Muchas
personas tratan el relato de Sodoma (y Gomorra) como una leyenda, algo que “no
pasó” pero que deja un mensaje. Y esta forma de abordar la Biblia en muchos de
sus textos es un gran pretexto para omitir verdades de fe o posiciones de Dios
ante determinadas conductas humanas.
Al
igual que la ingenuidad que se creó políticamente desde Occidente cuando tras
caer el muro de Berlín y la posterior caída de la Unión Soviética se creó la
falsa sensación de que el comunismo había sido exterminado, yo diría que
ocurrió con los pecados morales de Sodoma y Gomorra. El título de este texto
bíblico de Génesis 19 dice: “Destrucción de Sodoma” pero ambas ciudades eran
vecinas. En el relato tres hombres (Dios en figuras humanas) van de paso hacia
estas ciudades porque “las quejas contra
Sodoma y Gomorra eran enormes, y su
pecado es en verdad muy grande” En la versión bíblica latinoamericana, en
los comentarios de este capítulo (19.1) señalan, y cito, dos de estas faltas
graves:
- * “El respeto a los
huéspedes que hay que acoger siempre como ángeles de Dios” algo que fue
abiertamente violentado cuando los habitantes de esta región al ver a los
ángeles de Dios hospedados en la casa de Lot dijeron a este que se los
entregaran para “abusar de ellos”
- * “El horror de la
homosexualidad”, así lo expresa el texto que no es muy distante a lo que siglos
después viviera depravadamente el imperio romano y que entre orgías y cualquier
clase de aberraciones sexuales algunos señalan debilitó más a los romanos que
las mismas amenazas de los llamados bárbaros.
Sin
embargo cuando en mi título hablo de la venganza de Sodoma y Gomorra no lo digo
en virtud de los herederos de estas familias destruidas sino del padre de la mentira,
aquel que siempre buscará destruir la correcta percepción de Dios y hacerse un
dios entre los hombres. Nuestras sociedades modernas no distan mucho de lo que
este relato señalaba como advertencia de la destrucción de estas dos ciudades
hermanas. Y no es un tema solo de leyes y conductas, sino de la pérdida del
sentido de Dios, de su mirada, de su autoridad sobre todo lo creado. De vivir
como si Dios no existiera o peor aún, existiendo como que lo despreciáramos. Es
admirable en este relato el papel de Abraham como mediador de un pueblo del
cual él sabía su sobrino Lot era habitante. Y por eso abogaba por los justos
del lugar. Pero no perdamos de vista que en esa ciudad Lot era forastero y de
los nativos no sobrevivió nadie. Murieron los adaptados en omisión a estas
atrocidades morales, los que las imponían y todos por vivir sin temor de Dios.
Estoy
seguro que de los justos que buscaba Dios en Sodoma y Gomorra, ni quien escribe
y quizás ni quien me lea seamos referencia positiva. Pero sí debemos saber que
si el hacha de Dios no ha cortado el árbol de nuestras sociedades de una forma
tan dura como con Somoda y Gomorra es porque existen hombres y mujeres
cristianos que interceden por nosotros e invocan la misericordia de Dios. Este
relato nos explica cómo la moral alejada de Dios destruye sociedades. Cómo el
tener legisladores, gobernantes y líderes mundiales que se crean dioses pueden
en el corto tiempo moldear los pensamientos de las nuevas generaciones. Eso ya
se ve en las aulas de clases y desde muy temprano. Una sexualidad que se
explica como el mundo la explica, una comprensión de la vida que ya es
desechable por aborto o por eutanasia, unos negocios súper rentables de la
droga, trata de personas (nuevo nombre de la esclavitud en forma de prostitución),
el tráfico de armas, las guerras, las hambrunas y la pobreza como forma de
control social. Las nuevas formas de tiranías del pensamiento que tratan de
adoctrinar a nuestros hijos para enseñarles conceptos de género contrarios a su
propia biología.
Ante
este panorama debo culminar con algo que escuché en una charla de Fray Nelson
Medina en uno de sus tantos talleres de youtube: “El evangelio siempre será
buena nueva”, así estemos tristes y desesperanzados. Queda proteger con la
gracia de Dios nuestros hogares y familias, ocuparnos como protagonistas de la
fe de nuestros miembros de hogar porque los tiempos que caminan son duros y no
sabemos cuándo Dios vuelva a visitar de nuevo a Abraham. Dios los bendiga, nos
vemos en la oración.
Luis
Tarrazzi
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