El enemigo de la verdad, el padre de la mentira, el príncipe
del mundo siempre ha sabido dónde atacar, dónde debe enfocar su lucha. Hoy la
Iglesia Católica, la custodia de la Verdad de Jesucristo, ha sufrido un ataque
hacia una de sus bases o pilares, su moral. Nos ha tocado enfrentar y dar la
cara ante los abusos sexuales sufridos por niños, por décadas, por parte de
algunos sacerdotes, que han dado una herida de muerte a la moral de quienes
siempre han debido ser representantes del amor de Cristo. El enemigo planeó
esto por décadas y hoy recoge sus frutos. Hoy la Iglesia camina al Calvario
luego de ser llevada al pretorio de la opinión pública donde varios Pilatos la
juzgan:
-
El periodismo: La periodista Valentina Alazraki,
invitada al encuentro sobre «La protección de los menores en la Iglesia» y
entendiendo lo hacía en representación de este gremio que tiene por deber
llevar a la luz la verdad de los hechos; pronunció estas palabras, duras, amenazantes,
con firmeza, pero también con la bandera de una moralidad periodística elevada
muy alta: “¿Son ustedes enemigos de los
abusadores y de los encubridores tanto como lo somos nosotros, las mamás, las
familias, la sociedad civil? Si ustedes están en contra de los abusadores y de
los encubridores, estamos exactamente del mismo lado. «Podemos ser aliados, no
enemigos» pero «si ustedes no se deciden de manera radical a estar del lado de
los niños, de las mamás, de las familias, de la sociedad civil, tienen razón a
tenernos miedo, porque los periodistas, que queremos el bien común, seremos sus
peores enemigos. Porque los
periodistas queremos el bien común». Y este primer Pilatos, que
juzga a la Iglesia desde el pretorio, usa una generalidad falsa, porque desde
la visión periodística son pobres, escasos, los reconocimientos hacia la
Iglesia por el gran número de sacerdotes que no han sido violadores ni
abusadores, que han vivido su magisterio con dignidad. Hoy ¿“debemos”
generalizar al sacerdocio y a la Iglesia como inmoral pero al periodismo sí se
le debe reconocer como infalible? Es triste que en estos encuentros, que
también anhelaríamos ver del lado político, periodístico, científico, se
deleite la crítica, se vaya con piedras para apedrear a la adúltera y a la vez
se trata de enjaular en tema de la pederastia solo a la Iglesia Católica, fuera
del hecho, que reconozco, es
horrendo, doloroso, criminal y que jamás debió suceder. Es peligroso para la
Iglesia bajar la cabeza ante el periodismo, una abajamiento que cobra fuerza
con declaraciones como las del Cardenal Blázquez: “«los medios de comunicación
nos han ayudado a despertar»”; y no lo comento por soberbia sino porque no fue
Cristo quien enseñó a sus apóstoles a ser violadores de niños, y tampoco es la esencia y sentido de la Iglesia proteger
a sacerdotes abusadores. Si este despertar no vino de Jesús, de la oración, el
fallo es interno. Hoy el periodismo “nos ayudó a despertar” con relación a
este tema: ¿mañana será sobre temas como el matrimonio, el aborto y otros
temas morales? ¡Cuidado! Los responsables deben pagar, y pagar con reparación
(si cabe el término) de sus daños, pero tomar esto como estímulo para seguir
alejando a los fieles de la verdad salvífica es obra del demonio y eso debe
parar.
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La propia feligresía: Es doloroso ver como muchos
miembros de esta Iglesia, bautizados en la fe, por temor a ser señalados
como miembros de una Iglesia “corrompida” prefieran tomar la línea de Pedro:
negarla. No solo tres veces, sino las que sea necesaria. Pero además en el
calvario disfrutar de lejos verla morir. Me sorprendía ver en los medios como
había “decepción” por las conclusiones del Vaticano a este encuentro. Porque,
decía una de las víctimas, la Iglesia no les había pedido perdón. Desde el
papado de San Juan Pablo II yo vengo escuchando el perdón que pide la Iglesia.
Pero en las más recientes declaraciones del Papa Francisco aparecen
frases como estas:
“«en la
justificada rabia de la gente, la Iglesia ve el reflejo de Dios, traicionado y
abofeteado»”
Un solo sacerdote que hubiese cometido esto en los más de dos
mil años de historia de este credo, con uno solo, hubiese bastado para que esta
expresión del Papa tuviese asidero. Pero ante una Iglesia que reconoce haber
tenido obispos encubridores, sacerdotes que sabiéndose sus denuncias solo
fueron trasladados e informes destruidos, "hay necesidad de más". Ante las
palabras del Papa de que probadas las culpas se entregarán estos sacerdotes
culpables a la justicia ordinaria, "aún queremos más". Porque la sed de justicia
en no pocos queda nutrida con aguas de odio y venganza.
El dolor y
vergüenza que hoy sin lugar a dudas podemos sentir los que amamos esta Iglesia
nos invita no a ponermos del lado de los que buscan apedrearla, sino ponernos
del lado de hombres y mujeres, como San Francisco de Asís, que se nos pide
rescatarla, reconstruirla, trabajar por ella, ser verdadera imagen del amor de
Jesús para quienes hoy sufren no solo por abusadores internos sino por aquellos
hijos que también son abusados por sus padres, padrastros, familiares y
conocidos, por aquellas mujeres carentes de defensa ante barbaries como la
trata de personas. Una Iglesia que suponiendo pueda desaparecer (aunque la
promesa de Cristo sobre ella sigue en pie) las
atrocidades de la humanidad no morirían con ella, porque al final la gran verdad
es que no es por ser de la Iglesia se ven estos males; es por ser hombres y
mujeres apartados del amor de Dios por la esclavitud enferma a nuestros más
bajos deseos.
Usted y yo
somos libres de responder a la pregunta que Cristo hiciera a Pedro luego de la
resurrección: “¿Me amas más que estos?” Porque
la Iglesia resucitará con Cristo, pero los que se ahorcaron por traicionarla no
verán su gloria. Dios los bendiga, nos vemos en la oración.
Luis
Tarrazzi
@luistarrazzi
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