Hay personas que viven en lugares muy sísmicos y no solo
están “acostumbrados” a ellos sino que saben cómo actuar. La naturaleza en su armonía y
riqueza también puede ser profundamente devastadora y cruel cuando reacciona
con eventos extraordinarios de índole terrestre, acuáticos o de viento.
Ciudades enteras, sociedades, comunidades han desaparecido a raíz de segundos
de horror y ayer, 21 de agosto de 2018, debo
reconocer el profundo temor que me invadió al vivir, en Venezuela, este
hecho.
Si bien es cierto desde mi infancia nos han dicho que somos
un país sísmico, en mis 36 años no había vivido eventos de mayor importancia. El terremoto
era para mí algo más referencial que de experiencia. Pero ayer me di cuenta y
conmigo todo un país, que no solo estamos ante el peligro real de una tragedia
de proporciones inimaginables sino que, mucho peor, como sociedad estamos en
pañales para vivir estas emergencias con responsabilidad.
Expertos hablan de que lo que salvó a Venezuela ayer fue la
profundidad del evento sísmico, ya que se haber sido más superficial la
historia sería otra. Yo quisiera añadir la obra providencial del Creador y la
intercesión de María Santísima. En lo particular, mi esposa y yo durante todo
el evento, en especial cuando el movimiento arreció, lo que hacíamos era
invocar a Jesús y María, pedir perdón a Dios y clamar esto pasara pronto. Y
pensé: “Si así me puse ante un hecho como esto, ¿cuánto dolor y pesar no
sentiremos ante el juicio de Dios cuando nuestra soberbia y arrogancia queden
enmudecidas por su Verdad?”. Pensé: “Si así muchos reaccionamos ante un evento
explicado y esperado, ¿cómo será ante la segundo venida de Jesús?
Por otra parte y sin pretender ofender
a nadie, el sincretismo religioso, lo que la Biblia en el Antiguo
Testamento hablaba sobre el pueblo hebreo cuando se prostituyeron a otros dioses,
no ayuda para nada ante estos hechos. Un pueblo que quiera vivir protegido,
próspero y fecundo debe poner su mirada con exclusividad y fidelidad en el Dios
revelado, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Siento que cuando la tierra
tiembla, y es para reflexionar, pocos abogan a sus ritos estériles o a sus
deidades modernas, ¿verdad que lo que más pronunciamos es “Dios”, “Señor”, “Padre
Santo”. Bueno, no olvidemos que estos hechos se repetirán. En Venezuela, hasta
ahora no son tan frecuentes, pero se repetirán. Y no siempre tendremos un final
tan feliz como el que hoy me permite contarles esta anécdota. Dios los bendiga,
nos vemos en la oración.
Luis Tarrazzi
@luistarrazzi
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