Sr. Mendoza, desconozco si en algún momento usted leerá estas
líneas que le dirijo abiertamente. Pero lo haré anticipando primero esto: En el único
mesías que creo es Jesucristo.
No le escribo por considerarlo un salvador para Venezuela ni el único venezolano con capacidades para
gobernar un país. Pero ante tantos fracasos de los políticos opositores de
Venezuela, ante tantas promesas incumplidas, ante tanta incapacidad y desorden,
si me preguntaran de las figuras públicas cuál me motivaría a ir a las urnas
electorales a las presidenciales del próximo año (2018) debo decirle, sin
reserva, que me motivaría usted.
Y lo considero porque un país necesita un gerente, no un
fanático fundamentalista del comunismo ni del capitalismo. Una persona que
entienda que como gerente lo importante es el país y que un país funciona
cuando cada quien hace su parte.
No le negaré que me asustan las propuestas de cambios que
sustituyen ideologías por otras. Por ejemplo, hoy en Venezuela no se discute la ideología de
género porque la coyuntura política lo impide, pero sé que con un cambio de
gobierno de los que llaman de avanzada traería estos debates de leyes pro aborto y pro
eutanasia. Así, siento que el problema de los políticos de hoy es que perdieron
el Santo Temor de Dios.
En el año 2015 usted dijo estas palabras: “Yo respeto a la gente que tiene la oportunidad de irse porque
cree que su condición personal le dice me voy a donde sea, es su decisión pero no la comparto, aquí 30 millones de venezolanos no podemos irnos
para Panamá o a Colombia, yo estoy con la gente que no puede irse para ningún
lado…A muchos que están pensando en irse,
evalúen bien su decisión porque estas cambiando unos problemas por
otros, Venezuela nos necesita a todos”. Y tomando sus palabras le confieso
que hasta hoy no había contemplado irme de mi país porque siempre confié, como
confío, que esta crisis estaría llegando a su fin. La muerte de tantos
estudiantes y sus luchas pensé moverían algo, la presión de calle pensé movería
algo, y sí, se movió, se movió el país hacia un barranco peor, más terrible y
más agudo.
Imagino lo que implica a un empresario exitoso como usted
postularse a las presidenciales. Debe implicar persecución, cárcel, embargo de
activos, amenazas. Y de verdad ese precio pareciera muy alto. Siempre me he
preguntado por qué usted no se ha ido definitivamente del país, por qué no ha
sacado a empresas Polar definitivamente de aquí, y la única respuesta que he
conseguido es “amor al país”.
Irme o no de Venezuela tiene su punto de inflexión. Cada
familiar y amigo que se ha ido ha tenido su punto de inflexión. La más notoria,
la Asamblea Nacional Constituyente. Para mí, pensando una reelección de Nicolás
Maduro pudiera ser ese punto de inflexión y sin ser analista político, hablando
desde mi corazón, quizás la única persona con credibilidad y tamaño para
adversar ese Goliat sea usted.
Dios disponga en su corazón lo más conveniente para su misión
de vida. Quizás no sea usted sino otro. No soy quién para adelantar los tiempos
de Dios, solo sé que el mío se consume y agota en un país que hace años dejó de
existir. Dios lo bendiga, nos vemos en la oración.
Luis Tarrazzi
@luistarrazzi
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