El Papa Francisco acaba de culminar una visita a los Emiratos
Árabes Unidos, y tal como lo reseñan no pocos medios informativos, ha sido el
primer pontífice en visitar la península arábiga, cuna del islam.
Quizás pocos sepan que si bien Francisco, el Papa, ha sido el
primero en dar un salto tan largo hacia una fe tan antagónica a la nuestra como
el Islam, hubo otro Francisco, por ahí en el siglo trece (XIII) que también
tuvo estos deseos de acercarse al Islam, solo que este Francisco antiguo lo
hizo con menos diplomacia y con más ardor de evangelización. Con esto no busco evaluar
las intenciones del Papa Francisco en los Emiratos, pero sin duda nuestros
tiempos cargados de tanta diplomacia y palabras correctas hacen que las
estrategias de evangelización sean muy distintas.
Sin embargo en ambos Francisco destaco ese motivador Paulino
de ir a buscar a los gentiles, aquellos que conocen de Cristo pero no lo
aceptan como es, como el Hijo de Dios y cuyos caminos de salvación son
distintos a los que el mismo Jesús nos dio: “Nadie va al Padre si no es a través de mí”. Por eso la
evangelización no es una suerte de mesa de encuentros donde, como Pablo en
Atenas, colocamos a nuestro Dios en la gruta vacía, para convivir con otros
credos, sino que es el ardor del enamorado que habla de su amado, que le
brillan los ojos por dar a conocer lo que es Camino, Verdad y Vida.
Ninguno de los dos Franciscos regresó con los líderes de sus
credos conversos, pero sí llevaron la Cruz de Jesús a tierras que no pocas
veces han sido hostiles al madero donde Cristo derramó su sangre por todos,
inclusive por quienes no le aceptan.
Ese es el punto que rescato de estos viajes. Es salir a
buscar a los que no se sienten perdidos, pero que sucumben en las trampas del
mundo. Es cumplir ese mandamiento final de Jesús previo a su ascensión: “Ir por todo el mundo y anunciar la Buena
Nueva”. Dios los bendiga, nos vemos en la oración.
Luis Tarrazzi
Twitter: @luistarrazzi
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