En estos días de cuarentena he
tenido la oportunidad de escuchar dos visiones teológicas, no solo científicas,
de dos sacerdotes que siempre menciono en mis artículos, una del Padre Antonio
Fortea, reconocido exorcista español, y el Padre Nelson Medina, sacerdote de la
Orden de los Predicadores quien tiene una amplia trayectoria evangelizadora
especialmente en las redes sociales y por su canal de youtube. Ambos los
considero parte de mi primera línea de formación católica, actual y muy
confiable.
Sin embargo, sobre este tema en
particular logré percibir dos enfoques distintos o por lo menos no tan casados,
sobre el papel de Dios en este tema del coronavirus. El padre Fortea habló del
castigo, pero de una forma muy hermosa, de un Dios que siendo Señor de todo y
dueño de todo puede permitir (palabra clave) calamidades personales o sociales
por castigo o prueba, y ambos casos son fruto de su voluntad porque si bien no
siempre será el responsable de generarlas, sí sería corresponsable por
permitirlas pudiendo evitarlas. Fray Nelson si bien no niega que Dios castiga,
cambia el término por corrección, pero sí niega categóricamente que Dios sea
responsable de esta calamidad y lo analiza en clave de conversión. Si una
corrección no da frutos de conversión no es de Dios. Y aunque él reflexiona sobre
los países de mayor contagio (al momento de su video) y los menciona (China,
Corea del Sur, Irán e Italia), tres de los cuatro países no son de tradición
cristiana y el cuarto, el más cristiano en historia y anfitrión del Vaticano,
tuvo análisis de algunos de ser un castigo por el tema de la pachamama
(derivado del sínodo de la Amazonía). Esto Fray Nelson lo critica duramente y
pregunta ¿qué clase de Dios sería si actuara así?
Con esa pregunta inicio mi
reflexión. Es de mucha manía actual querer dar una definición conductual de
Dios. Recuerdo una charla de un sacerdote que de forma presencial le escuché
decir que si Dios actuara de X forma sobre el tema de la homosexualidad él
mismo se saldría de la Iglesia. Y sí, desde la fe corremos un enorme riesgo de
creer en el Dios de mis conceptos y aprobaciones y no el Dios que es. Por eso,
aunque la exposición de Fray Nelson, en dos videos de más de una hora cada uno,
es sencillamente magistral, sobre el tema del castigo me quedaré con la visión
teológica del Padre Fortea.
Dios es Dios, y si le diera la gana
de matar a toda la humanidad al mejor estilo Marvel con un Tanos chasqueando
los dedos, igual lo amaría. Dios no se equivoca, su justicia y misericordia
(presentada así en la Sagradas Escrituras) es perfecta y este coronavirus o
covid19 es una calamidad que tiene frutos divinos importantes. Yo reflexiono cómo
el mundo se está paralizando lentamente. Vemos fronteras cerradas, cadenas de
producción no prioritarias cerradas, pero también vemos como con este virus
temas como la trata de personas, el narcotráfico, las relaciones extra
matrimoniales, los excesos propios de la vida recreativa nocturna, los
prostíbulos, lugares nudistas, etc, todo se afecta y diría hasta se paraliza.
También vemos como la contaminación galopante baja considerablemente y en mi
ciudad (Caracas) el clima es hasta más frío, el cielo tiene días despejado, de
noche se ven las estrellas.
A Dios hay que dejarlo ser Dios y
este virus no durará ni más ni menos que lo que su voluntad desee. Eso me
genera tranquilidad, saber y entregar esta situación en sus manos, con el
trabajo admirable de científicos y gente de la salud en general, con gobiernos
alineados en su mayoría a pesar de las enormes diferencias ideológicas, eso me
permite conocer una visión de mundo que parecía utópica a dependencia de la
voluntad humana.
Castigo o no, sin duda Dios, el
autor de la vida, nos puso a pensar y volver a citar esa frase del salmo 8: “¿Qué es el hombre para que te acuerdes de
él?”.
No queramos pensar por Dios. Sabemos
que Dios es amor, lo sabemos por la Biblia, sabemos que Dios es misericordia,
lo sabemos por la Biblia, sabemos que es lento para la cólera, lo sabemos por
la Biblia, pero es más lo que no sabemos de él que lo que sabemos. Dios es más
que las cinco emociones de la película intensamente.
Dios es sabiduría, es visión de futuro, es providencia, es poder (con todo lo
que esa palabra implica). Para él nada es imposible y mucho menos inalcanzable.
Puedo terminar esta reflexión
invitando como lo he hecho en otras ocasiones a reflexionar la historia del
justo Job, en quien la escritura deja clara la permisibilidad de Dios para
dejar que a este hombre bueno y santo le cayeran enormes calamidades,
inmerecidas para pensar en un castigo, pero sí alineadas en el mismo criterio
para colocarla en el concepto de prueba. Y Job no discute ni se conflictúa ante
la voluntad de su Dios. La acepta y con dos frases da la respuesta para vivir
momentos de dificultad: “El Señor me lo dio, el Señor me lo quitó, bendito sea
Dios” y “Si aceptamos de Dios lo bueno por qué no hemos de aceptar lo malo”. Es
decir, hay cosas malas que nos pueden venir de Dios, pero jamás esas cosas
malas a nuestro entender tendrán una esencia de maldad como lo conocemos
nosotros, porque al final Dios corrige a los que ama y siempre hará lo extremo
por salvarnos, hasta dar la vida por nosotros. Dios los bendiga, nos vemos en
la oración.
Luis Tarrazzi
@luistarrazzi
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