Una definición de dictadura que encontré en internet dice: “Régimen político en el que una sola persona
gobierna con poder total, sin someterse a ningún tipo de limitaciones y con la
facultad de promulgar y modificar leyes a su voluntad”. Si notan, la
definición no genera adjetivos positivos o negativos al sistema, solo habla del
absolutismo del poder concentrado en un solo ser.
En el siglo XX compramos como sociedad la idea que la
democracia era buena y las dictaduras malas. Aprendimos que la participación
ciudadana daba amplitud de libertades y oportunidades y creaba la “falsa”
sensación de un pueblo gobernando. Clint
Eastwood por el año 2015 dijo lo siguiente: “estamos constantemente tratando de educar a otras culturas para la
democracia", quizás algunos necesitan un dictador, para que el sistema
funciona"; y lo decía con relación al derrocamiento de dos dictadores
famosos del siglo Saddam Hussein y Muammar Gaddafi que tras su derrocamiento en
vez de traer mejoras a sus países complicó, entre otros temas, la proliferación
de grupos terroristas como los autoproclamados “Estado Islámico".
La democracia en Venezuela, imperfecta, tuvo su génesis en
1958 y desde ahí hasta finales de ese siglo Venezuela creció. No de manera
equitativa, no de forma correcta, honesta y justa, pero creció. Más sin embargo
había un factor común entre los venezolanos: su calidez. El gobierno que entró
en 1999 y que como sistema sigue gobernando 20 años después siempre ha ondeado
la bandera de la democracia y, en efecto, ha realizado muchas elecciones en la
que su mayoría ha salido triunfador (con muchas dudas pero con el mismo resultado). Pero este gobierno, que hoy aspira
gobernar seis años más y denunciado por muchos como una dictadura disfrazada
de democracia, no solo deterioró la forma de hacer democracia, la rotación sana
en el poder, sino que también cambió la sociedad venezolana y para mal. Así al
dañarse al ser, se daña casi de forma irreparable el sistema. Por eso la gran
afirmación que creo haré en una opinión muy personal y seguramente criticable:
Venezuela adoptó para sí la afirmación de director y actor Clint Eastwood, y ya
la democracia como actualmente está entendida y ejercida, en esta sociedad, es inaplicable. ¿Por qué?
Porque una sociedad corrompida, anárquica e individualista
por más que tenga la mejor constitución, el mejor diseño de justicia y el más
avanzado sistema electoral, al ser manejada por hombres siempre tendrá la
mancha del robo, de la corrupción, de la ineficiencia. Como escuché una vez: La
diferencia entre la democracia y la dictadura es que en la dictadura roba uno
solo y en la democracia roban varios. Es cierto que esto no tiene por qué ser
así ni es culpa propia del sistema. La democracia no es mala por sus
debilidades ni la dictadura es mala por sus excesos. Ambos sistemas dependen
del hombre y es el hombre la clave final de mi opinión.
Instalar un sistema de gobierno con autoridad, disciplina,
con sanción eficaz al incumplimiento de la norma, sin excepciones amigueras,
con un concepto amplio y sincero de servicio, bienestar y sin persecución a la disidencia es lo requerido y eso no dependerá del sistema en sí mismo sino de su ejecutor.
La referencia cercana, más no exacta, de muchos venezolanos en los años 90 (1990) la situaban en la
dictadura de Marcos Pérez Jiménez y luego de esa dictadura corta pero donde
Venezuela creció en infraestructura, seguridad aunque con alto costo político a
la disidencia, dio pie a los 40 años de democracia bipartidista, que luego
gestó esta generación política, de ideas socialistas ocultas, que destruyó al país. Lo mismo se habla del crecimiento
de Chile y que el mismo no hubiese sido posible sin la dictadura de Pinochet.
Los extremismos invocan sus opuestos y una sociedad que se ha sumergido tanto
en la falta de civismo requerirá un sistema diferente, con protagonistas
diferentes, muy diferentes, para
gestar una nueva y próspera Venezuela. Dios los bendiga, nos vemos en la
oración.
Luis Tarrazzi
@luistarrazzi
No hay comentarios:
Publicar un comentario