariamente, en algún momento, habrá que abrir las puertas y salir. Y puede ser que existan países que con las medidas logren disipar la transmisión del virus, pero si sus vecinos cercanos y lejanos no lo logran, por cielo, mar o tierra se volverán a exponer. Entonces la teoría de la supervivencia del más fuerte volverá a la luz. Mientras avanza la realidad de la vacuna, de las medicinas (la esperanza científica), ofrecida en tiempos reales entre 12 a 18 meses, las balas y los misiles seguirán mostrando su enorme inutilidad.
Hoy, incluyendo la ciudad de las ciudades como Nueva York, se ven ciudades del primer mundo clamando que no cuentan con los recursos de salud para atender una crisis de contagio masivo. Hoy vemos como la realidad es que todos los municipios del mundo requieren hospitales capacitados para atender todo, que nuestros jóvenes no pueden seguir enfrentándose a filtros educativos para estudiar estas carreras de la salud quedando exclusiva para hijos de médicos o unos pocos virtuosos académicos, que si un suero es más económico que una bomba lacrimógena es denunciable que los gobiernos como el mío no hayan tenido crisis de bombas para lanzársela a las marchas pero el gremio de la salud sí haya tenido crisis de sueros, crisis de medicamentos.

El coronavirus deja muchas enseñanzas, nos invita a cambiar las formas de gobernar, de priorizar medidas, de vivir la vida. Hoy el mundo se alineó, en cuestión de días para atender una misma medida: aislamiento social, todos en casa. Y se ha acatado no de forma perfecta pero sí masiva. Sí pudimos hacer eso por miedo, ¿lo lograremos hacer después por prevención?

En estos días reflexionaba sobre la parusía de Cristo y cómo sería posible que todo el mundo, en un mismo momento, viera los cielos abrirse y al Hijo del Hombre bajar con sus ángeles y santos: la respuesta me la dio el coronavirus, por los medios de comunicación. Así, conoceremos la Gloria del único Dios verdadero. Hoy lo podemos hacer por prevención, pero ese día muchos lo harán desde la esperanza consumada y otros, tristemente, desde el miedo y el dolor de sus culpas.

Menos balas y más salud resumen el sentido de esta reflexión. Dios los bendiga, nos vemos en la oración

Luis Tarrazzi
@luistarrazzi

lunes, 23 de marzo de 2020

¿DÓNDE ESTÁN LOS PROFETAS DEL CORONAVIRUS?



En los tiempos de profetas (tiempo que no ha caducado, pero sí se transformó después de Juan el Bautista con la venida de Cristo) ocurrían signos naturales o sobrenaturales que requerían anterior o posteriormente una explicación. El signo sin explicación queda a merced del deseo y la ignorancia colectiva. Es como el libro del Apocalipsis, a veces tan abandonado en la explicación formal eclesial que queda a la libre interpretación de personas sin escrúpulos. Estas interpretaciones o explicaciones en el Antiguo Testamento desde Moisés hasta Juan el Bautista tuvieron profetas de peso. Un Jeremías, llamado el profeta de los lamentos, quien vaticinó el destierro de Israel, un Isaías quien cargó sobre sí la responsabilidad de hablar al detalle sobre los aspectos de antesala y cierre de la venida del Mesías, y así cada uno, en sus formas, advertía sobre las consecuencias de vivir alejados de Dios, de sus leyes, pero, sobre todo, de su amor y confianza.

Con el pasar del tiempo y dando un salto gigante a nuestra actualidad se han vuelto tímidas las advertencias y hoy, empiristas y hombres de fe, se distribuyen los hechos, a veces dando a entender que hay cosas que vienen de Dios y otras tienen explicación desde lo natural, científico o humano (como si esto último no estuviera bajo su control). El demonio desaparece como artífice de las tentaciones y Dios como dueño del mundo. 

"¿No se venden dos pajarillos por un as? Pues bien, ni uno de ellos caerá en tierra sin el consentimiento de vuestro Padre."
(Mateo 10,29)
 
El Coronavirus no escapa de esta realidad. Una pandemia que inició a finales del año 2019 en China y que en tan solo tres o cuatro meses ha cerrado el mundo, ha transformado la frenética vida humana, sin noches y sin pausas, en una pasividad del hogar. Triste decirlo, pero no estábamos preparados para vivir tanto tiempo en familia, algo que otros tiempos posiblemente era más la norma que la excepción.

Aunque el mundo avanzó y los tiempos cambiaron esa realidad no pareciera ser parte del proyecto de vida de salvación que Dios tiene para nosotros. Estar tan ocupados, tan sumergidos en la tecnología, en el entretenimiento, nos aparta de la mirada a lo trascendental, nos aparta de ser humanos de pensamientos elevados, filósofos de nuestras propias vidas. Somos muy especializados, muy profesionales, muy técnicos, pero cada vez menos humanos. Centrando nuestras leyes en complacer el capricho de nuestros deseos, no instintivos porque lo instintivo defiende lo natural, sino del deseo de ser diferentes, de ir contra la corriente hasta de la misma vida, eso nos llevó a esta realidad. Hoy todos somos reos del mundo, y la cárcel para reformarnos, el lugar donde debemos pagar nuestro delito es el hogar, la familia: “¡qué bendición que sea así!”

Nos decía Sor Lucía, la mayor de las videntes de Fátima, que la última batalla del demonio contra Dios estaría dirigida contra el matrimonio y la familia. Y esa batalla estaba ganándola en todo el mundo. Muchos políticos por evitar etiquetas sociales avanzaron contra las leyes naturales divinas, pero hoy el Coronavirus (permitido por Dios) nos devuelve al génesis de nuestras vidas, y nos hace no solo reconocernos en rostros sino en roles.

Dios interviene en la historia del mundo cuando su camino desenfrenado hacia la destrucción va llegando a un no retorno. Y por eso, desde la esperanza sabemos que este mundo Dios jamás lo perderá. No salvará a nadie a la fuerza, como dicta la enseñanza de San Agustín (“El Dios que te creó sin ti no te salvará sin ti”) pero sí salvará a un mundo y sus criaturas de las malas decisiones de la humanidad. Porque nos dice el Génesis que todo lo que creó fue bueno, y el hombre fue muy bueno, pero además de bueno muy libre. Fue el mayor y más riesgoso regalo que nos dio, perfección en el chasis, pero libertad en su uso.

Así que invito a los predicadores, pastores, catequistas, consagrados, a no tener miedo de hablar de la mano de Dios que con amor nos corrige y actúa para salvarnos. No tengan miedo de hablar del peso de nuestras culpas y la gran necesidad de conversión que clama el cielo. No se trata solo de llamar a la oración, algo que muchos políticos han hecho con la realidad de este coronavirus o covid19, sino de llamar a la conversión. Jonás predicó la destrucción de Nínive, una ciudad que para recorrerla a pie se llevaba tres días. Y este pueblo, desde su Rey para abajo, clamó perdón y reconoció sus faltas. Se vistieron de saco (signo de arrepentimiento) y Dios les perdonó la vida. No es solo oración porque orar sin dirección es reforzar criterios de idolatría. Aquí se trata con un enorme sentido de pertenencia de decirle al mundo: VUELVAN A CRISTO PORQUE SOLO EN EL ESTÁ LA SALVACIÓN DEL MUNDO. Muchos llaman a orar al dios que tengan, algo así como pretender un encuentro amistoso de los dioses para que juntos actúen a favor de la humanidad. Quizás sea prudente cerrar con un recordatorio que nuestros hermanos mayores, los judíos, tienen por ley de vida:

Escucha Israel, el Señor tu Dios es uno, y amarás al Señor con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas”
(Deuteronomio 6,4 en adelante)

Dios los bendiga, nos vemos en la oración

Luis Tarrazzi
@luistarrazzi

domingo, 22 de marzo de 2020

¿CONOCEMOS EL DÍA QUE CULMINARÁ EL CORONAVIRUS?



En estos días de cuarentena he tenido la oportunidad de escuchar dos visiones teológicas, no solo científicas, de dos sacerdotes que siempre menciono en mis artículos, una del Padre Antonio Fortea, reconocido exorcista español, y el Padre Nelson Medina, sacerdote de la Orden de los Predicadores quien tiene una amplia trayectoria evangelizadora especialmente en las redes sociales y por su canal de youtube. Ambos los considero parte de mi primera línea de formación católica, actual y muy confiable.

Sin embargo, sobre este tema en particular logré percibir dos enfoques distintos o por lo menos no tan casados, sobre el papel de Dios en este tema del coronavirus. El padre Fortea habló del castigo, pero de una forma muy hermosa, de un Dios que siendo Señor de todo y dueño de todo puede permitir (palabra clave) calamidades personales o sociales por castigo o prueba, y ambos casos son fruto de su voluntad porque si bien no siempre será el responsable de generarlas, sí sería corresponsable por permitirlas pudiendo evitarlas. Fray Nelson si bien no niega que Dios castiga, cambia el término por corrección, pero sí niega categóricamente que Dios sea responsable de esta calamidad y lo analiza en clave de conversión. Si una corrección no da frutos de conversión no es de Dios. Y aunque él reflexiona sobre los países de mayor contagio (al momento de su video) y los menciona (China, Corea del Sur, Irán e Italia), tres de los cuatro países no son de tradición cristiana y el cuarto, el más cristiano en historia y anfitrión del Vaticano, tuvo análisis de algunos de ser un castigo por el tema de la pachamama (derivado del sínodo de la Amazonía). Esto Fray Nelson lo critica duramente y pregunta ¿qué clase de Dios sería si actuara así?

Con esa pregunta inicio mi reflexión. Es de mucha manía actual querer dar una definición conductual de Dios. Recuerdo una charla de un sacerdote que de forma presencial le escuché decir que si Dios actuara de X forma sobre el tema de la homosexualidad él mismo se saldría de la Iglesia. Y sí, desde la fe corremos un enorme riesgo de creer en el Dios de mis conceptos y aprobaciones y no el Dios que es. Por eso, aunque la exposición de Fray Nelson, en dos videos de más de una hora cada uno, es sencillamente magistral, sobre el tema del castigo me quedaré con la visión teológica del Padre Fortea.

Dios es Dios, y si le diera la gana de matar a toda la humanidad al mejor estilo Marvel con un Tanos chasqueando los dedos, igual lo amaría. Dios no se equivoca, su justicia y misericordia (presentada así en la Sagradas Escrituras) es perfecta y este coronavirus o covid19 es una calamidad que tiene frutos divinos importantes. Yo reflexiono cómo el mundo se está paralizando lentamente. Vemos fronteras cerradas, cadenas de producción no prioritarias cerradas, pero también vemos como con este virus temas como la trata de personas, el narcotráfico, las relaciones extra matrimoniales, los excesos propios de la vida recreativa nocturna, los prostíbulos, lugares nudistas, etc, todo se afecta y diría hasta se paraliza. También vemos como la contaminación galopante baja considerablemente y en mi ciudad (Caracas) el clima es hasta más frío, el cielo tiene días despejado, de noche se ven las estrellas.

A Dios hay que dejarlo ser Dios y este virus no durará ni más ni menos que lo que su voluntad desee. Eso me genera tranquilidad, saber y entregar esta situación en sus manos, con el trabajo admirable de científicos y gente de la salud en general, con gobiernos alineados en su mayoría a pesar de las enormes diferencias ideológicas, eso me permite conocer una visión de mundo que parecía utópica a dependencia de la voluntad humana.

Castigo o no, sin duda Dios, el autor de la vida, nos puso a pensar y volver a citar esa frase del salmo 8: “¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él?”.

No queramos pensar por Dios. Sabemos que Dios es amor, lo sabemos por la Biblia, sabemos que Dios es misericordia, lo sabemos por la Biblia, sabemos que es lento para la cólera, lo sabemos por la Biblia, pero es más lo que no sabemos de él que lo que sabemos. Dios es más que las cinco emociones de la película intensamente. Dios es sabiduría, es visión de futuro, es providencia, es poder (con todo lo que esa palabra implica). Para él nada es imposible y mucho menos inalcanzable.
Puedo terminar esta reflexión invitando como lo he hecho en otras ocasiones a reflexionar la historia del justo Job, en quien la escritura deja clara la permisibilidad de Dios para dejar que a este hombre bueno y santo le cayeran enormes calamidades, inmerecidas para pensar en un castigo, pero sí alineadas en el mismo criterio para colocarla en el concepto de prueba. Y Job no discute ni se conflictúa ante la voluntad de su Dios. La acepta y con dos frases da la respuesta para vivir momentos de dificultad: “El Señor me lo dio, el Señor me lo quitó, bendito sea Dios” y “Si aceptamos de Dios lo bueno por qué no hemos de aceptar lo malo”. Es decir, hay cosas malas que nos pueden venir de Dios, pero jamás esas cosas malas a nuestro entender tendrán una esencia de maldad como lo conocemos nosotros, porque al final Dios corrige a los que ama y siempre hará lo extremo por salvarnos, hasta dar la vida por nosotros. Dios los bendiga, nos vemos en la oración.

Luis Tarrazzi
@luistarrazzi