No soy un experto en teología,
pero de lo que llevo en saber y que siempre busco esté en armonía con las
enseñanzas de la Iglesia Católica, algo que creo me va quedando claro en torno
a Dios es que él para decidir sobre los destinos de la humanidad, de un país,
busca hacerlo desde la propia humanidad; es decir, hacerse parte de nuestra
historia.
En este juego de creernos a veces
mejores que otras personas, porque somos creyentes, practicantes o un poco más
instruidos en la fe, caemos en la temeraria tentación de juzgar como creemos que Dios lo haría, anhelar castigos como pensamos Dios debería aplicarlos y así podemos
llegar hacer de nuestra oración una suerte de chisme espiritual donde le
hablamos a Dios de lo malas que son algunas personas.
Algo así debió acontecer en los
tiempos de Sodoma y Gomorra donde nos dice el libro del Génesis que tres
hombres se aparecieron ante Abraham porque iban de camino a esta ciudad,
señalando la palabra lo siguiente: “…el
Señor le dijo: La gente de Sodoma y Gomorra tiene tan mala fama, y su pecado es
tan grave, que ahora voy allá, para ver si en verdad su maldad es tan grande
como se me ha dicho. Así lo sabré”. (Génesis 18, 20-21). La forma como esta
mala fama llegó a oídos del Señor a mi entender fue la oración, quizás de Lot
que aparentaba ser el único justo de aquella tierra descarriada.
¿Cuáles eran los pecados de
Somoda y Gomorra? Tendrían que estar ligados a faltas morales muy graves, pues
recordemos estos tiempos fueron previos al decálogo que Dios diera a Moisés.
Eran sociedades agudamente instintivas, es decir, que probablemente respondían
más a sus deseos carnales que a los deseos de agradar a un Dios probablemente
desconocido. El problema del paganismo es que suele volver cuando se desestima
el buen ejemplo, siendo más grave en nuestros tiempos cuando ya tenemos una
verdad revelada, evangelizada y muy clara, enmarcada en un gran título llamado:
Doctrina Cristiana Católica.
¿Qué sabe Dios sobre Venezuela?,
lo sabe todo. En parte porque las quejas sobre nuestra tierra no deben ser
pocas. El llanto en oración de madres que han tenido que enviar a sus hijos a
tierras lejanas, la cantidad de personas (en su mayoría jóvenes) que están en
las filas de los muertos producto de una inseguridad sangrienta y cada vez más
terrorífica, el doloroso sincretismo religioso que equipara el esoterismo,
santería, espiritismo, superstición con la verdad revelada por Jesús, una
verdad que le costó un viacrucis de dolor y muerte. Sumemos a esto la sexualidad
ejercida por muchas personas de manera desordenada (heterosexuales y homosexuales) donde cada fin de semana el
alcohol, el cigarro y la droga se apoderan de muchos templos corporales de vidas creadas por Dios para liberar deseos y vivir placer por placer, para
finalmente ver como los procesos educativos ceden terreno ante el pecado dando
a entender que las tendencias del mundo deben regir las verdades de un dios que
no es Dios.
¿Pretendo yo insinuar con esto
que ha Venezuela le espera un destino similar al de Sodoma y Gomorra?; pues
sería muy irresponsable si dijera que sí porque no lo sé y tampoco lo anhelo.
Para empezar porque no sé quien pudiera hoy levantar la bandera de santidad en
mi tierra para ser liberado de un castigo tan atroz. Porque después de Cristo
no creo que el Señor buscara salvar a “justos” sino a “santos”. Pero sí debemos
tener muy presente este antecedente histórico del génesis porque el pecado
cuando se hace tan masivo, sobre todo a niveles tan altos del poder
gubernamental, jurídico y castrense, deja heridas sociales que creo son
insanables sin un arrepentimiento profundo y doloroso como el que expresó en
pueblo de Nínive cuando se le venía un castigo similar al de Sodoma y Gomorra.
(Jonás 3).
Una sociedad pierda su capacidad
de recuperación si sus referentes morales se desvinculan de Cristo, del Cristo
real, eucarístico y de su sana doctrina. Una seudo verdad contaminada de
relativismo donde cada parecer cuenta, donde nada se cuestiona y donde solo se
habla de derechos, dificulta un milagro de redención en esta tierra.
No sé si ya han venido estos
enigmáticos supervisores de la sociedad, no sé si ya pisaron nuestra tierra
venezolana y se hayan ido sacudiendo el polvo de sus pies (un mal signo de
conclusión), pero sí sé que la construcción de una sociedad mejor no empezará porque anhelemos un cambio externo, ni siquiera un cambio drástico de gobierno ya que seguiremos cometiendo los mismos errores una y otra vez, más cuando la fe siga
siendo un aditivo cultural de nuestras calles y no el oxígeno de nuestros
pulmones. Finalizo con esta promesa recogida en el libro del profeta Isaías:
“Venid ahora, y razonemos —dice el Señor—
aunque vuestros pecados sean como la grana, como la nieve serán
emblanquecidos; aunque sean rojos como el carmesí, como blanca lana quedarán”.
(Isaías 1,18)
Dios los bendiga, nos vemos en la
oración.
Lic. Luis Tarrazzi