martes, 3 de enero de 2023

BENEDICTO XVI NO ES SANTO, AÚN NO

 




A razón del reciente fallecimiento de quien fue el primer Papa Emérito de estos tiempos, Benedicto XVI, comenzaré mi reflexión con una historia que escuché una vez, ya hace unos cuantos años. En un exorcismo, el sacerdote autorizado para tal fin, había descubierto que nombrar a María Santísima es un tormento muy poderoso contra el demonio. Una vez, en la letanía de los santos, el sacerdote invocó a una persona que tenía causa abierta de santidad pero aún no había sido reconocido por la Iglesia, y el demonio lo corrigió diciendo que ese que nombraba no era santo. Y es que, aunque pareciera un formalismo el esperar el nombramiento para ya aceptarla en santidad, es verdad que sin la proclama de la Iglesia, caemos en un error de adelantamiento innecesario y en cierta forma de arrogante. Solo Dios conoce el corazón de las personas (recordando el diálogo entre Dios y el profeta Samuel), así que aunque presumamos santidad, es siempre recomendable caminar con la Iglesia, no delante de ella.

Cerrando esta idea, Benedicto XVI no gozó de la fama de sus predecesores. Fue un Papa injustamente comparado, atacado por los medios (en especial en el año 2010) por los escándalos de abuso y corrupción en el clero. Inclusive, dentro de la misma Iglesia, obispos le dieron la espalda.

 

Benedicto XVI principalmente, a mi parecer, fue un gigante en teología, un custodio de la verdad confiada. Quien quiera saber cómo vivir el cristianismo en fidelidad al mensaje de Cristo en el siglo XXI, debe conocer sus pensamientos, escritos y enseñanzas. No sé si Benedicto XVI como persona era bueno, regular o mala, solo sé que fue un hombre querido y admirado por un santo como Juan Pablo II, que el Espíritu Santo lo escogió para llevar las riendas de la Iglesia y que, acogiendo las enseñanzas que dictan que el martirio es un camino directo al cielo, si Benedicto XVI alcanza este reconocimiento debería ser por esta vía, porque él vivió algo que lo hizo afín a la Cruz, y es aquello que proclamó Jesús al decir: "Felices ustedes, cuando por causa mía los insulten, los persigan y les levanten toda clase de calumnias. Alégrense y muéstrense contentos, porque será grande la recompensa que recibirán en el cielo. Pues bien saben que así persiguieron a los profetas que vivieron antes de ustedes." (Evangelio según San Mateo, 5, 11-12).

 

Si la expresión “felices” o “bienaventurados” le hacemos una radiografía en la profundidad de lo que significa, su contenido nos lleva a transformarla en: “el cielo es para”; y así quienes fueron tan adversarios de Benedicto XVI porque lo llamaban feo, nazi, defensor de pederastas, homofóbico, obsoleto, etc, todos ayudaron a que él, por la vía del martirio, que no siempre será de sangre o de torturas físicas sino también emocional y psicológico, alcanzara su cielo merecido.

 

De mi parte no lo llamaré santo aún, esperaré que el tiempo y la voluntad de Dios determine esto a través de la Iglesia. Lo que sí abogaré con mayor seguridad es recordarlo con cariño los primero y dos de noviembre y agradecer haber nacido y vivido en tiempos de Papas tan memorables. Quizás con Benedicto XVI y Francisco se detenga la tradición de Papas santos reconocidos por la Iglesia por un tiempo, pero sin duda hemos despedido a un Papa que fue motor de santidad de otros, entre ellos San Juan Pablo II.

 

Dios los bendiga, nos vemos en la oración

 

Luis Tarrazzi


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