Hugh Marston Hefner, el creador de una de las revistas
eróticas más famosas del mundo, Play Boy, murió el pasado 27 de septiembre del
presente año (2017).
Reconocido como un “precursor
del erotismo gráfico a principios de los años cincuenta” (Wikipedia), más
que pretender analizar su vida quisiera centrarme en lo finito de su lucrativa prosperidad.
Una de las promesas que hacen a los terroristas islámicos (mártires de la yihad)
es la espera, en la eternidad, de 72 vírgenes (huríes) que un una suerte de
prostitución celestial complacerán sus deseos carnales. Creo que Hefner, sin
explotar una bomba, logró vivir rodeado de las mujeres más hermosas del planeta,
con un sentido comercial y que le dio entrada a la pornografía como industria.
Siempre me gusta decir que si no muriésemos y no existiera la
eternidad no habría reparo en vivir al estilo Hefner. Si la vida se trata de
ser felices y obtener prosperidad, siempre que no le hagamos daño a nadie, qué
más daría si es vendiendo empanadas, repuestos de carro o desnudos en revistas.
Pero no, la vida terrenal es temporal y en Cristo sabemos, con certeza, que es
el preámbulo de una eternidad labrada por nuestras obras terrenales y en dónde
hayamos colocado nuestra fe. Por eso ni la visión de un cielo humanado es
correcta ni la visión de una vida hecha cielo tampoco.
Todo lo que hacemos tiene consecuencias directas o indirectas
en pequeñas, medianas o grandes escalas. La visión comercial del cuerpo humano,
que vende lujuria e invita al placer egoísta, que estimula fetiches y fantasías
eróticas y que hace del cuerpo femenino un producto, dista mucho de la dignidad
pensada por Dios para sus hijos. Un ejemplo claro de esto sería preguntarnos
como hombres si nos gustaría que una hija nuestra fuese portada desnuda de una
revista o actriz de pornografía. Probablemente la respuesta sería no, pero aún
así ¿disfrutaríamos ver a las hijas de otros? Bueno, el “problema” (sarcasmo)
es que Dios es Padre de todos.
¿A dónde fue Hefner? A su eternidad. A la eternidad que él se
haya construido en base a sus valores y su fe. Con un comodín de misericordia y
perdón para aquellos que saben reconocer ante la verdad infinita sus errores.
Es una reflexión potente para los que seguimos militantes acá, detrás de
riquezas, poderes o placeres. Es una reflexión potente para aquellos que viven como si la vida terrenal fuese eterna y Dios estuviera muerto. Es una reflexión
potente para los productores y consumidores de pornografía, erotismo.
Dios a todos nos ama y aboga por nuestra salvación pera nadie
se salvará a la fuerza, ya que como señalaba San Agustín: “El Dios que te creó sin ti no te salvará sin ti”. Dios los bendiga,
nos vemos en la oración.
Luis Tarrazzi
@luistarrazzi
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