¡Qué dura es la vida de un
sacerdote y cuan incomprendida se vuelve cuando esta se asemeja más a y más a
la de Jesús!. Tras lo recientemente vivido por usted en la entrevista donde,
según lo expresa, le hicieron pasar un mal momento, rayando casi en la
humillación y la burla, del programa “Al
rincón de pensar” del periodista Risto Mejide, la crítica primera que
seguramente le llegue es: ¿y para qué fue querido Padre?
Si algo caracterizó a la vida de
Jesús era precisamente no lograr complacer con sus decisiones a quienes le
rodeaban. Judíos le cuestionaban duramente sus visitas y cercanías con
publicanos, samaritanos, cobradores de impuestos; y los no judíos seguramente
le veían con cierta desconfianza, muchos se le acercarían por interés, por
curiosidad, por buscar milagros. Así, el afecto sincero a Jesús sin duda debió
ser de muy pocos.
Jesús no le simularon una entrevista
junto a una actriz pornográfica, a Jesús le tocó recibirlas (Lucas 7,36-50), perdonarlas
(Juan 8,1-11); es decir, Jesús expresó su amor a todos por igual, sin medir
consecuencias, porque como dijo San Agustín: “La medida del amor es amar sin
medida”.
Uno podría pensar, estimado
Padre, a quien con gran honestidad le profeso muchísima admiración, que usted “pecó”
de ingenuidad, que su buena intención recogida en esta frase: “quería que
la fe apareciera en los medios. En unos medios en los que se la ha apartado
completamente”, no fue ponderada por esta advertencia de nuestro salvador
cuando nos dijo: “sed astutos como las serpientes” (Mateo 10,16). Pero es que nosotros
tendemos medir la inmediatez de nuestras decisiones y a veces restamos
importancia a la buena semilla que deja el llevar a Dios aún a mentes que se
creen superiores a la fe, que miran la religión como una expresión cultural y
seguramente verán a los sacerdotes como hombres disfrazados de una ideología,
cuando llevan con honor y dignidad sus hábitos.
Pienso que a Jesús el pensamiento
colectivo inmediato, cuando aquella mujer en Betania, prostituta reconocida, le
lavó sus pies y lo ungió con perfume, debió ser el mismo que hoy gira de forma
mediata en torno a usted. Pero, en mi humilde opinión, usted no se equivocó, se
equivocó la pobreza del entrevistador que desperdició su valiosa presencia, su formación
teológica, su centrada y fiel doctrina católica, sus testimonios y expereincias. por pretender vender, en un
show mediático, de minutos, un escándalo fugaz.
Periodistas así, si tuvieran que
entrevistar al mismísimo Jesús, recibirían probablemente de nuestro salvador las
mismas respuestas que recibió Herodes previo al viacrusis, EL SILENCIO. Pero ni
usted, ni yo, ni nadie estamos en la capacidad de medir lo que hay en las
voluntades de las personas y como mandato divino, estamos llamados a ir y
evangelizar a donde nos llamen, así sea solo con nuestra presencia que ya de
por sí nos vincule a Dios.
Hoy se mide el escándalo. Pero ¿a
qué peligro tan grande se expuso Risto Mejide?; se expuso a la semilla del
evangelio. Y ¿por qué lo llamo peligro?, porque es mi manera sarcástica de
ilustrar que Mejide, en su caballo de orgullo, rating y publicidad, puede en
cualquier momento recibir la luz que lo tumbe de su corcel y le doblegue en
segundos ante la verdad, la misma luz que recibió Saulo antes de llamarse
Pablo.
Yo lo felicito Padre. Su enemigo
que es el mismo que compartimos todos los que profesamos amor a Jesús, es un “león
rugiente buscando a quien devorar” (1Pedro 5,8). Y usted, un soldado de Cristo
por la fe, que ha batallado vívidamente con este ángel caído, con condenados,
usted que conoce su odio hacia Dios, sabe que este buscará satirizar lo
sagrado, lo sacramental. Usted fue una oveja entre lobos pero que dejó a esos
lobos con hambre, porque su pastor, ese que le conoce y cuya voz usted también sabe reconocer, (Juan 10,27),
lo protegerá hasta el tiempo en que le dirá: “Gracias Antonio, hoy yo no me
avergüenzo de ti porque cuando pudiste tú sentir vergüenza de mí seguiste
adelante”. Dios lo bendiga Padre Fortea, nos vemos en la oración.
Lic. Luis Tarrazzi
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