jueves, 22 de diciembre de 2016

OTRA NAVIDAD SIN CRISTO


Complicado entender lo que significa la navidad en nuestros tiempos. Adornos, ropa y comida se han posado con fuerza en el altar de nuestros corazones para la navidad y sin lugar a dudas hoy adoramos más la magia de la navidad que al Dios encarnado que se hizo hombre para devolvernos la amistad con el Dios Padre Creador.

Cristo prometió, hace más de 2000 años que regresaría; y esta segunda venida, la definitiva, marcaría el fin de lo conocido, del pecado y del mal, trayéndonos la justicia y la paz que todos anhelamos pero por la que pocos trabajamos. Ahora, esperar 2000 años a una persona y sostenerse a receta de fe no es sencillo. ¿Será que Cristo no volverá?

La pregunta que yo más bien debería realizar es: ¿Cristo alguna vez se fue? A veces confundimos ver con presencia, tocar con presencia, oler o escuchar con presencia. Y en realidad Cristo dijo: “yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28,20). Cristo transformó su manera de acompañarnos en lo que siempre ha sido, un Dios Omnipresente que trasciende lo físico. En nuestra fe cristiana católica, Jesús se hizo parte de nuestra vida en el Sacramento Eucarístico, donde el sagrario es como el pesebre y Cristo, vivo y real, hace morada en él para que vayamos, como los pastores y reyes, a adorarle en espíritu y verdad.

En nuestras casas estamos esperando la navidad, eso es indudable, pero ¿estamos esperando a Cristo? Esta interrogante me recuerda las palabras de Jesús cuando interpelaba al mundo al decir: “…cuando el Hijo del Hombre venga, ¿hallará fe en la tierra?” (Lucas 18,8)

Recientemente publicaba el sacerdote dominico Fray Nelson Medina en su cuenta de facebook lo siguiente: “Muchos cristianos han olvidado qué significa Navidad; al parecer algunos fundamentalistas de otras religiones sí lo tienen bien presente”. Haciendo clara alusión al reciente atentado vivido en Alemania donde un vehículo envistió un mercado con elementos característicos de la navidad occidental.

La navidad es navidad por Cristo. Esperar su venida, anhelarla sin miedo y con profunda esperanza es lo que más nos debe caracterizar como cristianos. Aunque cada vez resulte más difícil y contra corriente, es la fe la que debe sostenernos. Feliz navidad 2016 para todos, Dios los bendiga, nos vemos en la oración.


Luis Tarrazzi

martes, 20 de diciembre de 2016

LOS 5 PASOS PARA HACER UN “BUEN” ESPÍRITU DE LA NAVIDAD



Este 21 de diciembre, como nos lo ha enseñado la doctrina de la Nueva Era, muchos católicos celebrarán el espíritu de la Navidad. Una fiesta marcada por nuestras necesidades y la invocación de un poder que nos lo conceda. Podríamos decir que es un prólogo para la navidad, que no se vincula en nada con ella pero que se suma a nuestra nutrida cartera de sincretismos y dudas.

Por eso he preparado para este año un honesto manual de conciencia que nos servirá para vivir esta celebración más clara y coherente con lo que realmente somos:

Primero: Termina de reconocer que No amas a Dios por sobre todas las cosas. Esto te aliviará profundos males de incoherencia y te definirá como lo que realmente eres, un practicante politeísta. Dios se define a sí mismo como un Dios celoso y como el único Dios verdadero y este nivel de fe nos invita aceptar lo bueno y lo malo que recibimos e inclusive aceptar aquellas cosas que no llegan a nuestras vidas porque ante la mirada del Creador seguramente no nos convienen todavía o nunca.

Segundo: No santifiques las fiestas dominicales porque ahí, en las misas, hay una oración que repetimos en comunidad que reza así: “Tuyo es el Reino, tuyo es el Poder y la Gloria por siempre Señor”. Semejante afirmación no da espacio a invocaciones de desconfianza en deidades que nada tienen que ver con Jesús y su camino de salvación.

Tercero: El 21 en la noche, cuando esperes con emoción al espíritu de la navidad, coloca una cruz en la mesa y mírala “minutos antes de que llegue este simpático viejito de los deseos” así, mirando a Jesús y su dolor, encontrarás más sentido a la traición de Judas que lo vendió por 30 monedas de plata y quizás hoy tú lo harás por 7 deseos.

Cuarto: Cuando termines de leer cada deseo repite con devoción: “Te lo pido a ti porque desconfío de la Providencia de Dios”. Eso acelerará el poder de tu deseo y quizás haga que el mismo llegue más rápido. Porque seguramente has olvidado las palabras del Arcángel Gabriel: “Para Dios nada hay imposible”.

Quinto: Aclárale a tu nuevo dios que creerás en él pero no para siempre. Porque seguramente cuando el demonio invite a nuevas traiciones contará contigo para sus proyectos cargados de “buenos” deseos. No olvides que gracias al demonio y la emoción de Eva por ser como Dios hoy nosotros morimos y sin Cristo no tendríamos salvación.

Que tengas un feliz espíritu de la navidad. Dios te bendiga, nos vemos en la oración


Luis Tarrazzi 

lunes, 12 de diciembre de 2016

AL DIOS DESCONOCIDO (POR LOS VENEZOLANOS)



Hace pocos días publiqué este comentario en mi muro privado de facebook, el cual comparto a continuación:

“Aquí tiene ya que pasar algo", la frase más clara que señala el nivel de impotencia que tenemos los venezolanos. La verdad es que ya no sabemos qué hacer y todo lo transformamos en "algo". Estamos como en los tiempos de Pablo en Grecia orándole " al Dios desconocido"
La rabia que sentimos es fruto del miedo. Y así, con miedo, la esperanza se nos nubla.
¿Qué podemos hacer? De momento he optado por dos opciones: entregar todo mi futuro a la providencia de Dios y desde mi cotidianidad sembrar en la cosecha del mañana (estudiantes) la fe en Dios y el Santo Temor de Dios.
La muerte de Chávez dejó claro que la cabeza de este mal no era él sino el demonio. Y que sin una conversión como la de Nínive Venezuela avanza hacia una purga divina sin precedente en su historia.
Somos una sociedad que asusta, que no nutre, pecadora. Solo queda decir: perdón mi Señor.

Hoy he decidido compartirlo y expandirlo un poco en aras de que la idea no quede en los momentos de una red social sino como un testimonio presente para la posteridad.

Cuando Pablo entró en Grecia, con el entusiasmo de llevar la buena nueva que a él lo había convertido, fracasó. Y fracasó no porque su mensaje fuese mentira ni por falta de voluntad. Es que Grecia, con su politeísmo, creía en muchas cosas y a su vez no creía en nada. Era una suerte de tener “dioses a la carta”, según sea la necesidad se utilizaba o se cambiaba de dios.

Constantemente muchos creyentes caemos en el error de la desesperanza y cuando Dios calla muy prolongadamente le buscamos sustituto; cuando perdemos la fe pues invocamos EL ALGO que cambie las cosas, una suerte de ruleta de la historia cuya pelotica esperamos caiga en el número correcto.

Cuesta creerlo pero Dios no se cruza de brazos ante los acontecimientos de la vida, de la tuya y de la mía. Es como señalan en la película Dios no está muerto 2, al decir en el guión que: “Durante la prueba el maestro está en silencio”. Eso es lo que siento, insisto, nos falta como país; Confiar en el Dios crucificado de Pablo y no poner nuestra esperanza en la desesperanza, en ese algo que nadie sabe qué es.

El demonio, líder de todos los males, instrumentaliza personas y a través de ellas da rostro a su maldad. Pero las utiliza y estas al consumirse en su maldad son reemplazadas por otras. Por eso el mal nunca termina ni terminará hasta la parusía de Cristo. Solo una sociedad reduce sus niveles de maldad y de error cuando, como Nínive, se arrodilla y pide perdón por sus errores, algo que en Venezuela parece tan distante de ocurrir porque no tenemos “un rey” que tema a Dios y respete sus advertencias. ¿Será el tiempo de la purga? Dios los bendiga, nos vemos en la oración.

Luis Tarrazzi

viernes, 2 de diciembre de 2016

¿QUÉ ES LA IGLESIA?


Muchas respuestas teológicas, pastorales y hasta mundanas podrían aventurarse a responder esta pregunta, y en términos de certeza creo todas podrían dar un aporte constructivo para resumir una sola respuesta.

Desde la fe, Iglesia somos todos los bautizados en Cristo, una comunidad que cual familia de Dios (citando el catecismo) camina hacia la eternidad. Una Iglesia dividida en tres: Militante, Purgante y Triunfante.

Pero la Iglesia nació de una respuesta. Sí, fue una respuesta correcta, certera y muy iluminada que donada por Dios (según el mismo Cristo) sembró las bases de nuestra fe. La respuesta a su vez derivó de una pregunta concreta de Jesús: “¿Y para ustedes, quién soy yo?”. Sonaría radical decir que una persona que no le responda esto a Jesús no debería formar parte de la Iglesia. Esa pregunta, consciente y directa nos interpela y no tiene atajos, matices o varias opciones. La pregunta llevada al primer pronombre personal, el yo, nos la haría hoy Jesús así: “Para ti, ¿quién soy yo?” Porque si para ti Cristo es una ideología de vida, un amigo fiel, un profeta, un iluminado, un guía, un tipo chévere de la historia de la humanidad, entonces en tí la Iglesia no podría sembrar raíces, no podrías ser sucursal de esta Iglesia Universal (Católica). La respuesta es una: “Tú eres el Mesías, el hijo de Dios vivo” Esta respuesta de Simón le dio entrada a la Iglesia de Cristo a nuestra historia humana. Fue su respuesta acertada, poco pensada pero potentemente colocada en su intelecto la que impulsó el nacimiento de nuestra Iglesia.

Sí, nuestra Iglesia fue producto de una respuesta correcta, de un anhelo de verdad, de una inspiración divina, de un profundo amor. La Iglesia es el recuerdo más vivo de un Cristo humano y la Eucaristía es la presencia viva de un Cristo Divino.

La Iglesia camina y tropieza pero su santidad brilla por Jesús. La Iglesia es la fuente de respuestas correctas. La Iglesia es el manual que seguido conduce a una eternidad con Dios.

Se podrán equivocar cardenales y obispos, sacerdotes y laicos, pero Cristo no se equivocó cuando dijo estas palabras: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Yo también te digo que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella.…” (Mateo 16, 17-18). Dios los bendiga, nos vemos en la oración.


Luis Tarrazzi

sábado, 26 de noviembre de 2016

YA CONOCES LA VERDAD, FIDEL


La vida, sin la mirada puesta en la muerte, puede ser una trampa cargada de errores y arrogancias, de sueños estériles y de luchas vacías. Dijo Jesús: “¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero si pierde su vida?” (Marcos, 8,36), y en efecto, hoy la muerte de Fidel Castro, una muerte anhelada por muchos y temida por otros, nos recuerda estas palabras.

Siempre que muere una figura pública, política, de cierta importancia (amada u odiada), de esas que no pasan indiferentes ante las emociones de los que se enteran de su partida, me gusta señalar y reiterar como cristiano que no debemos desearle el infierno a nadie, porque la única vez que el demonio muestra una sonrisa sincera en su rostro es cuando le arrebata un alma a Dios.

La Cuba de Fidel Castro representó, en mi opinión, la Rusia de Europa en los tiempos bolcheviques. Unos conceptos de comunismo y revolución que tristemente abrazó Latinoamérica y que mi país todavía vive bajo la secuela del también fallecido presidente Hugo Chávez. Sí, a muchos Fidel hizo muchísimo daño. Cuando hubo personas que se vieron obligadas a dejar su país, arriesgando sus vidas en balsas improvisadas, sumada a las que murieron en el intento, cuando este país cayó en un profundo atraso tecnológico y regulación de alimentos, sin duda no podemos hablar humanamente hablando de progreso. Pero el principal daño que vivió Cuba en los tiempos de Fidel fue cuando la Iglesia fue reducida casi que a la nada, arrebatándole instituciones de acción social y eliminando la formación cristiana. Ya que claramente se sabe que Comunismo e Iglesia son agua y aceite.

Pero Fidel tuvo un por qué. Antes de su llegada muchos llamaban a Cuba el patio trasero de los EEUU y sin duda los niveles de popularidad y aceptación con los que llegó Fidel al poder hablan de una sociedad dolida, cargada de una enorme necesidad de cambio y anhelos de un futuro mejor. El problema de los que llegan al poder es que el demonio se sienta a su lado y si se aceptan sus ofertas de placeres y comodidades el gobernante lo acomoda como consejero político y de vida. Recordemos la última tentación que el demonio hiciera a Jesús en el desierto, Rey de reyes y Señor de señores: “le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos. Y le dijo: todas estas cosas te daré si, postrándote delante de mí, me adoras” (Mateo 4,1-11). Quien no llega con el Santo Temor de Dios a gobernar se convertirá en un sirviente del demonio.

Pero hoy Fidel, como todos algún día, conoce la verdad. Esa verdad de la que Cristo hablara a Pilatos (“Todo el que es de la verdad escucha mi voz”), esa verdad que salva (“Nadie viene al Padre sino es a través de mí”), y lo importante es que dentro de la infinita misericordia de Dios Fidel haya reconocido esta verdad, la haya aceptado y se haya salvado. Porque si Fidel se cerró la puerta de la misericordia la ganadora no será la justicia, será el demonio y nuevamente hoy el demonio habrá sonreído.

La justicia de Dios, que purifica con el dolor de nuestras culpas, salva. No se regocija con la condenación de ninguna alma. Fidel, como todos, para salvarse, deberá tener el dolor de sus errores, idolatrías y daños causados. No hay salvación sin ese dolor. Pero Fidel al salvarse sería un alma nueva, diferente a la que le embriagó este mundo cargado de poder, placeres y opresiones.

Que Fidel sea un ejemplo para los políticos del mundo, en especial los de mi amada Venezuela. Porque la muerte llega y no avisa. La muerte es la factura que deberemos pagar ante Dios y que cuando los fondos no alcanzan la fe en Cristo, su gracia, es la que señala: Tu deuda está saldada por mi Cruz. Dios los bendiga, nos vemos en la oración.


Luis Tarrazzi

miércoles, 23 de noviembre de 2016

¿JUSTIFICAMOS MUCHO A DIOS?


Así como existen personas en extremo pesimistas, esos que en nada ven la esperanza de un cambio o de un milagro, existe el otro extremo que son las personas que ante todos los problemas y adversidades inyectan dosis de esperanza a las personas y afirman, recurrentemente, “Dios te va ayudar” o “Dios te dará lo que pides, fe”

Yo creo que ambos casos no son del todo edificantes porque al final hablar por Dios ante situaciones que desde fuera desconocemos sus causas y sus propósitos, y sin un sustento místico o de fe, es divagar. Una enfermedad, la dificultad para obtener una vivienda, una situación país socialmente complicada, la muerte de un ser querido, etc, ante la mirada de Dios puede tener un propósito que lejos de ayudar a prometer que cambiará, puede se agudice y deje una profunda enseñanza.

A Dios, como dicen muchos, hay que dejarlo ser Dios. Y Dios a veces dice que no, a veces los tiempos de dolor y sequedad son necesarios en almas muy desviadas del camino de la salvación. Porque de eso se trata, de salvarnos, no de consentirnos en deseos finitos.

No es correcto prometer por Dios. Decirle a un enfermo: “¡Yo decreto en el nombre de Jesús que vas a sanar!” o al necesitado que su situación cambiará. Y señalo que no es correcto porque cuando la sanación no llega o la realidad de momento no cambia la respuesta emocional del afectado, lógica y humana, es de decepción y distanciamiento. El creyente debe aprender amar a Dios por el solo hecho de ser Dios y confiar a ciegas en su providencia. Y que cada camino transitado, de espinas o espuma, ante la mirada de Dios no es vano, no es seco y no deja de llevar a una felicidad eterna.

Así, el salmo 23(22) señala hermosamente: “Aunque pase por el valle de sombra de muerte, No temeré mal alguno, porque Tú estás conmigo; Tu vara y Tu cayado me infunden aliento”.

El siguiente soneto, anónimo, lo expresa extraordinariamente así:

No me mueve, mi Dios, para quererte
El cielo que me tienes prometido,
Ni me mueve el infierno tan temido
Para dejar por eso de ofenderte.

Tú me mueves, Señor, muéveme el verte
Clavado en una cruz y escarnecido,
Muéveme ver tu cuerpo tan herido,
muévenme tus afrentas y tu muerte.

Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera,
Que aunque no hubiera cielo, yo te amara,
y aunque no hubiera infierno, te temiera.

No me tienes que dar porque te quiera,
Pues aunque lo que espero no esperara,
Lo mismo que te quiero te quisiera.

Como consejo, no prometamos por Dios, enseñemos a las personas a confiar en Dios, a refugiarse en él, a no buscar dioses falsos ni placebos espirituales. Porque así se lo cantamos a Cristo en la liturgia: “Quien cree en ti Señor, no morirá para siempre”. Dios los bendiga, nos vemos en la oración.


Luis Tarrazzi

martes, 26 de julio de 2016

EL LADO OSCURO DEL ROSTRO DE DIOS




Utilizando una comparación muy común para referirnos a cosas sombrías o malas se suele hacer referencia a la oscuridad. La oscuridad en cierta forma es la percepción que genera en nosotros miedos, ansiedades, inseguridades. Así cabe la pregunta: ¿por qué hablar de un lado oscuro del rostro de aquel que es “luz del mundo”

No sé si a ustedes les habrá tocado alguna vez experimentar un estado de dolor, angustia o rabia a un nivel altísimo, e inclusive no sé si han experimentado que han orado para que la causa de esos males se vaya y estos no solo no se van sino que empeoran. Es desde ahí que personas que han perdido seres queridos o que ven tanto mal en sus vidas expresan frases como estas: “¿cómo puedo yo creer en Dios si existe este mal en mi vida? Ó ¿cómo puedo yo creer en Dios si permitió esta enfermedad en mi hijo, esposa, madre y además murieron aún cuando le pedí a ese Dios no murieran?”; frases así, en mayor o menor grado son muy comunes y si les soy franco no las critiquemos tan a la ligera hasta que no experimentemos en nuestras vidas pruebas así, porque yo mismo me he visto tentado a expresarlas.

Desde una óptica humana, desde el yo hacia Dios, podríamos entender esto como un Dios que perturba el entendimiento. Una persona que pudiendo evitar un mal no lo evita es cuestionable. Por ejemplo: ¿Tiene más valor el libre albedrío que el mal?, porque si el razonamiento para explicar el mal deriva en el libre albedrío, entonces: ¿es acaso esto una suerte de juego celestial cuyas piezas somos nosotros? Sin embargo, como todo lo relacionado con Dios, las cosas no hay que verlas desde la obra sino desde su autor. Es cierto, la libertad considero es el bien supremo de la humanidad, después de la vida. Con ella nos ganamos la salvación por voluntad y no por autómatas, como una rica herencia de la fe en Cristo. Pero más allá de la libertad hay una visión que nos es inalcanzable, inhóspita, pero real. Y es que Dios ve más allá de nuestra inmediatez, de nuestros deseos.

Cuando Dios no responde con un sí a nuestras súplicas, cuando no consuela nuestras dolores con un chasquido de dedos o cuando no nos hace caer del cielo los bienes materiales que creemos necesitar no es que Dios tenga un rostro oscuro, sádico y maligno; al contrario, es porque sabe, mejor que nadie, lo que realmente es bueno para nosotros y qué nos dará paz. Por lo  tanto el lado oscuro del rostro de Dios es una mala percepción de nosotros, no una certeza de lo que realmente es. No hay posibilidad de que en la luz habite un milímetro de oscuridad y Dios es 100% luz, una luz con sabiduría, con amor, que corrige, guía y siempre procurará nuestro bien.

La oración más fácil que podemos hacerle a Dios, la más honesta y segura es la que dice: “que se haga tu voluntad”, así como se lo decimos en el Padre Nuestro. Con esa oración le damos una carta blanca para el bien pero también para purificar nuestros errores. Esos errores que nos hacen decirle a Dios qué hacer, cómo hacerlo y cuándo hacerlo. Con Dios hay que tener paciencia y créanme es lo que más cuesta entender. Al final todo lo que deriva de Dios nos gustará, inclusive aquello que en algún momento nos llevó a enojarnos con él, porque ese rostro oscuro que percibíamos tenía, no era más que el lente sucio de nuestros conceptos. Dios los bendiga, nos vemos en la oración.

Luis Tarrazzi

viernes, 22 de julio de 2016

MIS VERDADERAS MOTIVACIONES PASTORALES. ESTOY EN ESTE GRUPO POR…




Me puse a ver la película Miracles from Heaven, y algo que me llamó poderosamente la atención es que siendo una comunidad cristiana no católica (protestante), al inicio de la misma queda bien identificada la unión del grupo, con su música sensibilizadora pero siempre en torno a Jesús, el compartir como comunidad (comidas) y sobre todo estar ahí para los momentos difíciles, cuando algunos de la iglesia o del grupo pasan por problemas.

A veces desde nuestra fe católica, la cual amo y espero siempre, fortalecido en Cristo, defender, una de nuestras patas cojas radica en dos cosas: 1) la unión extramuros, extra actividades centrada en el respeto y la vivencia de lo que predicamos y 2)el hacer todo por Jesús y no por figurar, por protagonismo o como excusa para salir de la casa y contar con ciertas libertades.

Recuerdo en una actividad musical, hace ya algún tiempo, hubo la participación de muchos grupos parroquiales. Estos grupos en mayor o menor grado se esmeraron por hacer una buena presentación. Pero cuando llegó un momento guiado de meditación y oración hubo una fuerte desconexión y fastidio de un gran número de los mismos participantes. Se suponía que quizás aquel momento cumbre y sublime no debía derivar en lo que en efecto derivó, el aburrimiento. ¿Qué explica esto?

Hace unos años intenté hacer un encuentro inter pastoral (como un Congreso) entre colegios católicos de mi comunidad con el fin de intercambiar experiencias, evaluar con eficacia la labor evangelizadora y finalmente explorar cuáles eran nuestras verdaderas motivaciones. Así podríamos lograr establecer objetivos comunes que sirvieran para abordar problemas compartidos y muy particulares de nuestra sociedad venezolana. ¿Qué ocurrió?, ninguna pastoral podía. Todos en julio estaban cansados y cuando regresaban en septiembre ya había que comenzar. ¿Agosto?, intocable, eran las vacaciones. Eso me desmotivó tanto que conversando con el Padre que me había dado su apoyo y facilitado inclusive el lugar para realizar aquella magna reunión me dijo: (no cito) < que el problema se centraba en las motivaciones de muchos de esos miembros de grupos o integrantes de esas pastorales. Había casos de personas con problemas de autoestima que ahí se sentían parte de algo, otros(as) estaban más por intereses sentimentales particulares, otros(as) por protagonismo – reconocimiento> pero a pocos les gustaba ser evaluados, corregidos, cuestionados y, si eran criticados, podían hasta irse.

Así, y sobre todo cuando se trabaja con jóvenes, si no se logra establecer con claridad el sentido de formar parte de un grupo cristiano católico, que debe ser muy eucarístico, muy de oración, muy de evangelización con la doctrina de la Iglesia, muy de servicio, muy de formación, terminamos siendo un club social, un plan vacacional o un grupo de retiro de la tercera edad, muy dinámico pero poco efectivo.

Quizás a veces vemos protestantes o mismos católicos que cuando oran lo hacen con fervor, no les da pena levantar sus manos, hablar de Jesús en todos los espacios de su vida, no temen al qué dirán, y muy probablemente muchos de nosotros nos hemos burlado de ellos o mínimo catalogado de fanáticos fastidiosos. Pero ¿no estaremos más bien nosotros demasiado mundanizados, muy desconectados de la verdadera esencia del servicio pastoral?

No todo puede ser risas y pasarlo bien, no todo puede ser chistes y juegos. Eso está bien, pero no es la fuente de la interiorización. El que llega a un grupo cristiano, a una pastoral tiene que ser transformado en el amor de Cristo, convertido y comprometido con la causa de su propia salvación y facilitar la de los demás. Y sí, tiene que haber minutos de formación clara, minutos de oración profunda, interpelante. Tiene que existir un acompañamiento en todo momento y muy solidario. ¿Se han enfermado miembros de tu grupo y no los has visitado u ofrecido tu mano amiga?, ¿se ha complicado la economía de alguno de los miembros de tu grupo y le has brindado ayuda, auxilio o simplemente acompañamiento?, ¿Se ha desviado del camino algún miembro de tu grupo, alguna condición de pecado grave, vicio, y más que corregirlo con amor has ignorado la situación o lo has expulsado por pecador?

A todo esto ¿cómo respondería Cristo?, esa es la gran pregunta. ¿Qué haría Cristo?

Siempre expreso que no es un juicio de opinión porque bastantes errores que tengo. Solo quizás busco sumarme a esta lucha de des mundanizar mis vivencias de fe, de que los líderes de grupos o movimientos vean el gran beneficio o daño que pueden hacer con sus testimonios y ejemplos y que ninguna actividad, retiro, juego o dinámica puede estar por encima del silencio que permite escuchar la voz de Dios. Dios los bendiga, nos vemos en la oración.

Luis Tarrazzi

miércoles, 13 de julio de 2016

¿RECIBIRÁS COSAS DE DIOS SOLO SI ESTÁS EN GRACIA?





La tentación de condicionar el amor, los dones y los milagros de Dios a la gracia es muy alta, sobre todo cuando estamos tan acostumbrados a que debemos ser buenos con quienes son buenos con nosotros o por lo menos son agradecidos.

Pero ¿para qué es la gracia?, la gracia, fruto de la fe en Jesús, es el principal requisito (casi el único) para poder aspirar, al morir, entrar en el Reino de los Cielos, esto porque como señala el libro del Apocalipsis “nada impuro entrará en él”. Pero la gracia no es un condicionante para recibir de Dios su amor, sus milagros o inclusive sus dones. Para esto la fe tiene un rol principal, una fe que como primer escalón, conduce a la gracia y acompaña cada transitar, con caídas y subidas, con aciertos y errores. Jesús muchos milagros los condicionaba a la fe, no a la gracia y su amor se proyectó más que nada en pecadores, paganos o inclusivo adversos a su mensaje.

¿Quiero con esto exhortar a las personas a que no aspiren la gracia?, pues no, al contrario, una fe que no motiva a buscar la gracia es una fe tan muerta e inútil como la fe sin obras de la que hablaba el apóstol Santiago. Sobre todo porque aunque no tengamos la capacidad de entender el significado de no poder entrar al cielo y el sufrimiento que ese genera, de forma temporal en el purgatorio o de forma definitiva en el infierno, no contar con la gracia debería a todos preocuparnos. La gracia no es un asunto de pensar para después, de dilatar, de dejarla para cuando estemos viejos, esa edad que se caracteriza porque aunque quisiésemos pecar ya el cuerpo no responde con el mismo afán a las tentaciones del mundo; no, al contrario, porque no sabemos “ni el día ni la hora” en que la muerte nos llegará.

Ahora, ¿por qué entonces motivarme hablar sobre esto?, porque a veces uno siente que la fe la vivimos y la exigimos en otros llenos de estereotipos morales, administrando lo que no nos toca administrar: la voluntad de Dios.

Jesús habló mucho sobre cómo obraba su generosidad y amor y cómo esta se expresaba por igual inclusive en los que respondían tarde al llamado, los que no creían, los que tenían pecados graves o los que se levantaban con profundo odio en contra de él. Dios al final todas sus decisiones las centra desde el amor y el amor, como describe San Pablo:

… es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece;
no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor;
no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad.
Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará.
 Porque en parte conocemos, y en parte profetizamos;
mas cuando venga lo perfecto, entonces lo que es en parte se acabará.
(1 Corintios 13)

Reclamar la gracia para recibir el amor de Dios o inclusive para recibir dones y milagros sería actuar como el hermano mayor de la parábola del hijo pródigo, porque precisamente es desde el amor que se activa la fe y desde la fe que se llega a la gracia; y ese camino está lleno de tantas incomprensiones para nuestra pobre y limitada mente que más que cuestionar la voluntad de Dios hay que disfrutarla, agradecerla y vivirla.

El riesgo insustituible de vivir sin la gracia, sin los sacramentos, sí va asociado en vida al estar más expuestos a las tentaciones y ataques del demonio, más débiles espiritualmente contra la maldad espiritual que existe. Eso es real y puede hacer mucho daño. Pero la gracia, en esta vida, hay que luchar por tenerla y sostenerla, porque la perdemos con cada pecado que cometemos. En el cielo la gracia no se va, sostiene la inmortalidad del santo que vivirá ahí. Es el oxígeno de los salvados, que por naturaleza acompañaría nuestra voluntad e inteligencia.

Como tal podemos concluir que Dios da como, cuando y a quien desea, según su santa y perfecta voluntad y, de nuestra parte, no deben existir prejuicios hacia quienes favorezca con sus dones y entregue su amor. Pero, que estas líneas no sirvan como excusa para no aspirar la gracia, porque como creo traté de dejar muy claramente explicado, sin ella, las puertas del cielo las encontraremos cerradas. Dios los bendiga, nos vemos en la oración.

Luis Tarrazzi