miércoles, 14 de marzo de 2018

LA VERDAD Y LA MUERTE, STEPHEN HAWKING


 
Toda intelectualidad, racionalidad, estudio e hipótesis, modelos y supuestos, buscan en mayor o menor grado acercarse a la verdad. Explicar el Universo, negar la existencia de Dios, plantearse la necesidad de migrar a otros mundos, eran parte de los supuestos y sugerencias que nos hacía el súper reconocido científico Hawking.

Pero la verdad está muy asociada a la muerte. Las respuestas existenciales y creacionistas, sin la fe en religiosidad, en Cristo, siempre serán suposiciones, teorías, modelos. Desde el punto de vista científico nunca serán dogmas y ese es el punto frustrante de un saber que no fundamenta sus visiones en la verdad revelada sino en la negación continuada.

La vida de Hawking, nada fácil, admirable por lo que logró aún en su condición, es en sí misma un milagro. Un hombre que vivió más de lo esperado, que desarrolló unas habilidades desde el punto de vista intelectual, cognitivo, una inteligencia superior al común. Pero, citando la Biblia: “De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero si se pierde a sí mismo” (Mateo 16,26)

En la muerte Hawking ha encontrado más respuestas y verdades que en todos sus duros años de limitaciones e investigaciones. En su paso por la muerte encontró la verdad, el sentido del universo, de la vida, de la salvación, de la fe. Ha conocido el Alfa y la Omega. Y esto lo ha conocido quizás tarde, pero ojalá haya tenido la docilidad de reconocer sus errores y abrazar la verdad. Porque sin ser mezquino ante lo que para el mundo moderno representó la figura intelectual de un científico tan prominente como Hawking, hoy pido más por su salvación que por conservar el legado de sus enseñanzas. Dios los bendiga, nos vemos en la oración.

Luis Tarrazzi

@luistarrazzi

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