Hoy, con motivo al día del maestro (15 de enero de 2019)
comienzo por felicitar a todas las personas que habiéndose preparado y formado
para ejercer la labor de enseñar, y lo hacen con abnegación y vocación, se
les dedica un día del año para destacarlos.
Una vez a Jesús dijo: “Lo que es ustedes, no se dejen llamar
Maestro, porque no tienen más que un Maestro, y todos ustedes son hermanos.”; y
es que cuando buscamos una definición de maestro en nuestro buscador universal
(Google) encontramos conceptos como estos: (Como adjetivo) “Que destaca por su
perfección y relevancia dentro de su género porque está hecho con maestría”. Ó
(como nombre masculino o femenino) persona que enseña o forma, especialmente
aquella de la que se reciben enseñanzas muy valiosas. Por eso mi título tan antipático, porque una cosa es
ejercer la docencia y otra ser maestro.
El docente es aquel que se dedica a la enseñanza, pero estas
cualidades destacadas en el concepto de maestro, como la perfección (que no
sería otra cosa que el buen testimonio) y el que da cosas valiosas al
intelecto, no vienen por añadidura en el título o ejercicio de la docencia. Es
por eso que el ideal es que el docente se convierta en maestro porque todo maestro ya es docente.
El conocimiento, hoy tan fácil y rápido de obtener, que
además es selectivo, porque hoy puedo aprender aquello que me interesa y
descartar lo que no, reduce el trabajo de un docente en aula al cuidado de
niños y jóvenes. Pero el maestro es el que delita la motivación y el saber de
quien le escucha. Es el gran desafío de la enseñanza de hoy.
Al igual que la medicina, no es la experiencia y los años de
servicio lo que dan mayor credibilidad a un formador. Es su capacidad de leer y
adaptarse a los nuevos tiempos para
nunca dejar de ser un agente transformador de sociedades o protector de
tradiciones.
Maestro solo Cristo, solo Dios. Es el maestro que nutre el
entendimiento a título personal, conociendo la realidad del ser
transformándola. Todo docente debería apoyarse sin dudar y sin temor en este
maestro, porque apoyarse en nuestra propia intelectualidad o arrogancia nos
podría hacer cómplices de malas cosechas, de pérdida de talentos.
Señor, te damos gracias por la docencia y te pedimos que a
los que la ejercen lo hagan a la luz de los dones del Espíritu Santo. Dios los
bendiga, nos vemos en la oración.
Luis Tarrazzi
@luistarrazzi
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