En estos días Sr. Anseume, estuve
escuchando una valiosa instrucción sobre el pensamiento lógico. Un enfoque
filosófico Aristotélico que para él no tenía otro fin que enseñarle al hombre
(interesado) a identificar la verdad de la mentira, centrado en las estructuras
que nos ayudan a comprender los argumentos que alimentan conclusiones.
Leyendo su no original artículo, y no
lo desmerito por contenido (eso lo haré más adelante) sino por el tema popular
que aborda, surgen muchos elementos en él que son evidencia de la falacia y del
cómo para continuar campañas de descréditos podemos tergiversar las palabras.
Benedicto XVI, quien seguramente será el
menos valorado por el pensamiento común de su tiempo (de los Papas del Siglo
XX), ha sido un hombre que predicó con
la coherencia de la Palabra de Dios, porque yo creo que su crítica, Sr.
Ansueme, se quedó en un peón del tablero de ajedrez. Un valiente en la pluma
tiene que tener los testículos comunicacionales para decir que el tirano en
esta historia es Dios y su representante más popular en todo este asunto:
Jesús.
Es fácil hacer artículos populares de
agradable aceptación cuando conocemos lo que es popular y lo que no. En su
artículo se mantiene limpia la imagen de Jesús, se mantiene en actitud de
caridad y amor al homosexual y se denigra a la Iglesia Católica
y a Benedicto XVI. Un artículo redondo donde solo unos cuántos "fanáticos" le saldrán al paso entre ellos, seguramente, entraré yo.
Con esta introducción comencemos con
su agrio artículo. Usted inicia con una pregunta puntual: ¿dónde está el
anticristo?, y surge de la afirmación que hiciera el emérito Papa cuando señalo que: “«Hace cien años se habría considerado absurdo
hablar de matrimonio homosexual, hoy nos excomulgan cuando nos oponemos a él»
El anticristo, Sr. Anseume, tiene teológicamente dos visiones, una que define
toda corriente que va en contra de las enseñanzas de Jesús, completas no
seleccionadas, y la otra visión es una persona que nacerá de gran influencia
mundial y que de hecho, aunque esto le asombre, una de las características
esperadas es que sea célibe porque tendrá un gran poder de control sobre sus
instintos.
Pero además, si bien es cierto las
sociedades cambian y evolucionan, no toda evolución es sinónimo de bien y eso
creo lo dejó claro esta pandemia que nos hizo repensarnos qué frágiles somos
como sociedad y mundo con las nuevas estructuras políticas, sociales y económicas
que nos hemos construidos.
Usted habla de una hipocresía
religiosa ante lo cual mete en esa saco a todas las formas de expresión de fe
en el mundo, no solo el cristianismo. Esto es una falacia llamada Generalización
apresurada: donde se intenta
concluir una proposición general a partir de un número relativamente pequeño de
casos particulares. La hipocresía “religiosa” no es diferente, ni mejor ni
peor, que la suya y la mía. Porque así como la religión es llevada por hombres
débiles e imperfectos, también hay otros quehaceres de la vida que tienen esta
expresión y no por ello lo afirmado por Benedicto XVI es falso.
A su vez nos menciona con audacia que
“va en aumento global el matrimonio gay o el reconocimiento
legal/social/sexual/político, de quienes alientan la igualación de las
consideraciones en materia sexual” y esto es cierto. Pero aquí también usa otra
falacia para dar soporte a algo que aunque sea cierto no da argumento válido al
hecho en sí mismo. El nombre de esta falacia es argumentum ad populum, también llamado sofisma populista. Consiste
en atribuir la opinión propia a la opinión de la mayoría y deducir de ahí que si la mayoría piensa eso es que debe
ser cierto. Supongamos que usted tenga una hija o nieta menor de edad y
“es sabido” que la legalización de la pedofilia tiene sus defensores, como de
hecho ocurre en Canadá, en la universidad de Queen´s University, donde existen
educadores como el profesor emérito de psicología Vernon Quinsey que sostiene que la
pedofilia es “apenas una orientación sexual más” comparable a la
heterosexualidad y homosexualidad. Y supongamos Sr. Anseume que esta corriente
del pensamiento “evolucionado” alcanza la misma cantidad de apoyo del que hoy
goza la legalización de la homosexualidad. ¿Habría que aceptar que alguien
tenga sexo libre con su hija o nieta porque es legal y aceptado? Si aplico su
razonamiento “En América el avance es
notable: Canadá, EEUU, México, en algunos estados y especialmente ciudad de
México, reconocen uniones homosexuales” la respuesta creo es evidente.
El siguiente argumento que usa para
darle solidez a su artículo es el llamado falacia
ad verecundiam donde se apela a la autoridad o al prestigio de alguien o de
algo a fin de defender una conclusión, pero sin aportar razones que la
justifiquen. Usted nombra al gran escritor Vargas Llosa y sobre él usted
señala: “De ese tenor lo entiende Mario
Vargas Llosa, quién celebró la orientación legal en España hacia el matrimonio
igualitario: «acto de justicia que reconoce el derecho de los ciudadanos a
elegir su opción sexual en ejercicio de su soberanía, sin ser discriminados ni
disminuidos por ello, y que reconoce a las parejas homosexuales el mismo
derecho de unirse y formar una familia y tener
descendencia que las leyes reconocen a las parejas heterosexuales». La
sola cita que usted expone trae una incongruencia de fondo cuando promete una
descendencia que por naturaleza es imposible e inclusive por vía artificial. El
compuesto integral cromosómico que aporta la madre y el padre en un hijo que
permite afirmar que el 50% es de la madre y el 50% del padre no existe en la
unión homosexual, la cual por esencia es estéril. Pero además, si tomamos por
cierto de bueno lo que apoya Vargas Llosa, en el año 2018 este señaló, sobre la
matanza de periodistas en México que: “El
que haya más de 100 periodistas asesinados en México es en gran parte por culpa de la libertad de prensa, que hoy permite
decir a los periodistas decir cosas que antes no se podían permitir”.
Entonces ¿Vargas Llosa se opone a la prensa libre y por ende es malo que la
prensa sea libre?
Por último acusemos al que hay que
acusar, al tirano Dios. Esto no le traería simpatía a sus lectores que en
países latinos respetan en demasía la imagen de Jesús pero sí haría más honesto
su desprecio a Benedicto XVI y a la Iglesia. Usted respeta la imagen de Jesús
cuando señala: “El propio Jesús, el de
Nazareth, por cierto, no lucía tan
severo: sin hembra conocida; debido al ascetismo, con un tierno beso
sellando la traición de Judas; acompañado recurrentemente por varios apóstoles,
lavador de pies de al menos una prostituta extraordinaria”. Permítame
oponerme a la imagen de Dios que usted vende de forma incompleta y del que es evidente no tiene ningún aprecio.
Jesús no era tan severo, era muy severo, porque las personas con principios
claros de hecho lo son. Esto no niega su gran amor y misericordia que también la expresaba al extremo. Es el personaje de la Biblia que más habla del infierno
y la condenación. Es un defensor de la Ley judía, la cual, señaló, no vino a
derogar sino a darle plenitud: “No penséis
que he venido para abrogar la ley ó los profetas: no he venido para abrogar,
sino a cumplir” (Mateo 5, 17-37) y esa ley es clara no solo sobre temas
religiosos sino sobre temas morales. Benedicto XVI tiene por culpa defender una
tradición doctrinal que se alimenta de la Palabra de Dios. ¿Qué hacemos con
frases como estas?: “No te acostarás con
un hombre como se hace con una mujer, esto es una cosa abominable” (Levítico
18,22). Jesús conocía esta Ley,
y muy bien. Porque fuera de su divinidad que no es tema dogmático a discutir en
este artículo, el judío promedio conocía bien la ley de Israel. Y siendo así,
¿por qué Jesús se arriesgaría a decir que no vino a cambiar la ley sino a
cumplirla? “Porque de cierto os digo, que
hasta que perezca el cielo y la tierra,
ni una jota ni un tilde perecerá de la ley, hasta que todas las cosas
sean hechas”. (Mateo 5,18). Hay que ser bien ignorante o bien preparado
para afirmar algo así.
Concluyo con una respuesta que los anarquistas
contra la fe jamás quieren entender. San Agustín decía: “Dios aborrece el pecado pero ama al pecador”. De cierto el único
pecado en el mundo no es la sexualidad ni dónde decidimos ejercitar nuestros
placeres corporales. Pero en el pastoreo de la fe, la misión es mostrar el
camino de Cristo para la salvación. Si no lo queremos tomar somos libres, al
final ¿hoy quién escucha a la Iglesia?, ¿en qué influye la Iglesia en el mundo
moderno? A veces sabemos de ella por sus enemigos. Quizás Dios mantiene la
expresión viva para su iglesia del gran Salvador Dalí: “Que hablen bien o mal, lo importante es que hablen de mí”
Dios le bendiga, nos vemos en la
oración
@luistarrazzi
P/D: En defensa del Sr. Anseume este es el artículo que motivó esta respuesta http://www.ventevenezuela.org/2020/05/07/donde-esta-el-anticristo-ratzinger-por-william-anseume/
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