Creer que un hijo porque estudie en un colegio católico
recibirá educación cristiana católica es como poner un paquete de arroz sobre
una hornilla y pensar que sólo se cocinará.
La formación cristiana, necesaria y que en sí da sentido a la
propia existencia de colegios católicos, para que sea eficaz y transformadora parte de una
experiencia de Dios que no se obliga ni se dirige, sino que se construye con la
participación de todos. Con la participación de aquellos que hacen vida en la
institución y de aquellos que complementan la vida de esas mismas personas, es
decir, su entorno social y familiar. Por eso el desafío es grande y agotador,
nunca es monótono, programático y mucho menos conformista.
Por ello hablaré de los tres tipos de evangelización
necesarios para poder construir esta experiencia de Dios en espacios educativos:
1) Evangelización del
personal directivo, docente, administrativo y obrero: Debemos estar claros que más se
evangeliza con los actos y conversaciones fuera del aula que dentro de ella.
Por eso el testimonio de vida es vital, no como modelo intachable e inmaculado
(algo que nadie tiene), sino como un reconocimiento de la verdad revelada en un
intento incansable por vivirlo, por aproximarme a él, aceptando mis errores y
haciéndolos parte de mi experiencia de Dios. Hablar de Dios, invocarlo en cada
reunión, en la búsqueda de soluciones, dejando claras las ideas educativas que
la Iglesia tiene para los temas sociales, culturales, políticos, familiares,
reproductivos – sexuales. Entender, finalmente, que la experiencia en años no
es sinónimo de sabiduría. Que la sabiduría solo nos viene de Dios y que sin
Dios “no podemos hacer nada”
Evangelización de las
familias: Este es el
gran talón de Aquiles de la realidad evangelizadora de los colegios. ¿Cómo
llegar a los que dan continuidad o destruyen la labor educativa cristiana?
Muchos pensamos que la escuela presencial para padres es la solución, pero la
realidad es que es buena pero tiene son limitaciones: 1) no asisten todos, 2)
no asisten los que deben asistir, 3) no siempre se cuenta con un apoyo del
personal de la institución en cuanto al acompañamiento. Por esta razón, de
forma aditiva, el apostar a las redes sociales, a convivencias familiares, jornadas
de oración y adoración eucarística, cine escolar, son recursos claves, pero
todo esto con rostro cristiano, no solo
social.
Evangelización de los
niños y jóvenes: Lo
dejo de último aunque es lo primero que nos llega y es el sentido y razón de
ser institucional, siendo el punto de encuentro entre la familia y la
Institución. Las etapas iniciales de formación cristiana en preescolar y primaria son bien productivas
cuando se centran en la enseñanza doctrinal y de hábitos. Desde el cómo santiguarse, con un paseo histórico de la salvación, hasta la vivencia de los
sacramentos, coloca los cimientos de la fe. No es osado hablar de la defensa de
la vida, el matrimonio, la vocación religiosa, en estas etapas (más hacia 4to,
5to y 6to grado) y lo digo con experiencia. Son más dóciles al enamoramiento y
a su vez más honestos en sus dudas. Ya en las etapas del bachillerato lo ideal
sería crear experiencias vivenciales de Dios, con estructuras orantes y de
tertulias. A veces, y me incluyo, siento abusamos de los recursos audiovisuales
y desestimamos un recurso riquísimo dado y guiado por el Espíritu Santo que es
la predicación, pero una predicación con ánimo, con brillo en los ojos,
creyendo lo que decimos.
Muchos en cuaresma se plantean ¿dónde iré a misionar?, pero
rescataré unas palabras que me dijera recientemente un sacerdote amigo, que
aludiendo a su propia institución educativa me decía: “Este colegio es tierra de
misiones”. Puedes usar este lema como objetivo pastoral, así tendrán
una cuaresma todo el año y una razón misionera cercana a tu propia vida. Dios
los bendiga, nos vemos en la oración.
Luis Tarrazzi
@luistarrazzi
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