Hoy me he encontrado con una situación que me
hizo reflexionar muchísimo. Un señor llegó a mi trabajo, aludiendo un total
desconocimiento de la informática y requiriendo ayuda para descargar una carta.
Resulta que la carta era redactada y no descargada por lo cual él sugirió
borrarla con corrector y sacarle una copia para llenarla manual. Al comenzar el
proceso del tipex la mano le temblaba y le pidió ayuda a mi esposa para hacerlo
porque, y cito, “yo soy alcohólico” (dijo él). Eso me hizo pensar, porque no
había conocido a un alcohólico que reconociera su situación, lo cual siempre
sugieren de vital importancia para una posible rehabilitación. Y pensé, ¿qué podía hacer yo, cómo ayudarlo?. Él no pedía ayuda por su
alcoholismo, solo lo reconocía. Como un cáncer terminal que solo queda esperar
que te consuma. De inmediato pensé en tantos organismos, tantas instituciones
que ayudan a personas así y pensé en mi fe. En que no bastaba sugerirle la ayuda, él
necesitaba un alimento espiritual.
Yo
constantemente realizo labores pastorales en redes sociales (facebook y
twitter), pero este señor me hizo pensar: ¿Será suficiente cuando esta persona
no sabe ni prender un computador? Y el problema no es la labor pastoral en
internet, que es buena y necesaria. El problema es cuando los que la hacemos
reemplazamos el trabajo de campo por ella. No sumamos nuestro compromiso
cristiano del contacto personal a este trabajo de redes, sino que lo sustituimos
y es ahí cuando se torna estéril en situaciones como la que he descrito.
La
pastoral debe siempre ser aditiva, sumar recursos y jamás reemplazar, salvo en
casos probadamente inútiles, una cosa por otra. Sino mañana, tendremos misas
por youtube y confesiones por Skype, lo cual sería una aberración a los
respectivos sacramentos. Para pensar, ¿no?.
Oremos:
“Señor que mi pastoral sea eficaz, sea útil para lo que el mundo de hoy exige.
Que no sea conformista y cómodo con mi manera de evangelizar y lo más
importante, que siempre consiga hermanos que me evangelicen y me permitan
experimentar el amor de Dios.” Amén.
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