Wikipedia define la omisión como “pecado que se comete por no hacer algo que es impuesto por la ley moral”,
esto claro está, dentro del ámbito religioso como claramente lo especifica el
portal.
Ver una injusticia y callar ante ella, ver un abuso y
hacernos la vista gorda, ser cómplice de delitos cuando sabemos quién ha
robado, hurtado o hecho algún mal y no denunciarlo por miedo, por comodidad o
porque sencillamente no es nuestro problema, eso nos hace practicantes de la omisión. Sí, la omisión no nos es ajena a
ninguno y por eso es considerado un pecado, uno de los cuatro citados en la
oración del yo confieso.
Hablar de un pecado en Dios es sencillamente absurdo, decir
que Dios pueda pecar o simplemente afirmarlo, automáticamente mancharía su
sagrada condición de Dios. Pero sí es prudente salir al paso a mucho de los
argumentos ateos que niegan la existencia de Dios por falta de acción ante tanta maldad en el mundo. Eso ¿no sería
acusarlo de omisión?
No hay forma de escudriñar los pensamientos de Dios. A Dios lo
conoce quien él ha querido dárse a conocer y su mayor presencia pública, para
todos, la hizo en la figura de Cristo, como Dios y salvador. Pero sí, el
silencio de Dios ante tantas atrocidades es un argumento de duro peso, sobre
todo para las víctimas de sufrimientos propios o por pérdidas de terceros y a
veces el simple consuelo de decir que “Dios sabe lo que hace”, no basta, más
bien hasta puedo encolerizar a los que sufren.
Una vez escribí que la kriptonita de Dios era el libre albedrío y lo hice porque por encima del poder de actuar de Dios está su
hermoso deseo, propio de su esencia divina, de amar. Sí, Dios es amor (1Juan
4,8) y ese amor, que corrige y guía, trabaja respetando de manera pulcra las
libertades humanas, algo que muchos gobiernos y poderosos e inclusive padres de
familia les cuesta entender o no desean entenderlo. El ser humano, aunque sea
un ser social, es un ser que debe aprender a desarrollar sus propios
pensamientos y deseos y eso a la larga nos condena a vivir con errores y
aciertos, con el trigo y la cizaña hasta el momento de la siega. Dios no peca
de omisión porque él actúa. El propio hecho de acompañar la historia y enviar
siglo tras siglos semillas de santidad, el sacrificio de Cristo en la Cruz, la
historia de la salvación son evidencia de un Dios que para nada es pasivo.
Pero las acciones que queremos ver en Dios no son las que realmente ocurren. Quizás
tantas escenas de Vengadores y Guardianes de la Galaxia contrarrestan nuestro
entendimiento del cómo se debería vencer el mal. Pero muchas de estas películas
no explican cómo se derrota el mal que todos llevamos por dentro, ese mal que
es más agudo de vencer y que es el que realmente importa al Señor, porque ese
mal es el que nos aparta de su amor, de su salvación y de su Reino. Dios no
omite, nosotros al omitirlo a él caemos en deseos de ira, venganza, odio,
desprecio, rabia. Podemos llegar a desear cosas terribles a aquellos que por
estar llenos de oscuridad nos dañaron con su falta de luz, una luz que se
recibe con una evangelización efectiva, interiorizada, no de carteleras, bailes
y canciones bonitas.
La omisión de la que acusan a Dios, que sería un pecado, no
existe. Lo que existe en una ceguera colectiva de reconocer que el camino es
Cristo, que su mensaje es claro y que quien practicara el evangelio con
honestidad, humildad y entrega llenaría el mundo de paz, amor y santidad. Que
en este 2018 encontremos esa luz de Cristo en nuestros corazones y una vez ahí,
esa luz nos lleve a la eterna luz que nunca se apaga. Dios los bendiga, nos
vemos en la oración.
Luis Tarrazzi
@luistarrazzi
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