El día de ayer, 27 de marzo de
2016, un domingo de pascua de resurrección, la madre Angélica, fundadora
de la cadena de televisión más importante del mundo católico llamada EWTN (por
lo menos así lo siento yo), falleció.
Desde el punto de vista de la fe
se usó la expresión: “partió a la casa
del Padre” (aciprensa) y desde el punto de vista biológico “murió”.
Madre Angélica entre muchas de
sus virtudes fue un ejemplo de perseverancia y una luz para quienes nos cuesta
seguir el camino de la providencia, ya que EWTN, sin el patrocinio
de publicidades pagadas, se sostuvo bajo la ala protectora de la providencia
divina, por la voluntad de su fundadora. Pero a su vez Madre Angélica es un
ejemplo de evangelización, del cómo la fe, empleando tecnología y creatividad,
puede adaptarse a los tiempos modernos sin
sacrificar “una tilde de la ley”, de
la doctrina y de la verdad.
No sé si Madre Angélica tenga
aroma de santidad, eso lo podrán decir quienes lleven su causa y quienes la
conocieron a profundidad. Con un temperamento fuerte y un ardiente celo por la
Iglesia Católica, Madre Angélica no medía opiniones cuando de criticar posturas
contrarias a la verdad se trataba, aunque en sus críticas salpicara a obispos o
sacerdotes. Era frontal, quizás bastante literal a la hora de interpretar las
Escrituras pero ella era ese romance entre un alma que más que buscar una exégesis
bíblica trataba de hacer de la Biblia vida
para las sociedades presentes.
Atendiendo llamadas, haciendo
programas con temas improvisados, entusiasmada más por hablar de Dios que por programar
lo que debía decir en televisión, recibió una bendición celestial, de eso sí
que no me cabe duda. Madre Angélica entregó a Jesús sus cinco panes y dos peces
de ideas y el Señor le multiplicó una exitosa y sana señal de formación
católica internacional.
Madre Angélica promovió
conversiones. Conozco testimonios de personas que por el solo hecho de
sintonizar un programa de esta señal volvieron su vida de la indiferencia, del
secularismo, y abrazaron la fe. Y es que bien nos decía el salvador del mundo: por sus frutos los conocerán.
Su vida no estuvo cargada de
salud ni de placeres. Enfermedades e incapacidades físicas la acompañaron buena
parte de su vida, cargó su cruz pero avanzaba, Madre Angélica parecía que nada
le detenía. Quizás porque recordaba esa frase de San Pablo: “si Dios está conmigo quién contra mí”
Madre Angélica quizás represente
una de las últimas generaciones santas del siglo XX. Madre Angélica la podrán
acusar de muchas cosas (que desconozco, pero basta con ser católicos para ganarnos
enemigos gratis), pero de lo que jamás podremos levantar una crítica es que
haya amado poco a Jesús, a su Iglesia, con sus ángeles y sus santos.
Hoy desde la ventana del cielo,
por donde Dios siempre nos mira seguramente se le permitirá una breve asomada y
con una mano en su hombro le dirán: “¡Viste
que sí valió la pena Angélica!” y no se lo dirán por la gente que la amó y
la extrañó, sino por la cantidad de conversos que deja una obra de fe que se
atrevió a levantar el portón de un garaje y arrancar. Así es Dios, hace posible
lo imposible porque “para Dios nada es
imposible”. Gracias Dios por regalarnos un alma como la Madre Angélica.
Ojalá sea ejemplo de periodismo y fruto de muchas conversiones. Dios los
bendiga, nos vemos en la oración.
Lic. Luis Tarrazzi
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