Los seres humanos, en este juego de poder y de gobernar, se
han paseado por diferentes formas de ejercicio del poder entre los cuales
podría mencionar tres: Monarquía, Dictadura y Democracia.
Sobre esto ya he escrito en otra oportunidad (aquí y aquí). La democracia
surgió como una solución (no moderna) que daba mayor participación al pueblo en
la elección de sus gobernantes y también brindaba la posibilidad de que
cualquier persona que cumpliera los requisitos constitucionales llegara al
poder.
Pero ya vemos lo podrido que está este sistema. Países que
tienen millones de habitantes desgastan años de sus siglos eligiendo siempre
las mismas caras o los mismos partidos. Así la democracia se ha convertido, en
mi opinión, en un viciado sistema de poder que facilita la corrupción.
El más reciente y bochornoso caso es el que vive el país de
Honduras que ya tuvo que suspender hasta las garantías constitucionales porque
su poder electoral aún no se decide a decir quien ganó. Entre un presidente en
ejercicio que la Constitución le impide reelegirse pero la “justicia” de su
país se lo facilitó y un animador de televisión.
Un continente que involutivamente se debate, en pleno siglo
XXI entre derecha e izquierda, comunismo o capitalismo. ¡Qué vergüenza!
El mito de la democracia, que no resultó ser más que una
utopía social, fracasó, y cuando como sociedad entendamos esto, superaremos la crisis
de los cuellos blancos, los intocables, aquellos que se dan vida de reyes fuera
del tiempo de las monarquías.
Hoy por hoy daría lo mismo meter en una gran caja todas las
cédulas o documentos de identidad de los habitantes mayores de edad de un país,
darle la vuelta tres veces, meter la mano y el que salga ser proclamado
presidente que pasar por estos viciados y absurdos procesos electorales como el
de Venezuela que maquillan ante el mundo un fundamentalismo súper ineficiente,
anárquico y criminal, del cual como sociedad nos hemos vuelto cómplices.
La silla del poder se la dimos al mal, al demonio, y desde
ahí se han sembrado los peores o antivalores. ¿Cómo superaremos
esto?, ¿cuál es la propuesta de quien critica?
Solo pienso en Dios, en lo que invocamos en el Padre Nuestro:
“venga a nosotros tu Reino”, y figuro
una nación entera que sin ser Teocrática viva con la mirada puesta en Dios y en
sus leyes. Así como una nación de Europa comienza a brillar, nación que vivió
el fascismo y comunismo en un mismo siglo, llamada Polonia, y que veremos
brillar más porque de ahí surgió uno de los santos más grandes que ha dado la
humanidad: San Juan Pablo II.
Sí, la democracia ya no es el modelo a seguir. Quizás mis
líneas no sean para este siglo XXI pero lo que sí es cierto es que un mundo que
le pertenece a Dios y que fue invadido por el demonio solo me permite recordar
la parábola de los viñadores asesinos. No debemos seguir perdiendo el tiempo de
quiénes deben gobernar el planeta, porque Dios es su máximo gobernante. Debemos
pensar en quiénes representan la voluntad de Dios en el mundo. Lejos estamos de
ver a un gobernante como el Rey David, que con sus grandes desaciertos dio a
Israel 40 años de prosperidad, fecundidad y seguridad. ¡Venga a nosotros tu
Reino Señor!, nos vemos en la oración.
Luis Tarrazzi
@luistarrazzi
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