viernes, 20 de enero de 2023

LA CONVERSIÓN DE WINSTON VALLENILLA

Todo ser humano tiene derecho a cambiar, ese derecho es parte de un bien superior otorgado por Dios llamado libre albedrío. Lo que hoy sentimos malo o inconveniente, puede luego derivar en un cambio de rumbo, de convicciones, de amigos, de conceptos.

 

El problema es que para quienes viven de la opinión pública, porque fue el público quien les dio reconocimiento y fama, dejan estelas de vida, inmortalizadas en los medios, que luego se hacen virales en los haters de oficio, y que califican de incoherentes estas acciones (con otra sarta de improperios de los cuales no me haré eco).

 

Hay dos tipos de camino a la conversión: el que vive de siempre en el mal camino y descubre el bien, lo abraza y se hace fiel seguidor de él, o, el que estando en el bien se deja seducir por el mal, por el oportunismo, por las tentaciones del mundo, y toma el rumbo del conocido ejemplo bíblico del hijo pródigo. Este, luego de ver su error, regresa y el Padre (no la gente) lo recibe, le perdona y lo abraza.

 

¿En cuál de estas etapas podemos identificar a Winston Vallenilla?, pues no me corresponde a mí juzgarlo ni decirlo, pero Dios y su conciencia sí lo harán. A veces sacrificamos tanto y cosas tan valiosas por buscar dinero, poder, placeres, y eso luego, con el tiempo, la vida le coloca nombres y apellidos de amigos, familiares, parejas, hijos.

 

No me detento en el morbo de destruir la vida de famosos que hacen de sus vidas un libro abierto. Me detengo, con esta reflexión, a evaluar si yo no estaré en un tercer estado de "conversión", peor a los dos anteriores, en donde lloro en las noches mis pecados y en el día los recargo. Al final, podemos caminar de la mano con un ángel y un demonio y nunca ser definidos, ni auto definirnos. A esos, dice el Señor, Dios los vomita.

 

Que Dios los bendiga, nos vemos en la oración.

 

Luis Tarrazzi

 


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