Hoy le quiero dedicar unas líneas a
todos mis amigos que se fueron de Venezuela buscando un mejor futuro, pensando
en el futuro de sus hijos, en su propio bienestar y seguridad. Pero en especial
se lo dedico, en una fecha como hoy (sábado santo de 2019), a los que compartíamos
momentos en la Iglesia de San Agustín (Carpa Fray Luis de León) de los
agustinos recoletos. El canto, la alegría, el reclutamiento de nuevos miembros,
y el trabajo en equipo era la norma. Latinoamérica y en especial nuestra
bendita tierra Venezuela si algo tiene es juventud, una juventud que en frase campamentista cantaba: “nuestra fe no puede descansar, QUE NO QUE NO PERO QUE
NO”.
San Juan Pablo II en sus visitas por
este nuevo continente anunciaba de forma profética que este sería el continente
de la esperanza. Ya los signos de una Europa secularizada, envejecida, con
grandes templos vacíos, advertía lo que hoy se ve y se vive. Europa con sus
leyes, modernidad y tecnología desplazó a Dios poco a poco. ¡Y ojo!, América no
está ajena a este peligro, lo que pasa es que la necesidad y la corrupción, la
pobreza y otras calamidades sociales han mantenido el hilo de fe. En efecto,
donde abunda la necesidad la fe se sostiene aunque no de forma de alabanza sino
de forma de clamor (esto sería tema para otro artículo).
Así, Venezuela, el país de mayor calamidad
socio política de los últimos 17 años (por lo menos), empezó a exportar, de
manera forzada, una de nuestras mayores riquezas, su juventud. Cuando vi partir
amigos y conocidos en la fe muchos temores embargaban mi mente, muchos
cuestionamientos, ¿debíamos hacer lo mismo?, pero también entendí, y así lo he
creído porque ha sido lenguaje de la providencia divina en mi vida, que cuando
Dios nos quiera mudar nos muda, abre caminos donde no los veía y eso, a nivel
fronterizo, no ha ocurrido. Así entiendo que de momento Dios nos quiere acá, a
mi familia, y nos asiste con su poder y providencia. Pero los que marcharon,
Dios sí que los quería donde están. Y en especial los que buscaron el viejo continente
porque tienen una labor de evangelización. No pocos me han comentado que desde
que llegaron se activaron en parroquias o grupos. También los que migraron
dentro de la misma región Sur (Colombia, Chile) están activos en labores de
evangelización. Hay trabajo, Cristo los formó para algo, Cristo nos pide
fortaleza y fidelidad, formación y voluntad de servicio. Y aunque se les
extraña full sin duda es un gusto saber que el Cristo que desde lejos ven en el
Sagrario es el mismo que yo contemplo desde acá, que las misas que escuchan, en
esencia, contienen las mismas lecturas, la misma profesión de fe, el mismo
Padre Nuestro. Por eso siempre digo: “nos
vemos en la oración”. Eso fue lo que mantuvo unido a los apóstoles en la
distancia, ese es el aspecto universal de nuestra fe, eso es lo que nos hace
una sola Iglesia.
Estén donde estén, que la fuerza de
la Verdad los mantenga unidos como
familia, en la Iglesia doméstica. Que estén donde estén, no se dejen seducir
por las trampas de la mundanidad (sexo, drogas, moda, relativismo, paganismo,
sincretismo). Estén firmes en la fe y quizás cuando regresen o nos veamos en la
Iglesia triunfante ya nada nos separará de disfrutar eternamente la Gloria de
aquel que nos amó hasta el extremo. Dios los bendiga, Felices Pascuas de Resurrección y recuerden: nos vemos en la oración.
Luis Tarrazzi
@twitter: @luistarrazzi
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