Venezuela ha perdido tanto su identidad como país que uno de
sus bastiones, la fe cristiana, ha caído en franca decadencia, entre el
sincretismo religioso y el estancamiento en la fe popular, importante para
introducirla en las culturas pero peligrosa cuando lo popular se vuelve
doctrinal y hasta dogmático. Sin embargo, muchos presidentes venezolanos de la
era democrática respetaron estas formas de expresión de fe y por ende a la
Iglesia Católica.
El gobierno venezolano, con las fuertes depresiones económicas
que sufre, las recientes sanciones económicas a sus funcionarios impulsadas por
el gobierno actual de Estados Unidos, encabezado por Donald Trump de discurso
pesado frente al Islam, llevó al presidente Nicolás Maduro a desarrollar la idea,
junto a su gabinete y asesores, de asistir a una cumbre de la Organización para la Cooperación ¡ISLÁMICA!.
Yo cuando leo estas líneas interpreto una amenaza similar a llevar a ovejas a negociar con lobos, más allá
de lo que significa la globalización y la evidente búsqueda de alianzas
económicas y comerciales que permitan al régimen venezolano mantener su
discurso duro frente a su principal y natural
socio comercial y a su vez principal alimento de la económica
petróleo-dependiente venezolana que son los Estados Unidos.
El sentido de pertenencia que tiene el mundo islámico de su
fe y su fuerte convicción de conquistar el mundo con el mensaje de Mahoma pasó
de las espadas al mundo diplomático, con una reproducción biológica eficaz que
ya los cataloga como la principal fe monoteísta del mundo y un excelente apoyo
comercial que da la imagen de naciones prósperas, convencidas de sus leyes recogidas
en el Corán. Un acercamiento de Venezuela al mundo islámico no es cualquier
detalle que deba pasar desapercibido por el continente Americano, en especial
el Sur que tiene sistemas de gobiernos tan frágiles que pueden pasar de la
noche a la mañana de una democracia real a una democracia dictatorial, de un
cristianismo estable a una fundamentalismo islámico.
No hablo de terrorismo ni de empezar a ver explosiones y
atentados por las calles de Caracas, al contrario veo una sociedad que naufragando
en todos sus aspectos culturales entregará su “vencida fe” (por esnobismo) y
comprará, poco a poco, los jardines paradisíacos con sus huríes y que solo habrá que decir: “No hay más Dios que Alá y Mahoma es su
Profeta”
Mucho se habló de que Venezuela quedaría en mano de los chinos
y quienes vivimos acá sabemos que el mercado tiene muchos productos de ellos. Pero
pocos han predicho en qué manos caería nuestra fe, si sería defendida por sus
practicantes. La media Luna amenaza con eclipsar la sombra de la Cruz. Yo solo
digo… Antorchas encendidas. Dios los
bendiga, nos vemos en la oración.
Luis Tarrazzi
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