Muchas veces da la impresión de que la visión que algunos
tienen del Papa Francisco es de un Papa que debería custodiar lo existente, sin alterar nada. Es la línea
radical de la ortodoxia frente al otro extremo liberal que casi que asegura que
todo en la Iglesia debería cambiar.
En el Papa Francisco cabe bien esa
frase que escuché hace años que dice: “cada Papa
responde a su propio tiempo”; con ese acompañamiento prometido por Cristo de
que el Espíritu Santo la guiaría en la
verdad. Así, reciente a la publicación de este artículo, Francisco da un
nuevo giro en la doctrina católica, esta vez sobre la pena de muerte, al señalar que el catecismo debe cambiar en su
numeral 2267. Este numeral reza así: “La
enseñanza tradicional de la Iglesia no excluye, supuesta la plena comprobación
de la identidad y de la responsabilidad del culpable, el recurso a la pena de
muerte, si esta fuera el único camino posible para defender eficazmente del
agresor injusto las vidas humanas”. El cambio propuesto por Francisco da un
giro radical que señalaría: “la pena
de muerte es inadmisible, porque atenta contra la inviolabilidad y la dignidad
de la persona". Y es que no podíamos esperar una evolución doctrinal
diferente en un Papa que si algo lo ha caracterizado en su gestión es
recordarnos la misericordia de Dios en todo escenario y condición de vida. Esta
postura también ha destapado el fariseísmo de nuestra fe, que todos tenemos en
mayor o menor grado y que fue la principal justificación que determinó la
condena de Jesús por su propio pueblo.
No se trata de cuál justicia creamos
nosotros convenga más para cada caso. No dudo que existan asesinos tan viles
que merezcan, a nuestro emocional criterio, una muerte con dolor, o que existan
violadores que merezcan ser castrados; pero en la fidelidad y confianza de la
fe la justicia se traslada a quien la aplica de modo infalible, es decir, a
Dios. Y es que si algo nos aleja del amor es el poder de administrar la
justicia sobre nuestros propios hermanos basados en el rencor. Toda historia de
violencia y dolor tiene su propia verdad, que no justifica el hecho pero sí lo
explica y eso solo lo conoce a la perfección Dios.
Quizás entendiendo el asesinato
válido aquel que se ejerza en la legítima defensa de la vida, cuando tu vida
esté en peligro por un agresor, cualquier otra forma de impartir muerte debemos
dejársela a aquel capaz de crear vida. Un salto de fe muy grande pero que solo
podía derivar de un Papa que nos ha tratado de mostrar el rostro misericordioso
de Dios. Si el 5to mandamiento nos dice: “no
matarás” pues creo que es hora de
revisar nuestras excepciones. Dios los bendiga, nos vemos en la oración.
Luis Tarrazzi
@luistarrazzi
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