"VENGAN A MI LOS QUE ESTÁN CARGADOS Y AGOBIADOS Y YO LOS ALIVIARÉ" (MATEO 11,28)
Estimada Anna Vacarella, no pude evitar hacer
honda empatía contigo por que hizo público, de manera oficial, tu esposo
y conductor del programa que escucho de lunes a viernes, Román Lozinski, sobre
tu diagnóstico positivo de cáncer. Y esto te confieso impacta porque yo, al
igual que Román, también soy esposo co-portador de la enfermedad cuando el 26
de junio del presente año 2015 a mi esposa, también llamada Ana pero de
apellido De Sousa, le diagnostica CA de mamá, caso que se hizo preocupantemente
más agudo cuando tomografía posterior reveló presencia del mismo en el
hígado.
Uno, honestamente hablando, poco le importa, de
entrada, el apellido que le den a la palabra cáncer, sea ductal, lobulillar o
no hodking, para muchos, como a uno, el solo hecho de escuchar la palabra
cáncer nos espanta.
Agradezco tu comunicado como consumidor del
trabajo periodístico de personas serias y de admirar que son Román y tú, pero a
su vez lo agradezco porque como cristiano católico te permitiste unas líneas
para mencionar a Dios y a uno de sus más bellos servidores desde el papado como
lo fue San Juan XXIII. ¿Sabes?, yo de inicio no tuve ese mismo valor. En la
familia de mi esposa, su mamá, su hermana (ya fallecida), sus tías, etc, todas han
tenido diagnóstico positivo de cáncer de mamá y yo oraba mucho para que en mi
esposa eso no ocurriera. Lo oré por años porque me gusta orar, porque me eduqué
en una familia de oración, misa y fe sólida. Pero cuando recibí, junto a ella,
ese diagnóstico tuve una sensación de rabia, más miedo, más decepción. Le
reclamé a Dios el por qué si esto se lo había pedido mucho no me lo había
cumplido.
El diagnóstico de mi esposa está recién, apenas
está terminando su primer ciclo de quimio y quiero compartirte la evolución de
nuestras percepciones. Antes solo rezaba las laudes en las mañanas, hoy hago
laudes y vísperas, antes tenía decepción y rabia hoy siento que lo errado era
mi percepción de Dios, que no es el genio de la lámpara sino un Padre, y como Padre nos
sostiene, nos cuida, nos ama, aún en la peor de las adversidades.
El cáncer, como le escuché una vez a Daniela
Bascopé, al que le va a dar le da. No se trata de un castigo, es una respuesta
genética, orgánica que se activa por diversas causas (cigarro, estrés,
depresiones agudas, entre otras). En el cáncer no hay que buscar culpables, hay
que asumirlo, enfrentarlo y superarlo. Le escuché a una señora en la clínica
donde se trata mi esposa decir: “Una persona que hoy se muere de cáncer es porque
no se lo trata porque ahorita hay muchas alternativas”. No sé si esto sea tan
literalmente así, pero lo que sí rescato de esa afirmación es que, en efecto,
la ciencia de hoy da muchísimas posibilidades a los que padecen esta
enfermedad.
Román será un bastón para ti. Es el general que
debes aceptar para guiar esta lucha. Será tu compañero, amigo, enfermero,
payaso (para hacerte reír) y bastón cuando tú sientas no poder más. Lo segundo
es rodearte de personas que ya han pasado o están pasando por este duro trance.
No lleves esto sola, emocionalmente es dañino. En el caso de mi esposa me viene
a la mente dos extraordinarias luchadores contra el cáncer que han estado súper pendiente de ella, una es Grania, una amiga
de años y que le ha tocado muy duro, luchando contra cáncer de seno y ahora en
los huesos, y que nos ha dado una cátedra de fe y esperanza, siempre positiva,
siempre aguerrida y la otra Luana, sobreviviente de cáncer de seno en ambas
mamas fase 6 (avanzadísimo) y que igualmente es una "loca" en sus
expresiones, alegre, súper positiva.
Finalmente hermana, me permito cerrar con esto.
Llegarán a tu vida curanderos, expertos en "curar" con la mente, sanadores, yerberos
que te sugerirán beber brebajes "milagrosos". Si me permites este consejo solo
dale espacio a tu vida a Jesús. Tu empatía con la fe me hace presumir que esto
no te será difícil. Aférrate a la fe con fidelidad. En María hallarás fuerzas
como madre, como mujer, con su ejemplo de constancia. En los sacramentos, en
especial la Reconciliación y la Eucaristía, hallarás todo lo que tu mente y
espíritu necesitan. Y dejarnos llevar por Dios. Yo lloré mucho hermana.
Recuerdo lo traté de aguantar pero un día, junto a mi esposa exploté. Y con
ello drené mucho y me hizo más fuerte para ahora ser yo quien le de ánimo
constante. De todo esto, una vez superado con paciencia y mucha disciplina,
saldrás fortalecida. Aférrate a lo bueno, tus morochas, tu esposo, tu familia,
tu fe, confía en tus médicos y ora por ellos para que el Espíritu Santo les de
Sabiduría en el proceder. Dios los bendiga como familia y nos vemos en la
oración.
Lic. Luis Tarrazzi