Mucho me costó pensar para darle un título a este artículo.
¿Para qué escribir sobre este tema?, ¿qué más se podría decir?, ¿quién estaría
interesado en leerlo, sobre todo con rabia en sus emociones?
La mayoría de mis escritos tratan de tener un rol evangelizador
y por eso los vinculo con citas bíblicas. Es que la vida de Cristo da para
todo, inclusive para abordar temas políticos, tan agudos y tan complejos como
el venezolano.
El ejercicio del poder tiene algo tan místico que ambos lados
de la eternidad, el bien y el mal, buscan influir en él. Sin ánimos de comparar
las fuerzas de Dios con las fuerzas del demonio, sin duda ambas partes se ven
limitadas, la primera por decisión y la segunda por autoridad divina, a
respetar el libre albedrío. Por ello su capacidad es de influir para gobernar,
no de gobernar directamente.
Yo cuando veo sistemas de gobierno como el que hoy gobierna
Venezuela, que lo tildaré de inédito, porque aunque algunos lo llamen
dictadura, otros cándidos democracia y otros autocracia, no puedo dejar de
recordar el poderosísimo imperio Romano, cuya data desde su fundación como
nación hasta su caído post era cristiana fácilmente superaría los 1000 años
(como imperio probablemente la mitad de ese período).
Cristo le tocó vivir en pleno Imperio Romano. Yo imagino que
era tanto lo que los judíos, en especial los Celotes, invocaban el poder del
Altísimo para castigar y barrer a Roma de sus tierras, que cuando llegó Jesús a
anunciarse como el Mesías muchos sentirían decepción, fraude o sencillamente
que este no podía ser el Rey esperado. Jesús se involucró tanto en el corazón
humano, en la conversión, que parecía que el imperio Romano no le incomodaba.
Cuesta conseguir unas líneas en los evangelios que estén dirigidas directamente
a Roma. Diferente cuando ya San Pablo, en el Capítulo 1 de la Carta a los
Romanos sí hace una durísima crítica a la forma de vida de este imperio.
Lo triste son las generaciones que nos ha tocado vivir esta forma de gobierno. Se te puede ir la vida tomando la decisión entre quedarte en
el país o irte, entre esperar el cambio y que el cambio nunca se dé. Debes
debatirte entre dejar a tus padres, hermanos, amigos, por irte, cual familia de
Nazaret, huyendo de Belén a Egipto, solo con tu mujer y tu(s) hijo(s), con la
recomendación de no voltear atrás, no por convertirte en piedra como le pasara
a la esposa de Lot, sino por hacer menos dolorosa la huída.
Pero Cristo, nuestro Dios, como en la barca y la tormenta,
pareciera nunca perder la calma, y nos dice una y otra vez: “Hombre de poca fe”.
El chavismo socialista – comunista – de izquierda radical ha
sido una aplanadora política y la democracia les ha dado legitimidad nacional e
internacional. Se culpa a la gente de no protestar, de no salir a las calles a
terminar con esto. Pero siendo justos aquí se ha hecho de todo. Se probaron las
vías electorales, se probó con dosis de violencia que costó la vida de
venezolanos, se probó tentando a las Fuerzas Armadas a levantarse y todo ha
fallado. ¿Por qué?, mi explicación es que la sociedad venezolano jamás se
preparó, porque era inimaginable, para enfrentar semejante Goliat
Lo he denunciado muchas veces. Primero debemos evaluarnos
como sociedad. ¿Qué queremos, qué aspiramos, que buscamos, qué Dios adoramos?
Queremos un cambio y está bien quererlo, pero ¿qué le ofrece ese cambio a la
providencia?, ¿sacamos corrupción y narcotráfico y con ello le daremos entrada
a la muerte del aborto, la eutanasia, la distorsión de los conceptos de familia,
la idolatría, etc? Roma no cayó por invasiones, ese fue el fruto de enormes
vicios y descomposiciones sociales que ya rayaban en lo dantesco. Roma se
debilitó tanto desde dentro que fue
presa fácil para lo que ellos llamaban bárbaros.
Nos hemos llenado de odio, división, nos han querido quitar
la alegría, el amor, la camaradería, la hermandad, la paz. Tenemos malos
políticos, algunos quizás luchadores, entregados (nunca desinteresados), pero
sin duda ineficaces porque la eficiencia política se mide por resultados, no
por intenciones o buenos deseos.
Por todo lo narrado yo quisiera permitirme comparar al
chavismo con Pilatos, ese Pilatos que lleno de ego y poder le dice a Jesús: “¿No sabes que tengo poder para soltarte, y
que tengo poder para crucificarte?” Juan 19, 10. A esto le imagino un
rostro de Jesús calmado, preciso y
contundente que replica: “Ninguna
autoridad tendrías sobre mí si no se te hubiera dado de arriba” Juan 19,11.
Sí, el chavismo gobierna con poder y autoridad porque le es permitido de lo
alto. Pero ese poder de lo alto no es
chavista, menos opositor. No nos confundamos. Dios es Dios, y ojalá cuando
sea que toque la salida de este gobierno
no vayan al mismo pozo de desecho los que odiaron desde el poder con los que odiaron desde
el deseo de cambio.
“No temáis a los que matan el cuerpo,
pero no pueden matar el alma; más bien temed a aquel que puede hacer perecer
tanto el alma como el cuerpo en el infierno”.
Mateo 10,28
Dios los bendiga, nos vemos en la oración.
Luis Tarrazzi