La dura situación que vive Venezuela me hizo en estos días pensar
¿quién enterrará a los viejos de este país cuando la mayoría de sus hijos se
hayan ido para buscar mejores oportunidades?
Días no lejanos a esta interrogante nos solicitaron, a dos
miembros de la pastoral del colegio donde laboro, asistir a un funeral para
hacer un responso por una señora que había fallecido. Fui como acompañante
musical del Sacerdote y me llamó la atención cómo durante toda la celebración
había una señora, joven, con su teléfono filmando todo. Por lo menos eso creí yo hasta que pude ver y entender mejor lo que pasaba. Era un funeral por
video llamada para alguien que estando fuera del país tuvo que despedir a este
ser querido en la frialdad de una pantalla.
Es verdad que esto nos puede pasar en un viaje eventual, de trabajo, pero lo
cierto es que muchos de los que migraron o migrarán fracturando su corazón sin retorno programado, les espera vivir
una experiencia similar como la narrada, ante la indolencia de un gobierno que de verdad no
tiene una mínima intención de cambiar el rumbo y corregir tantos años, ya casi
décadas, de errores sistemáticos.
Hoy la tecnología nos une, pero ¡qué fría se vuelve en momentos
así! La esperanza, que siempre debe estar puesta en Dios, con sus tiempos y
momentos, nos pone a prueba la fe, nos la moldea y educa; y a su vez nos
recuerda lo finita de nuestra existencia. No es el lugar donde estemos ni
cuánto dinero logremos hacer, son los momentos de amor y paz, junto a nuestros
seres queridos, los que llenarán de alegría nuestra existencia. Cada abrazo,
mirada, escucha, consejo, llanto y risa, todo eso, pero juntos. Ese es el debate principal de un padre: Buscar futuro económico para un hijo vs la experiencia de amor presencial, cercano aún con agudas limitaciones.
Educando mi voluntad al servicio de Dios, como ya señalé una
vez, de migrar que sea como la Sagrada Familia de Nazaret: que Dios nos diga cuándo partir y cuándo regresar, pero mientras
tanto, a echarle ganas a este país y a la familia, a cuidar el amor de quienes
nos rodean porque no sabemos cuándo nos tocará aparecer pasivamente en la
pantalla de un ser querido que nos amó. Dios los bendiga, nos vemos en la
oración.
Luis Tarrazzi
@luistarrazzi
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