En una reciente entrevista que
tuvo el reconocido economista José Guerra en la emisora de radio 99.9 FM, con
los moderadores Albani Lozada y Ramón
Pasquier, surgió el tema sobre la prolongada huelga de hambre de Leopoldo López
y Daniel Ceballos. En esa materia el economista expresó “responsablemente” que
él no creía que Leopoldo debía levantar su huelga de hambre porque eso sería
irse con las manos vacías.
Eso me recordó a las personas que
de manera insensata dicen que el pueblo debe salir a la calle a matarse y
mientras nosotros lo vemos por televisión. Pero más allá de eso, es lamentable
ver como se hace más y más palpable la forzosa separación, que se ha hecho ley,
entre la política y la fe, entre el respeto a la vida y los derechos que
decimos defender.
Cualquier acto de agresión VOLUNTARIO que
hagamos contra nuestro cuerpo y que exponga nuestra vida es una afrenta a Dios.
Y eso, alejado de cualquier intento de adoctrinamiento religioso, es una verdad
moral que si no se respeta puede derivar en males mayores, como por ejemplo,
supongamos que como consecuencia de esta peligrosa huelga de hambre Leopoldo desarrollo
una enfermedad que lo lleve a un estado de sufrimiento y agonía, una especie de
coma. Entonces en ese momento, señor Guerra, se piense, "mejor desconectarlo
para que no sufra" (eutanasia). ¿Ahí el dolor sí sería injusto pero cuando hacía
la huelga de hambre no?
Es muy irresponsable dejar a las
futuras generaciones la enseñanza de esta práctica seudo suicida. Porque como
leí una vez en facebook, parafraseando, el mayor beneficio que le puedes hacer
a tu adversario o enemigo es morirte sin que directamente la culpa sea suya. Y
eso precisamente es lo que están haciendo López y Ceballos.
Yo de corazón quisiera ver en mi
país políticos, economistas, sociólogos, profesionales en general, que tengan como mínimo de Temor de Dios a la hora de ejercer sus profesiones y emitir sus
opiniones, porque las batallas más intensas contra el mal no se ganan con actos
de soberbia, se ganan con la mirada al cielo y una oración sincera.
López y Ceballos yo no dudo amen
a Venezuela muchísimo. Y es legítima su desesperación y ansias de cambio.
Quizás apuestan a un sacrificio de esta magnitud con la esperanza de ser en un
futuro recompensados con el voto, como en el caso de Nelson Mandela.
Pero ya es hora de que sigamos los ejemplo de los pueblos de Nínive o la Reina
del Sur, y que como país comencemos por depurar el concepto de los derechos
políticos como premios por sacrificios y emprendamos un crecimiento espiritual que no le
dé la espalda a quien murió de frente, por nosotros, en la cruz. Dios los
bendiga, nos vemos en la oración.
Lic. Luis Tarrazzi
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