miércoles, 20 de mayo de 2020

SANCIÓN: EL SOL NO SALDRÁ MAÑANA EN VENEZUELA




Tantos intentos fallidos por sacar del poder al gobierno revolucionario chavista, nos han hecho sufrir, a los habitantes de este país todas las consecuencias de estos experimentos. A un país que solo le faltaba el perro para morir de sarna (porque ya están colapsados los servicios públicos en su totalidad) se le sumó recientemente una sanción que si buscaba afectar al gobierno apuntaron mal, porque me afectó a mí también. Se fue el Directv.

Pues bien, por favor, no nos ayuden más. Dios que respeta nuestra libertad solo apuntó su intervención cuando se llevó de forma natural, por enfermedad, a la cabeza de este desastre, y con esto, sin querer hacer leña del árbol caído, pensé pronto vendría el final. Pero no, esto fue como que peor. Luego mi país se hizo una caricatura, una suerte de humor negro. EL PAÍS CON LAS MAYORES RESERVAS DE AGUA DEL MUNDO…y no tenemos suministro de agua. EL PAÍS CON EL SISTEMA ELÉCTRICO PIONERO DE LA REGIÓN…y no tenemos suministro constante de luz…EL PAÍS CON LAS MAYORES RESERVAS DE PETRÓLEO DEL MUNDO…y no hay gasolina, ni gas y los niveles de exportación del crudo dan risa. EL PAÍS CON TIERRA DE GRAN FERTILIDAD… y casi toda la comida es importada. Así, incomunicados del mundo, hediondos o de aseo escaso, y con una pandemia que azota a la humanidad, quizás ya es hora de parafrasear las palabras que Faraón dijera a Moisés: “levántense y salgan  de este pueblo, ustedes y los hijos de [Chávez]. Vayan para servir a [¿?] como ustedes dicen” (Éxodo 12, 31).

Parábola: Un defensor de los sancionadores habló en oración a Dios y le dijo: “Solo faltas tú. Si te sumas a las sanciones a Venezuela y les quitas la luz del sol lograremos sacar a este gobierno”. Algunos en el cielo esperaban la respuesta de Dios con algo de ansiedad e incertidumbre. “¿Qué les dirá? se preguntaban. Dios, en reunión trina, pidió tiempo para responder. Al día siguiente esperaban la respuesta así que, al mejor estilo de Sócrates en su apología, los invitó a sentar y les dijo: “Mi pueblo sufre, y sufre por sus propias decisiones. Sufren porque no han sabido madurar en la política y en la exigencia a sus políticos. Tanto los que favorecieron con su voto como los que omitieron votar dejan una gran enseñanza que esperamos la sepan procesar. Pero ¿qué gano con quitarle el Sol a un país que ya vive eclipsado? Mi hijo (Jesús), quien hoy nos acompaña, dijo una vez “…porque él (o sea yo, su Padre) hace brillar el sol sobre malos y buenos y envía la lluvia sobre justos y pecadores”. Por esta razón no voy a castigar a todo un país que ya vive las consecuencias (o castigos)  de sus propios caminos” Decepcionados los sancionadores se fueron cabizbajos y los meritorios de sanciones se creían triunfadores, gritaban: “Dios es revolucionario, Dios está con nosotros”. Nada nuevo de esperar porque quienes gobiernan solo saben hablar en lenguaje político y el lenguaje político de hoy es la gramática del infierno.

No conozco todavía un gobierno en el mundo que en mis años de vida haya gritado: “Renuncio, ya no me sancionen más”; y si existió, en Venezuela la receta no funciona, al mejor ejemplo de Cuba. En realidad mi país es un bello laboratorio del dolor, un medidor de sufrimientos y penas. Puedo hoy cerrar los ojos e imaginar a tantos niños, jóvenes y ancianos en confinamiento que a la par ahora no pueden ni ver televisión de cable. Que paradójico que el único que tiene el poder y la moral de sancionarnos no suprime el aire, la luz natural, el agua de lluvia, las siembras y los árboles, pero hoy tenemos unos viñadores asesinos que se apoderaron de mi país y por otro lado a unos vengadores que cada vez que nos tratan de ayudar terminamos como Sokovia en Avengers 2. Por favor ya no nos ayuden más.

Se me olvidó una anécdota final de la parábola: Ningún político que muera en ejercicio conocerá el cielo. Ojalá pueden vivir minutos de no poder antes de morir porque solo cuando vuelvan a ser  ciudadanos de a pie, conocerán las consecuencias de su infernal gestión. Luego de escuchar esto, los aludidos gritaron: “¿Qué moral tiene Dios para decidir quién entra o no en el cielo?” Como diría Antonio Machado en Campos de Castilla: la cordura del idiota. Dios los bendiga, nos vemos en la oración.

(un intento de literatura picaresca)

 

Luis Tarrazzi

@luistarrazzi

 

 

 


No hay comentarios:

Publicar un comentario