martes, 9 de julio de 2019

TOY STORY 4: LA HISTORIA DEL AMOR EN COMPLEMENTO


Lo primero que debo señalar para este artículo, estimado lector, es que sería bueno, antes de leerlo, que vieran la película primero, ya que puedo pecar en algún spoiler.

No obstante el sentido de este artículo no es contar la película sino destacar algunos aspectos importantes desde el punto de vista de la diversidad y la complementariedad en el amor, que si bien sabemos no es motivo de refuerzo en las películas de hoy, en este sentido merece un aplauso de mi parte a los guionistas de esta producción de Pixar.

Hoy, las corrientes ideológicas del amor (ideología de género) pretenden ser muy variadas, inclusive hasta el punto de hiper-sexualizar y diluir el tema del sexo (hombre y mujer) a un tema de preferencias, de gustos, de placer por placer. Toy Story 4, sin la necesidad de hacer explícito un beso, sin un lenguaje de erotismo y respetando las diferencias que complementan el amor (Forky el tenedor y cuchillo femenino, Woody el muñeco y Betty la muñeca) destaca el amor en un sentido de trascendencia, de estar con la parte que nos complementa, que le da utilidad y sentido al amor en clave de servicio. Además destaca la solidaridad en la amistad, el trabajo en equipo, los niveles de importancia cognitiva según las edades y la magia sana de la creatividad que nos permite volar desde la mente y construir mundos sin límites.

Por eso agradezco a Toy Story 4 la frescura educativa, en clave de conservación de los valores básicos que han sostenido a la humanidad por siglos y a su vez hacer una película para niños donde entran niños y salen niños, sin conflictos, sin ideas subversivas. Es tan atinado el mensaje que el mismo Jesús podría cantarnos a todos, en especial a los niños: “Yo soy tu amigo fiel…” Dios los bendiga, nos vemos en la oración.

Luis Tarrazzi

Twitter: @luistarrazzi

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