Un álgido debate, con
fuertes adjetivos, se ha dado en torno a la propuesta de Nicolás Maduro de la
Asamblea Nacional Constituyente. Sobre todo porque esta propuesta surge en
plena lucha campal, ciudadanía vs órganos de seguridad nacional (GNB y PNB) y
con la ya penosa muerte de venezolanos en estas protestas.
Un diálogo aparentemente
agotado, una soberbia como bandera y una obsesión de poder ante sistemas y
visiones políticas de país que se contraponen. El gobierno pareciera que todo
lo que se propone aplastantemente lo avanza y lo logra, sin regulación ni
medida y lo único que le sale mal, gobernar, no les afecta a ellos sino a todo un
país.
Recuerdo en las elecciones
primarias de la MUD cuando el candidato Diego Arria propuso la Constituyente
para depurar todas las instituciones del país, no solo limpiar el ejecutivo
sino también los otros poderes evidentemente viciados y parcializados. En ese
momento pocos apoyamos su posición ya que se decía que siendo el chavismo una
masa importante del país era imposible pensar en un nuevo gobierno que les desconociera y les negara espacios (demagogia electoral para obtener los votos chavistas). Se apostó siempre a lo electoral, a lo
democrático, y fuimos engañados sistemáticamente, burlados en campañas
electorales desproporcionadas y resultados dudosos.
Hoy siento, más que nunca,
que la visión de Arria sigue muy vigente. Pero la idea se la robó su principal
adversario y la tomó como bandera para terminar de lijar las adversidades y
hacerse más contundentemente del poder aunque sea sin el apoyo popular.
La lucha se está dando en
las calles. La estrategia pareciera hacer ingobernable el país y obligar a
gobierno ya ni siquiera a medirse sino a dimitir. Pero por una razón u otra
pareciera que la mejor alternativa que encontró Maduro fue proponer
autoliquidar toda la revolución con una constituyente. Pero, ¿por qué?
Pienso, y acá mi humilde
opinión, que el chavismo detectó que promoviendo ellos el arma que garantizaría
barrerlos del panorama político y ante la visceralidad opositora de decirle que
no a todo lo que proponga el gobierno, estos no se medirían ni se sumarían a la
propuesta constituyente, dejando “electoral y democráticamente” todo el proceso
abierto para guiarlos ellos en soledad, como aquella Asamblea Nacional chavista que
contó con una alta abstención opositora, sin candidatos, y que gobernó por 5
años sin limitación alguna. Así, activando la constituyente, aunque sin la opinión
del pueblo, lo cual vicia toda la intención, le da un matiz “democrático” a lo
que evidentemente es la búsqueda de ganar tiempo, desmotivar la lucha y generar
un hondo sentimiento de desesperanza y frustración.
Mi consejo: Todos los
espacios de lucha que se planteen hay que darlos y con delegados que
representen y no dejen vacíos esos espacios. La calle, la institucionalidad, lo
electoral y lo constituyente. No por apoyarlo, es por hacerle
cara y para que ellos entiendan que no gobernarán y dispondrán de las decisiones políticas sin una
voz que les haga ruido. Creo no es sabio dejar espacios solos, porque por esas
fisuras se nos puede terminar de morir la república y ahí sí sería el tiempo y
la muerte la que solo nos daría relevo.
No apoyo una constituyente
guiada solo por el gobierno. Pero sí creo que es un arma para limpiar todos los
poderes del país, barrer lo malo y rescatar una república prostituida en leyes,
en moral, en valores y en su fe. El estratega político que sepa medir los espacios de lucha verá que su fuerza crece
y no dará oportunidad para el debilitamiento de la principal batalla que se
está dando: RESCATAR A VENEZUELA. Dios los bendiga, nos vemos en la oración.
Luis Tarrazzi
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