sábado, 9 de mayo de 2020

WILLIAM ANSEUME, EL ANTICRISTO TE RECIBE CON AMOR




En estos días Sr. Anseume, estuve escuchando una valiosa instrucción sobre el pensamiento lógico. Un enfoque filosófico Aristotélico que para él no tenía otro fin que enseñarle al hombre (interesado) a identificar la verdad de la mentira, centrado en las estructuras que nos ayudan a comprender los argumentos que alimentan conclusiones.

Leyendo su no original artículo, y no lo desmerito por contenido (eso lo haré más adelante) sino por el tema popular que aborda, surgen muchos elementos en él que son evidencia de la falacia y del cómo para continuar campañas de descréditos podemos tergiversar las palabras. Benedicto XVI, quien seguramente  será el menos valorado por el pensamiento común de su tiempo (de los Papas del Siglo XX),  ha sido un hombre que predicó con la coherencia de la Palabra de Dios, porque yo creo que su crítica, Sr. Ansueme, se quedó en un peón del tablero de ajedrez. Un valiente en la pluma tiene que tener los testículos comunicacionales para decir que el tirano en esta historia es Dios y su representante más popular en todo este asunto: Jesús.

Es fácil hacer artículos populares de agradable aceptación cuando conocemos lo que es popular y lo que no. En su artículo se mantiene limpia la imagen de Jesús, se mantiene en actitud de caridad y amor al homosexual y se denigra a la Iglesia Católica y a Benedicto XVI. Un artículo redondo donde solo unos cuántos "fanáticos" le saldrán al paso entre ellos, seguramente, entraré yo.

Con esta introducción comencemos con su agrio artículo. Usted inicia con una pregunta puntual: ¿dónde está el anticristo?, y surge de la afirmación que hiciera el emérito Papa cuando señalo que: “«Hace cien años se habría considerado absurdo hablar de matrimonio homosexual, hoy nos excomulgan cuando nos oponemos a él» El anticristo, Sr. Anseume, tiene teológicamente dos visiones, una que define toda corriente que va en contra de las enseñanzas de Jesús, completas no seleccionadas, y la otra visión es una persona que nacerá de gran influencia mundial y que de hecho, aunque esto le asombre, una de las características esperadas es que sea célibe porque tendrá un gran poder de control sobre sus instintos.

Pero además, si bien es cierto las sociedades cambian y evolucionan, no toda evolución es sinónimo de bien y eso creo lo dejó claro esta pandemia que nos hizo repensarnos qué frágiles somos como sociedad y mundo con las nuevas estructuras políticas, sociales y económicas que nos hemos construidos.

Usted habla de una hipocresía religiosa ante lo cual mete en esa saco a todas las formas de expresión de fe en el mundo, no solo el cristianismo. Esto es una falacia llamada Generalización apresurada: donde se intenta concluir una proposición general a partir de un número relativamente pequeño de casos particulares. La hipocresía “religiosa” no es diferente, ni mejor ni peor, que la suya y la mía. Porque así como la religión es llevada por hombres débiles e imperfectos, también hay otros quehaceres de la vida que tienen esta expresión y no por ello lo afirmado por Benedicto XVI es falso.

A su vez nos menciona con audacia que “va en aumento global el matrimonio gay o el reconocimiento legal/social/sexual/político, de quienes alientan la igualación de las consideraciones en materia sexual” y esto es cierto. Pero aquí también usa otra falacia para dar soporte a algo que aunque sea cierto no da argumento válido al hecho en sí mismo. El nombre de esta falacia es argumentum ad populum, también llamado sofisma populista. Consiste en atribuir la opinión propia a la opinión de la mayoría y deducir de ahí que si la mayoría piensa eso es que debe ser cierto. Supongamos que usted tenga una hija o nieta menor de edad y “es sabido” que la legalización de la pedofilia tiene sus defensores, como de hecho ocurre en Canadá, en la universidad de Queen´s University, donde existen educadores como el profesor emérito de psicología Vernon Quinsey que sostiene que la pedofilia es “apenas una orientación sexual más” comparable a la heterosexualidad y homosexualidad. Y supongamos Sr. Anseume que esta corriente del pensamiento “evolucionado” alcanza la misma cantidad de apoyo del que hoy goza la legalización de la homosexualidad. ¿Habría que aceptar que alguien tenga sexo libre con su hija o nieta porque es legal y aceptado? Si aplico su razonamiento “En América el avance es notable: Canadá, EEUU, México, en algunos estados y especialmente ciudad de México, reconocen uniones homosexuales” la respuesta creo es evidente.

El siguiente argumento que usa para darle solidez a su artículo es el llamado falacia ad verecundiam donde se apela a la autoridad o al prestigio de alguien o de algo a fin de defender una conclusión, pero sin aportar razones que la justifiquen. Usted nombra al gran escritor Vargas Llosa y sobre él usted señala: “De ese tenor lo entiende Mario Vargas Llosa, quién celebró la orientación legal en España hacia el matrimonio igualitario: «acto de justicia que reconoce el derecho de los ciudadanos a elegir su opción sexual en ejercicio de su soberanía, sin ser discriminados ni disminuidos por ello, y que reconoce a las parejas homosexuales el mismo derecho de unirse y formar una familia y tener descendencia que las leyes reconocen a las parejas heterosexuales». La sola cita que usted expone trae una incongruencia de fondo cuando promete una descendencia que por naturaleza es imposible e inclusive por vía artificial. El compuesto integral cromosómico que aporta la madre y el padre en un hijo que permite afirmar que el 50% es de la madre y el 50% del padre no existe en la unión homosexual, la cual por esencia es estéril. Pero además, si tomamos por cierto de bueno lo que apoya Vargas Llosa, en el año 2018 este señaló, sobre la matanza de periodistas en México que: “El que haya más de 100 periodistas asesinados en México es en gran parte por culpa de la libertad de prensa, que hoy permite decir a los periodistas decir cosas que antes no se podían permitir”. Entonces ¿Vargas Llosa se opone a la prensa libre y por ende es malo que la prensa sea libre?

Por último acusemos al que hay que acusar, al tirano Dios. Esto no le traería simpatía a sus lectores que en países latinos respetan en demasía la imagen de Jesús pero sí haría más honesto su desprecio a Benedicto XVI y a la Iglesia. Usted respeta la imagen de Jesús cuando señala: “El propio Jesús, el de Nazareth, por cierto, no lucía tan severo: sin hembra conocida; debido al ascetismo, con un tierno beso sellando la traición de Judas; acompañado recurrentemente por varios apóstoles, lavador de pies de al menos una prostituta extraordinaria”. Permítame oponerme a la imagen de  Dios que usted vende de forma incompleta y del que es evidente no tiene ningún aprecio. Jesús no era tan severo, era muy severo, porque las personas con principios claros de hecho lo son. Esto no niega su gran amor y misericordia que también la expresaba al extremo. Es el personaje de la Biblia que más habla del infierno y la condenación. Es un defensor de la Ley judía, la cual, señaló, no vino a derogar sino a darle plenitud: “No penséis que he venido para abrogar la ley ó los profetas: no he venido para abrogar, sino a cumplir” (Mateo 5, 17-37) y esa ley es clara no solo sobre temas religiosos sino sobre temas morales. Benedicto XVI tiene por culpa defender una tradición doctrinal que se alimenta de la Palabra de Dios. ¿Qué hacemos con frases como estas?: “No te acostarás con un hombre como se hace con una mujer, esto es una cosa abominable” (Levítico 18,22). Jesús conocía esta Ley, y muy bien. Porque fuera de su divinidad que no es tema dogmático a discutir en este artículo, el judío promedio conocía bien la ley de Israel. Y siendo así, ¿por qué Jesús se arriesgaría a decir que no vino a cambiar la ley sino a cumplirla? “Porque de cierto os digo, que hasta que perezca el cielo y la tierra, ni una jota ni un tilde perecerá de la ley, hasta que todas las cosas sean hechas”. (Mateo 5,18). Hay que ser bien ignorante o bien preparado para afirmar algo así.

Concluyo con una respuesta que los anarquistas contra la fe jamás quieren entender. San Agustín decía: “Dios aborrece el pecado pero ama al pecador”. De cierto el único pecado en el mundo no es la sexualidad ni dónde decidimos ejercitar nuestros placeres corporales. Pero en el pastoreo de la fe, la misión es mostrar el camino de Cristo para la salvación. Si no lo queremos tomar somos libres, al final ¿hoy quién escucha a la Iglesia?, ¿en qué influye la Iglesia en el mundo moderno? A veces sabemos de ella por sus enemigos. Quizás Dios mantiene la expresión viva para su iglesia del gran Salvador Dalí: “Que hablen bien o mal, lo importante es que hablen de mí”

Dios le bendiga, nos vemos en la oración

 Luis Tarrazzi

@luistarrazzi

P/D: En defensa del Sr. Anseume este es el artículo que motivó esta respuesta http://www.ventevenezuela.org/2020/05/07/donde-esta-el-anticristo-ratzinger-por-william-anseume/



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