miércoles, 31 de octubre de 2018

HALLOWEEN Y EL DISFRAZ DE HITLER


La batalla que desde la fe, pobremente, hemos dado contra el Halloween en esencia, desde que se inició y cómo se planteó, estaba destinada al fracaso. Es más, considero que cada vez que insistimos más en que estas celebraciones no se deberían dar entre cristianos es como si más motiváramos a nuestros jóvenes bautizados para hacerlo. Es por eso que en conexión de una idea que tuve con una noticia que providencialmente encontré voy a construir mi idea sobre el tema de Halloween.

Yo hoy pensaba (31 de octubre de 2018) que nadie, en su sano juicio, disfrazaría a un hijo de nazi o de Hitler. De brujo, demonio, vampiro sí, pero de Hitler no, porque eso es dolorosamente ofensivo. Y tan cierto era mi pensamiento que hoy me consigo esta noticia de que un “padre generó indignación por disfrazar de Hitler a su hijo en Halloween”. Pero a mí esta noticia no indigna, me parece hasta coherente. ¿Qué celebran en Halloween así sea en forma de parodia?, el mal. El mal representado en figuras malignas. Pero este padre fue más realista, él no buscó la ficción, se fue a lo medular: ¿Hubo algo tan maligno en el siglo XX como el nazismo? Objetivamente sí, pero el nazismo está en el top ten.

Así, con esta "indignación" encontré el fracaso de la lucha contra el Halloween que no es más que la ridiculización sistemática que hemos permitido de lo satánico, del mal. El demonio, que hasta serie por televisión tiene (con la serie Lucifer) se ha vuelto hasta pintoresco, simpático. Hemos abandonado el hecho de hablar de él, de cómo torturó a nuestro Salvador en Getsemaní y a través de los soldados romanos. De cómo gracias a él perdimos la gracia santificante. De cómo a través de la brujería, la hechicería, los maleficios ha hecho perderse almas en el ocultismo, en la oscuridad donde no brilla la luz de Cristo. Es decir, disfrazar a un hijo de Hitler ofende (y con razón) pero disfrazarlo de algo malo, de un ser que represente el mal no. ¡Qué ironía!

Ya dejemos al Halloween  en paz y enfoquémonos en la médula del problema. Si la mirada y la conciencia del ser comprende dónde está la maldad y quién la representa, poco a poco veremos el rechazo de muchos, nunca todos, para hacer fiestas donde esté representado el horror, la muerte, el pecado y el distanciamiento de Dios. El problema no es el disfraz, es la pobre noción de dolor y maldad que manejamos y que ya no evangelizamos. Así, seguiremos viendo a catequistas, formadores, líderes de grupos juveniles viviendo su Halloween y sin dármelas de moralista yo también llevo el peso de mi error porque también participé, hace como 11 años en una fiesta así. No miro la paja del ojo de mi hermano, hablo de mi propia viga que ha contribuido a este desastre de secularización de la vida cristiana. Dios los bendiga, nos vemos en la oración.

Luis Tarrazzi
@luistarrazzi


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