lunes, 29 de abril de 2019

LA LUCHA SIGUE CON “BOY ERASED”


Al igual que el comunismo busca crear enemigos donde inicialmente no los había, nos corresponde vivir la era ideológica de una batalla absurda entre la fe cristiana y la homosexualidad. Y parte de esta lucha ha sido sabiamente guiada por inteligencia angelicalmente superior desde el mundo del consumo masivo del arte, cine, redes sociales, etc.


He visto la película Boy Erased y reconozco que tiene un mensaje acertado desde el punto de vista humano. Catalogándola como una película para crear conciencia y de cierto nivel de protesta, expone los infelices casos de personas que siendo víctimas de un fundamentalismo religioso les trataron de cambiar su inclinación homosexual usando métodos violentos, psicológicos  y hasta físicos, utilizando a Jesús, nuestro Señor y Salvador, como excusa. Por supuesto, en estas películas, la fe, la tradición cristiana y la Verdad revelada se suman al lado de los villanos porque, tomando mi idea inicial, hace falta un culpable, un malo y un bueno, una víctima y un victimario.

¿Dónde radica el problema?; ¿debemos cambiar el mensaje y la enseñanza doctrinal de la Iglesia de categorizar la práctica homosexual o los actos sexuales homosexuales como condenatorios del alma? El fin último de estos mensajes ideológicos pro-homosexualidad es fomentar un rechazo a la ley de Dios conocida y adaptar a Dios a nuestra verdad, como lo refleja el diálogo final del padre (pastor) con su hijo de tendencia homosexual, quien le diría a su papá que él era gay y él no iba a cambiar y que si quería seguir teniendo contacto con él,el que debía cambiar era él (el papá), porque para el padre su fe y el mensaje de Dios era importante, es decir, como pastor, predicaba sobre los actos condenatorios. El padre al final le dice que lo intentará y esto se fusiona perceptivamente para los consumidores de la obra en la interrogante:¿no debería la Iglesia cambiar su postura y enseñanza sobre el tema de la homosexualidad? Muchos Obispos y formadores de la fe han caído en esta trampa y se han dejado llevar por los pensamientos del mundo. Entonces ¿qué hacer?

Las consecuencias de ello, en el corto tiempo, serán similares a las que narró en su reciente carta el Papa Emérito Benedicto XVI sobre la pedofilia y su aceptación social iniciada en los años 60 (del siglo XX) así como la revolución educativa sexual. Sé que la Iglesia, la llevada por el sucesor de Pedro, no cambiará, pero sí sé también que muchos se pasarán por el forro la fidelidad a Roma y predicarán doctrinas falsas. Lo que es pecado lo fue, lo es y siempre lo será, porque si el mismo Jesús dijo que no cambiaría una tilde de la Ley ¿quiénes somos nosotros para cambiarla?

Hoy, como padre, sé que mi hijo, biológicamente varón, deberá crecer con estos debates de conquista de la agenda LGBT, y también sé que como el pasaje del hijo pródigo, como su padre, viva lo que viva o sea lo que sea mi amor por él no deberá jamás cambiar. Pero aunque parezca lo que diré parecido al fundamentalismo del padre (pastor) de la película, no es la enseñanza del YO lo que le llevará a la felicidad de estar con su Creador, no es la felicidad finita, los placeres finitos, los supuestos derechos a ser felices y vivir en libertad lo que sintamos, porque guiados por esos pensamientos sería justo serle infiel a mi esposa, matar al que me caiga mal, juzgar a quien me dé la gana y ser mi propio dios. Los pensamientos ideológicos son finitos y solo tienen cabida en esta corta y fugaz vida, pero la Verdad de Dios es eterna y costó desde su amor infinito la muerte en la Cruz de nuestro salvador.

La respuesta ala homosexualidad no está en terapias de shock fundamentalistas, humillantes. Está en lo que decía San Agustín que todo lo que hagamos lo hagamos desde el amor. Si corregimos lo hacemos con amor. Y es ese amor, que San Juan definió como Dios mismo (“Dios es amor”) es la clave para vivir la conversión del renunciar al YO para vivir solo para aquel que “nos amó hasta el extremo”. Así le dije a un joven que me preguntó sobre la homosexualidad: “colócala en las manos de Dios” y esa es la clave de ella. ¿Te acerca la homosexualidad o heterosexualidad a Dios, te santifica según lo que él quiere de ti? ¿Te da paz? Si buscamos la respuesta con honestidad en lo profundo de nuestro corazón sabremos responder como María al ángel Gabriel: “Yo soy la esclava del Señor, hágase en mí según su Palabra”. Dios los bendiga, nos vemos en la oración.

Luis Tarrazzi
Twitter: @luistarrazzi

sábado, 20 de abril de 2019

DIOS NO TE SACÓ DE VENEZUELA SIN PROPÓSITO



Hoy le quiero dedicar unas líneas a todos mis amigos que se fueron de Venezuela buscando un mejor futuro, pensando en el futuro de sus hijos, en su propio bienestar y seguridad. Pero en especial se lo dedico, en una fecha como hoy (sábado santo de 2019), a los que compartíamos momentos en la Iglesia de San Agustín (Carpa Fray Luis de León) de los agustinos recoletos. El canto, la alegría, el reclutamiento de nuevos miembros, y el trabajo en equipo era la norma. Latinoamérica y en especial nuestra bendita tierra Venezuela si algo tiene es juventud, una juventud que en frase campamentista cantaba: “nuestra fe no puede descansar, QUE NO QUE NO PERO QUE NO”.

San Juan Pablo II en sus visitas por este nuevo continente anunciaba de forma profética que este sería el continente de la esperanza. Ya los signos de una Europa secularizada, envejecida, con grandes templos vacíos, advertía lo que hoy se ve y se vive. Europa con sus leyes, modernidad y tecnología desplazó a Dios poco a poco. ¡Y ojo!, América no está ajena a este peligro, lo que pasa es que la necesidad y la corrupción, la pobreza y otras calamidades sociales han mantenido el hilo de fe. En efecto, donde abunda la necesidad la fe se sostiene aunque no de forma de alabanza sino de forma de clamor (esto sería tema para otro artículo).

Así, Venezuela, el país de mayor calamidad socio política de los últimos 17 años (por lo menos), empezó a exportar, de manera forzada, una de nuestras mayores riquezas, su juventud. Cuando vi partir amigos y conocidos en la fe muchos temores embargaban mi mente, muchos cuestionamientos, ¿debíamos hacer lo mismo?, pero también entendí, y así lo he creído porque ha sido lenguaje de la providencia divina en mi vida, que cuando Dios nos quiera mudar nos muda, abre caminos donde no los veía y eso, a nivel fronterizo, no ha ocurrido. Así entiendo que de momento Dios nos quiere acá, a mi familia, y nos asiste con su poder y providencia. Pero los que marcharon, Dios sí que los quería donde están. Y en especial los que buscaron el viejo continente porque tienen una labor de evangelización. No pocos me han comentado que desde que llegaron se activaron en parroquias o grupos. También los que migraron dentro de la misma región Sur (Colombia, Chile) están activos en labores de evangelización. Hay trabajo, Cristo los formó para algo, Cristo nos pide fortaleza y fidelidad, formación y voluntad de servicio. Y aunque se les extraña full sin duda es un gusto saber que el Cristo que desde lejos ven en el Sagrario es el mismo que yo contemplo desde acá, que las misas que escuchan, en esencia, contienen las mismas lecturas, la misma profesión de fe, el mismo Padre Nuestro. Por eso siempre digo: “nos vemos en la oración”. Eso fue lo que mantuvo unido a los apóstoles en la distancia, ese es el aspecto universal de nuestra fe, eso es lo que nos hace una sola Iglesia.

Estén donde estén, que la fuerza de la  Verdad los mantenga unidos como familia, en la Iglesia doméstica. Que estén donde estén, no se dejen seducir por las trampas de la mundanidad (sexo, drogas, moda, relativismo, paganismo, sincretismo). Estén firmes en la fe y quizás cuando regresen o nos veamos en la Iglesia triunfante ya nada nos separará de disfrutar eternamente la Gloria de aquel que nos amó hasta el extremo. Dios los bendiga, Felices Pascuas de Resurrección y recuerden: nos vemos en la oración.

Luis Tarrazzi
@twitter: @luistarrazzi



lunes, 15 de abril de 2019

DIOS PROTEGE SU IGLESIA, NO NUESTROS MUSEOS




Una de las profecías que más duramente tuvo que ver el pueblo de Israel fue la que vaticinó el profeta Jeremías quien advertía de la destrucción del templo judío tras hondas iniquidades que ejercía el pueblo de Dios. Siglos después, Jesús advertía nuevamente que no quedaría piedra sobre piedra refiriéndose al mismo templo, cuya segunda destrucción fue definitiva y hoy solo queda el muro de los lamentos.

La noticia que se volvió tendencia el día de hoy, 15 de abril de 2019, son los daños por el fuego que ha sufrido la emblemática catedral de Notre Dame, en Francia, que tal como decía un entrevistado en la radio, es un punto de referencia turístico para cualquier persona que visitara Francia. Un lugar de donde no podías regresar sin una foto. Y es que en efecto, en muchísimos países de Europa, en especial Francia, el cristianismo que queda es el cultural, el de museo. Comenzando por leyes y modas sociales ya no hay casi ninguna influencia de esta fe en sociedades que han progresado muchísimo en el desarrollo tecnológico, en la libertad del pensamiento (cultura del relativismo) y en sus economías.

Cuando escuchamos de este incendio quizás pensemos en la referencia histórica que data del siglo XIII, pensamos en las bellezas de sus obras, vitrales, reliquias, arquitectura, pero ¿pensamos en el sagrario, en la Eucaristía, en lo sagrado del lugar? Quizás pensamos en algún posible atentado o intencionalidad (por comprobar) pero ya cuando una Iglesia se transforma en museo generalmente su esencia, su sentido, su razón de ser ya estaba quemada.

Me entristece lo que este incendio significa, me entristece que el mundo sufra pérdidas culturales y que el cristianismo, justo en tiempo de semana santa, viva un golpe así. Pero Dios no vino al mundo para ser museo de su historia sino para ser camino, VIVO, ACTIVO Y PERSONAL, de todos aquellos que le aceptan y aman. Si hemos escuchado muchas veces que la Iglesia no son las paredes sino que todos somos Iglesia creo pertinente preguntarnos, cada uno, ¿qué parte de mi Iglesia está quemada o en cenizas? Dios los bendiga, nos vemos en la oración.

Luis Tarrazzi

Twitter @luistarrazzi

lunes, 1 de abril de 2019

LOS VERDUGOS DE VENEZUELA



Un verdugo nace de una necesidad de justicia, y en un país con algo de cultura democrática presidencialista, el verdugo se entiende erróneamente como un mesías. Si este mesías sabe manejar los lenguajes y conoce las debilidades sociales, armado de demagogia logrará captar los votos necesarios para llegar al poder y una vez ahí el país dará espacio, dentro de sus propias emociones, a su propia ejecución. Eso fue Hugo Chávez Frías para los venezolanos.

Venezuela no es un accidente social, es el vivo ejemplo de un país que se acostumbró a vivir bien desde su era petrolera, un país que quizás no miraba mucho a las necesidades externas de sus fronteras de las cuales nos informábamos por medios noticiosos y que sin duda, y lo digo como elogio, albergó a muchísimos inmigrantes que vivieron hambres, guerras y hasta persecuciones. El capricho de crecer así como país nos hizo ver problemas magnos donde no los había, pero eso solo se entiende en retrospectiva, del presente hacia atrás. Hoy hacemos conciencia de que en los años 80 y 90 del siglo XX no vivíamos tan mal, y eso lo sabemos porque hoy (año 2019) vivimos agudamente mal. Nos quejábamos de la sarna que no teníamos y eso hizo que el demagogo llegara al poder, con la bandera ambigua de acabar con la corrupción, de freír a los adecos y copeyanos y de fundar la Quinta República, comenzando su plan de destrucción implícito; porque quien tanto roba y por tantos años no puede pretender desangrar al país y que su corazón siga como si nada.

Los niveles de excitación social eran enloquecedores en muchos sectores del país (A, B, C y D). Tenían un líder que los miraba a los ojos. Los necesitados llevaron al poder a uno como ellos, a “uno del pueblo”.

Ya sobre esto había hablado la periodista Mirtha Rivero en su libro “La Rebelión de los Náufragos” el cual no tuve opción de leer por razones económicas pero sí le he seguido el paso a los resúmenes y explicaciones derivadas de quienes sí lo leyeron. En él Rivero hace una “crónica sobre la segunda presidencia de Carlos Andrés Pérez (CAP) en Venezuela entre 1989-1993. La intencionalidad de la autora es la de brindar al lector una narrativa sobre el episodio que marca el inicio del colapso del sistema político venezolano fundado luego de la caída de la dictadura del general Marcos Pérez Jiménez en 1958” http://revistas.usal.es/index.php/1130-2887/article/viewFile/8715/8880. Un naufragio que en su propio sentido nos habla de revelarse sin un rumbo claro de a dónde se deseaba ir, solo obtener el poder por el poder.

Los verdugos de Venezuela son todos los que desde la independencia hablaron de ideales, de conceptos y adoptaron ideas externas sin generar las propias como sociedad. El ideal de Bolívar, por ejemplo, no era Venezuela, era la gran Colombia. El ideal de las dictaduras que tuvimos fue el poder y la represión, sin dudar que en una, como la de Pérez Jiménez, hubiera crecimiento en infraestructura. Desde inicio de los 90 yo escuchaba en mi niñez que Venezuela necesitaba otro Pérez Jiménez, pero el chavismo no lo fue. Invocamos un espíritu y ahora no sabemos cómo salir de él. La izquierda comunista, socialista radical ¡cuánto daño le ha hecho al mundo!, ¡qué vergüenza lo que el hombre es capaz de hacer por sostener el poder y justificar sus ineficiencias!

Venezuela murió. Hoy solo somos una cárcel de 30 millones de habitantes. Sufrir entre rejas o fuera de ellas sin luz, agua, comida, medicinas, viabilidad, transporte, unión familiar, angustia y casi hasta sin fe (apetencia final del demonio) ha hecho de esta tierra bendita una embajada del infierno. Pero, ¿no hay esperanza?

La hay, en Dios siempre la hay. Un resurgir que vendrá luego de este diluvio de plagas y tragedias. Quienes se sostengan en el Arca de la Iglesia, de la fe, esos verán nacer una nueva Venezuela. Esta purga, quizás, apenas comience. Resistir en la fe es lo único que nos queda, pero no por ser lo único es desalentador. Cristo camina con la historia de Venezuela. Luego de la Cruz hay Resurrección. Dios los bendiga, nos vemos en la oración.

Luis Tarrazzi
Twitter:  @luistarrazzi