viernes, 21 de diciembre de 2018

MENSAJE DE NAVIDAD 2018 DEL MINISTERIO ABRAZANDO NUESTRA FE

2018

¿Sigues creyendo en Jesús?, ¿todavía te defines como cristiano?; sea la primera navidad que vives desde tu conversión u otra de tantas por tener una fe tradicional – familiar, el punto es que este tiempo es para ti. Jesús camina contigo, con tu historia y la mía y en retrospectiva, si somos objetivos con nuestras vidas, es mucho lo que nos falta por crecer, tengamos un cuarto, dos cuartos, tres cuartos o estemos cercanos al final de nuestras vidas.

La navidad no solo es un hecho de esperanza sino que año tras año sigue siendo un desafío pastoral de anuncio, de conversión, de ganar almas para Dios. La navidad cristiana es el mejor regalo que podemos dejar a nuestros hijos, es un punto de inflexión para la salvación humana y eso requiere de todos sus integrantes, de toda la Iglesia, de los bautizados y hechos, por ese bautismo, hijos de Dios.

Sacerdotalmente la mirada está puesta en la fidelidad a Dios y al magisterio, una fidelidad que se pide desde el papado hasta el menor de los pastores  de nuestra fe, menor no por importancia sino por edad y lugar de servicio. Un servicio que se iguala en el altar, en la Eucaristía que ustedes ayudan a estar presente. Sacerdotalmente la mirada está puesta en la correcta formación que, más allá de los libros y los títulos, pasa por esa docilidad del corazón a dejarse guiar por el Espíritu Santo bajo el don del discernimiento y el alejamiento de las pasiones humanas. Por ustedes también rezamos y rezamos para que Dios multiplique las vocaciones y sean santas. Para ustedes sacerdotes: Feliz Navidad

Familiarmente es un desafío formativo y amor. Las familias son una escuela de vida y valores. Padres y Madres con buenos testimonios de vida, honrados, respetuosos de sus propias dignidades e hijos creciendo en sana obediencia y respeto. Pareciera la utopía de la ética y la moral, pero dejó de serlo cuando la Sagrada Familia lo hizo posible. En María y José, con Jesús, está el reflejo de la familia cristiana, nacida de esta misma humanidad y que son la imagen viva de la gracia y la santidad. Los momentos más hermosos de la presencia familiar en el mundo deben haber sido cuando estos tres gigantes de nuestra especie transitaron en las calles, mercados y lugares de sus respectivas vidas. Hoy la familia, más que nunca, necesita de Dios y que este Dios esté explícitamente presente, vivo y activo en nuestros hogares.

Y finalmente la juventud. Tan criticada pero tan sola. Abatida por sus propias distracciones y burbujas tecnológicas. Tanto potencial cognitivo, vivaz, inventivo, pacificado por los cantos hipnóticos de sirenas que están cargadas de aplicaciones. La juventud necesita mirar más la naturaleza, lo creado, aquello que Cristo vino a rescatar junto con nuestras propias almas. La cercanía a Jesús los invita a verlo en el pesebre del sagrario, donde reposa para ser adorado y recibir como obsequios sus propios talentos puestos al servicio del amor.

Esta navidad es la primera para muchos y también será la última para otros. Pero Jesús nos invita a una navidad eterna, una navidad que supera el tiempo y el espacio. Que Viva el Cristo Rey que ha nacido y nos nace cada Navidad. Dios los bendiga, nos vemos en la oración.

Luis Tarrazzi

@luistarrazzi

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