Quizás no resulta nada
interesante que uno relate una suerte de bitácora de lo que fue su año, lo que
sí es cierto es que el año en sí mismo es muy inocuo, no es ni bueno ni malo.
El tiempo es la clave para entender
los años porque es dentro del tiempo, nunca fuera de él, que ocurren esos
eventos que solemos catalogar de buenos o malos, alegres o tristes, que recibimos
o que perdemos.
Este año 2015 contuvo en mi vida
momentos complicados. Familiares hospitalizados, un país en crisis social y
económica aguda y lo más duro y cercano el proceso de cáncer que vivió mi esposa
desde el 26 de junio cuando le fue detectado hasta la favorable evolución que a
la fecha presenta pero que nos mantiene alertas y que sin duda es un punto de inflexión
para la vida.
El libro del Eclesiastés lo
explica muy bien cuando señala:
“Hay bajo el sol un
momento para todo y un tiempo para cada cosa…tiempo para llorar y tiempo para
reír, tiempo para gemir y tiempo para bailar…tiempo para abrazos y tiempo para
abstenerse de ellos…tiempo para la guerra y tiempo para la paz”
La clave para entender los años
es esta, que estos eventos y emociones ocurren dentro de ese tiempo que
separamos en años y que a veces son diversificados en emociones o prolongados
en otras. Hay personas que en este año que acaba perdieron seres queridos,
empleos o bienes, se enfermaron o se divorciaron. Otros quizás tuvieron que
abandonar su país y sus familias. Otros quizás recibieron vida, un hijo, se
casaron, se graduaron. Pero no fue el año, fueron las eventualidades del tiempo
con nuestras decisiones (en algunos casos) los que marcaron la bitácora de este
año.
No sabemos cómo será el 2016,
pero estando este dentro del tiempo debemos estar preparados para todo, en
especial para la muerte, porque esta última, anhelada por santos y temida por
condenados, es la que marcará nuestro eterno presente junto a Dios o lejos de
él. Aferrarnos no a los buenos deseos ni a las supersticiones, ni a las
energías místicas ni a los astrólogos, es a Dios que promete vida aún después
de la muerte.
¡Feliz año nuevo! bendigan a sus
familias, abrácenlas y alejen de ustedes la ira, el odio, la mentira y la
hipocresía, porque el 2016 será temporalmente igual que el 2015, salvo por un
día más en febrero (año bisiesto), tendrá días de 24 horas, las mismas
festividades. Pero cada año que avanza es uno menos que nos queda, es la
cercanía de la promesa que en Cristo tiene lenguaje de salvación. Dios los
bendiga nos vemos en la oración.
Lic. Luis Tarrazzi