La batalla que desde la fe, pobremente, hemos dado contra el
Halloween en esencia, desde que se inició y cómo se planteó, estaba destinada al
fracaso. Es más, considero que cada vez que insistimos más en que estas
celebraciones no se deberían dar entre cristianos es como si más motiváramos a
nuestros jóvenes bautizados para hacerlo. Es por eso que en conexión de una
idea que tuve con una noticia que providencialmente encontré voy a construir mi
idea sobre el tema de Halloween.
Yo hoy pensaba (31 de octubre de 2018) que nadie, en su sano
juicio, disfrazaría a un hijo de nazi o de Hitler. De brujo, demonio, vampiro
sí, pero de Hitler no, porque eso es dolorosamente ofensivo. Y tan cierto era
mi pensamiento que hoy me consigo esta noticia de que un “padre generó indignación por disfrazar de Hitler a su hijo en Halloween”. Pero a mí esta
noticia no indigna, me parece hasta coherente. ¿Qué celebran en Halloween
así sea en forma de parodia?, el mal. El mal representado en figuras malignas. Pero
este padre fue más realista, él no buscó la ficción, se fue a lo medular: ¿Hubo
algo tan maligno en el siglo XX como el nazismo? Objetivamente sí, pero el
nazismo está en el top ten.
Así, con esta "indignación" encontré el fracaso de la lucha
contra el Halloween que no es más que la ridiculización sistemática que hemos
permitido de lo satánico, del mal. El demonio, que hasta serie por televisión
tiene (con la serie Lucifer) se ha vuelto hasta pintoresco, simpático. Hemos
abandonado el hecho de hablar de él, de cómo torturó a nuestro Salvador en
Getsemaní y a través de los soldados romanos. De cómo gracias a él perdimos la
gracia santificante. De cómo a través de la brujería, la hechicería, los
maleficios ha hecho perderse almas en el ocultismo, en la oscuridad donde no
brilla la luz de Cristo. Es decir, disfrazar a un hijo de Hitler ofende (y con
razón) pero disfrazarlo de algo malo, de un ser que represente el mal no. ¡Qué
ironía!
Ya dejemos al Halloween en paz y enfoquémonos en la
médula del problema. Si la mirada y la conciencia del ser comprende dónde está
la maldad y quién la representa, poco a poco veremos el rechazo de muchos,
nunca todos, para hacer fiestas donde esté representado el horror, la muerte, el pecado
y el distanciamiento de Dios. El problema no es el disfraz, es la pobre noción de
dolor y maldad que manejamos y que ya no evangelizamos. Así, seguiremos viendo
a catequistas, formadores, líderes de grupos juveniles viviendo su Halloween y
sin dármelas de moralista yo también llevo el peso de mi error porque también
participé, hace como 11 años en una fiesta así. No miro la paja del ojo de mi
hermano, hablo de mi propia viga que ha contribuido a este desastre de
secularización de la vida cristiana. Dios los bendiga, nos vemos en la oración.
Luis Tarrazzi
@luistarrazzi
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