Este probablemente sea mi último artículo del año 2017 con el
cual quiero agradecer a todas las personas que se han tomado el tiempo para
leer mis opiniones sobre diferentes tópicos.
Me gusta terminar un ciclo en diciembre, porque diciembre es
tiempo de esperanza, de alegría, de unión familiar, de fe. Por lo menos eso
debería ser, aunque cada vez lo sea menos. Es perverso ver como la navidad, sobre
todo en niños, se ha convertido en una aspiración de cosas que dan felicidad
(material) en la medida que son obtenidas. El consumismo y materialismo se
han apoderado de estas fechas y eso hace que la navidad sea como la descripción
de aquella canción que le encantaba a mi abuelo: cantares de navidad, que reza así:
“Hay quien tiene todo, todo lo que quiere y sus navidades siempre son alegres, hay
otros muy pobres que no tienen nada, son los que prefieren que nunca llegara”
Mi país es un reflejo de esta última frase de esa estrofa.
Probablemente estemos viviendo las peores navidades desde el punto de vista
económico de la historia republicana de nuestro país: Hiperinflación,
enorme escasez, muertes por desnutrición, crisis de salud y medicinas, descomposición política terrible, cargada
de mentira y odio, una anarquía social que ha convertido nuestras calles en un
caldo de violencia colectivo. Sí,
nuestras navidades son muy parecidas a las que describía el director Franco Zeffirelli
en su versión cinematográfica de la vida de Jesús (Jesús de Nazaret) donde los
judíos ante, la opresión romana, clamaban al cielo un Mesías que impulsara un
cambio.
Estas navidades cargadas de tantas crisis y austeridad no
creo sean casualidad, o mejor dicho para que no se interprete que Dios las
manda, son fuente de grandes oportunidades, de fortalecer la fe y re
direccionar las prioridades. Son una posibilidad de reforzar la unión familiar
y entenderla como una riqueza y bendición. Cuando la vida está cargada, como es
natural, de pérdidas físicas de seres queridos, uno se da cuenta de cuál valor
tiene cada persona, cada integrante de nuestra familia.
La navidad no es un tiempo para extrañar, para llorar o para
sumergirnos en amargas depresiones. Aunque humanamente sea casi que inevitable
hacerlo, la navidad es, y deberá ser siempre, CRISTO, camino, verdad y vida.
La cena, los adornos, que nos encantan, y bendecidos quienes
la puedan vivir en abundancia, son un plus. Pero ¿de qué nos serviría tanto
licor y comida, tanta belleza externa, si espiritualmente estamos como
sepulcros vacíos?
La navidad es actitud y según esté nuestra actitud estará
nuestra felicidad, no solo ante ella sino el resto del año. El 2018, como cada
año, trae enormes desafíos para nuestra fe católica, cada año menos seguida y
más fusionada con otras creencias paganas, leyes contra natura, contra la vida,
más anticlericales, más corrupción, más sexualización de nuestros jóvenes y
legalización de drogas. Un arte que año tras año avanza más y con más
atrevimiento a lo vulgar.
Ante este rostro Cristo se muestra como una esperanza cierta,
no utópica, que por amor espera paciente, ante la mirada de Dios Padre, la
conversión de los corazones y la construcción de su Reino; algo de lo cual
nosotros somos obreros y por lo cual debemos recordar las plegarias del maestro
cuando señalaba: “«La cosecha es
abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen, pues, al dueño de la
cosecha que envíe trabajadores a recoger su cosecha.»" (Mateo 9,37-38)
La lucha ardua, la que busca acabar el último bastión de
resistencia, es contra la familia. Esta puede ser la semilla de un nuevo amanecer
en la sociedad, no solo venezolana, sino del mundo entero. Esto lo sabe
Satanás, lo saben los poderosos, pero Si
Dios está con nosotros ¿quién contra nosotros? (Romanos 8,31)
Tengamos la fe de los pastores de Belén, la confianza de
María y José, y el gozo solemne de los ángeles. Creamos esta historia porque es
verdad y vayamos al encuentro del Salvador del mundo. ¡Alegrémonos!
"…os anuncio una
gran alegría, que lo será para todo el pueblo: os ha nacido hoy, en la ciudad
de David, un salvador, que es el Cristo Señor; y esto os servirá de señal:
encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre."
"«Gloria a Dios en las alturas y en la tierra
paz a los hombres en quienes él se complace.»"
(Lucas 2)
Feliz Navidad, nos vemos en la oración.
Luis Tarrazzi
@luistarrazzi
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